TABASCO, MX.- Temerosos de ser despedidos tras la protesta del miércoles 13 de octubre, obreros de la refinería de Dos Bocas, en construcción, resisten condiciones laborales adversas, además de las de por sí malas condiciones en las que viven en este municipio, donde forman parte de una población flotante de 25 mil personas, que se sumaron a los 120 mil habitantes locales, publicó Proceso.

Fueron atraídos por las ofertas laborales de empresas, tanto mexicanas como extranjeras, contratadas para la obra, y que a su vez subcontrataron a otras empresas.

Son unos 25 mil obreros –hombres y mujeres– que laboran de lunes a viernes de siete de la mañana a cinco de la tarde y los sábados hasta la una de la tarde, en las cerca de 600 hectáreas entre este municipio y el vecino Villa Puerto Ceiba, donde se levanta a marchas forzadas el complejo Dos Bocas.

El reto del presidente Andrés Manuel López Obrador, dijo en septiembre pasado al visitar el lugar, es que se concluya en nueve meses para que pueda inaugurarla el 1 de julio de 2022, cuando se cumpla el cuarto aniversario de su triunfo en los comicios de 2018.

El plazo marcado por el presidente, dicen los obreros en testimonios recabados por Proceso (con la petición de reservar sus nombres por miedo a ser despedidos), ha llevado a imponer a los trabajadores jornadas exhaustivas, aún bajo los fuertes aguaceros de esta región tropical, donde las empresas contratistas ICA Flúor, Samsung Engineering y Techint, SA de CV (Techint México), y sus más de 100 empresas nacionales y extranjeras subcontratadas, erigen seis paquetes de construcciones del complejo petrolero que se calcula podría llegar a procesar más de 340 mil barriles diarios de crudo.

Ésta y otras condiciones laborales empezaron a generar descontento.

Previo a la protesta que estalló el miércoles 13 y que fue reprimida por policías estatales, el domingo 26 de septiembre estuvo ahí el presidente Andrés Manuel López Obrador. Para esa visita, los encargados de las obras pidieron a los trabajadores presentarse ese domingo a cumplir una jornada normal, a cambio de descansar el lunes 27.

La mayoría se presentó, aunque hubo quienes prefirieron el descuento que implicaba desobedecer las órdenes de sus jefes de cuadrilla. Se trataba, comentaron, de que López Obrador los viera a todos en el trajín del día. Pero éste llegó después de las 17:00 horas, cuando ya todos debían empezar a abandonar sus centros de trabajo por el fin de la jornada.

Sin embargo, la puerta dos fue cerrada para impedirles la salida, lo que generó molestia y reacciones exigiendo que se les permitiera retirarse. Cuando llegó el presidente y grabó su video, subido a sus redes sociales –junto a la secretaria de Energía, Rocío Nahle, y el secretario de la Marina, almirante José Rafael Ojeda Durán– muchos se habían ido.

Otra inconformidad fue originada porque les debieron haber pagado el día como una doble jornada, por ser domingo, según la Ley Federal del Trabajo, alegaron.

Los trabajadores denunciaron que las empresas contratistas se han empeñado en acelerar los trabajos para entregar la obra al gobierno federal en el plazo estipulado de nueves meses.

En el pliego petitorio entregado a algunos medios piden jornadas de ocho horas, de las 07:00 a las 15:00 horas, pues les han impuesto dos horas y media extra de manera obligatoria, es decir, salen a las 17:30.

Expusieron que les dan de 15 a 20 minutos para comer y muchos no alcanzan a hacerlo en ese lapso porque pierden valiosos minutos en las largas filas para pasar por su comida, por lo que demandaron que se les otorgue una hora para comer.

El “ejército naranja”

La mayoría de estos obreros vienen de los estados vecinos: Chiapas, Campeche, Veracruz, Oaxaca, y de otros estados petroleros como Tamaulipas; viven hacinados en grupos de cinco o hasta 10 en cuartuchos, casas, vecindarios y donde pueden encontrar un lugar para rentar y pagar entre más personas para que sea barato, dicen.

No buscan lujos para vivir, según cuentan a Proceso. Con que tengan una cama sencilla, una colchoneta o una hamaca, un ventilador, una miniestufa y los utensilios básicos, con eso les basta.

En este pueblo pulula por todos lados un auténtico “ejército naranja”, color del uniforme reglamentario de trabajo en la construcción de la refinería. Están en los bancos, en las farmacias, en los bares, en los parques, en las plazas comerciales, cualquier modesto comedero callejero, en cada calle, en cada esquina. Así inundaron Paraíso en estos años, a partir del arranque de la construcción de la refinería, en agosto de 2019.

Muchos no encontraron un lugar para vivir u hospedarse en Paraíso, por lo que se tienen que trasladar a pueblos y municipios vecinos, como Comalcalco, Chiltepec, Bellote y Cupilco. Por ello han exigido a la empresa transporte, pues ya llegan muy noche a descansar y al siguiente día tienen que volver a empezar su jornada de madrugada para llegar puntuales al trabajo.

Los obreros consultados por Proceso se quejan de que la comida todos los días es puerco y pollo, en algunas ocasiones hay filete de pescado, pero como tienen que elaborarlo en grandes cantidades, la comida ha llegado descompuesta y han sufrido frecuentes malestares por ese motivo.

Sólo hasta que los uniformes “están en harapos” se los cambian, explican. Esto pasa máximo cada tres meses, así que hay quienes han tenido que pagar 200 pesos o más para conseguirlo más pronto. Después de las protestas recientes, les empezaron a dar los uniformes nuevos, con la promesa de que se les cambiarán, ahora sí, cada dos meses.

Los zapatos que utilizan “no son los idóneos para este clima y esta alta humedad salitrosa, porque las suelas se sobrecalientan en exceso”, comentan. Aunque se los cambian cada tres meses, tampoco les aguantan ese tiempo.

También han pedido que el equipo de protección personal –casco, barbiquejo y los arneses que son obligatorios para los trabajos de altura– sea otorgado sin tantos trámites burocráticos.

En sus testimonios, también se quejan de que les descuentan las cuotas sindicales sin que lo hubieran autorizado. Tampoco les respetan los días festivos y a veces ni las horas extra les son pagadas.

El pliego petitorio plantea un perfil de salarios para los empleados que fueron contratados por ICA Flúor: 7 mil pesos –más apoyo a los foráneos– para los andamieros, los operadores, eléctricos, albañiles, carpinteros, cadeneros y fierreros. Y mínimo 5 mil 200 pesos de sueldo para todos y cada uno de los ayudantes de estos obreros.

Estiman que los sueldos deberían de ser de 7 mil 500 pesos para los operadores de plataforma; de 8 mil pesos para los maniobristas; de 8 mil 500 pesos para los paileros y soldadores de primera; de 9 mil pesos para los soldadores especialistas, los tuberos y los cabos, y de 12 mil pesos para los argoneros.

Estas demandas fueron específicas para el personal vinculado a ICA Flúor, pues “Techint y Samsung sí les pagan bien a sus obreros, la inconformidad no es generalizada”, aclaran. Aunque ICA Flúor tiene la rebanada del pastel más grande en el marco de la construcción de esta obra sexenal. (Fuente: Proceso)

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