Por Itzel Chan
MÉRIDA, MX.- La abogada María Jesús Ocaña Dorantes, directora del Refugio Casa Crisal, evidenció que en Yucatán han tratado casos de diversos tipos de violencia y de esclavitud sexual en niñas y niños, por lo que han centrado su trabajo para hacer respetar los derechos de los menores de edad.
Ocaña Dorantes explicó que en Yucatán, desafortunadamente aún están vigentes los usos y costumbres en los que las mujeres desde la niñez aceptan todo tipo de violencia porque la asumen como normal.
“Desde que no tenga derecho de ir a la escuela porque están mis hermanos o el hecho de aceptar que yo como menos o que no puedo elegir con quién estar, todo esto implica una desventaja con las mujeres e implica una aceptación de la violencia desde muy pequeñas”, comentó.
Mencionó que esta tan sólo es la raíz del problema, ya que desde la asociación les ha tocado atender casos graves que afectan directamente la integridad de la niñez.
“Dos pequeñas sufrieron esclavitud sexual y sus agresoras eran la abuela y la mamá. Las niñas fueron alimentadas con fluidos naturales de los adultos que las iban a ver y cuando requerían alimento sólido les daban heces fecales”, describió.
Las niñas de tres y cuatro años pudieron ser rescatadas y sólo de esta manera pudo interrumpirse el ciclo de violencia que vivían.
Casos como estos, María Jesús dijo que se encuentran en Yucatán, estado considerado como uno de los más seguros en el país, pero porque las violencias se viven en casa.
Sobre el tema de abuso sexual en menores de edad, explicó que es un tema muy delicado porque mayormente la agresión viene por parte de personas de la familia y esto complica que los hechos salgan a la luz.
“Influye también la descalificación de los adultos hacia las niñas y los niños porque ellos vienen y le dicen a la mamá o al papá: mi tío abusa de mí, pero la mamá o el papá no le creen y le dan mayor credibilidad al adulto”, expuso como ejemplo.
De igual manera, especificó que el problema se vuelve mucho más complejo cuando el abuso viene directamente de parte del padre o la madre, porque la niña o el niño cree que si la persona que debe protegerlo lo permite, entonces está bien.
“Los niños están jugando y a lo mejor es un juego que no les gusta, pero lo hacen porque su mamá o papá les guía”, añadió.
En cuanto a la violencia más frecuente que se registra en Yucatán hacia la niñez, la abogada dijo que en primer lugar se ubica la omisión de cuidados, es decir, no los alimentan, no se preocupan por su vestimenta y sobre sus horas de sueño o acceso a la educación.
La asociación lleva 13 años de trabajo y se encarga de diseñar un espacio seguro para niñas, niños y adolescentes sobrevivientes de violencia sexual. A lo largo de este tiempo, han podido tener un impacto en 242 vidas. (Noticaribe)