La comunidad de Jesuitas de México denunció este martes el asesinato de Javier Campo Morales y Joaquín César Mora Salazar, dos misioneros, en el templo de la comunidad de Cerocahui, municipio de Urique, en la sierra de Chihuahua.

Esto ocurrió cuando un hombre que era perseguido entró en el templo. El cuerpo de la persona atacada, así como de los dos jesuitas asesinados, fueron sustraidos del lugar.

“Condenamos estos hechos violentos, exigimos justicia y la recuperación de los cuerpos de nuestros hermanos que fueron sustraídos del templo por personas armadas. También demandamos que de forma inmediata se adopten todas las medidas de protección para salvaguardar la vida de nuestros hermanos jesuitas, religiosas, laicos y de toda la comunidad de Cerocahui”, indica el comunicado.

Los jesuitas destacaron que la sierra tarahumara enfrenta condiciones de violencia y olvido, al igual que otras regiones mexicanas. En este contexto, todos los días son asesinados hombres y mujeres, apuntaron.

“Al denunciar lo ocurrido hacemos notar también el dolor que vive nuestro pueblo por la violencia imperante y nos solidarizamos con tantas personas que padecen esta misma situación, sin que su sufrimiento suscite empatía y atención pública”, añade el comunicado.

‘Se llevaron los cuerpos’

El sacerdote Hernan Quezada dijo este martes que los jesuitas se encontraban en una reunión en la comunidad, cuando escucharon ruido en el templo, donde fue asesinado el hombre que era perseguido.

Consideró que los sacerdotes podrían haber intentado evitar el asesinato y, por ello, les arrebataron la vida.

“No tenemos sus cuerpos, es una situación muy difícil, un grupo armado se llevó los cuerpos del hombre que asesinaron y los de Javier y de Joaquín, lo cual aumenta el dolor de lo que estamos pasando”, apuntó en entrevista con Radio Fórmula.

Quezada dijo que no se tiene información sobre cuántas personas estarían involucradas en el ataque y en la sustracción de los cuerpos.

Javier y Joaquín son misioneros jesuitas, de aproximadamente 80 años de edad, que tienen décadas trabajando en la sierra tarahumara, narró el sacerdote entrevistado. (Fuente: El Financiero)

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