Por Itzel Chan

MÉRIDA, MX.- Más de 60 representantes de agrupaciones defensoras de derechos humanos, luchadoras sociales y comunidades, denunciaron que en la Península de Yucatán hay devastación debido a las granjas porcícolas, existe turismo depredador de las grandes corporaciones, además de racismo y otras prácticas que no les permiten salvaguardar la cosmovisión y los conocimientos ancestrales.

 

En un encuentro, abordaron las temáticas que conciernen a un “Desarrollo Comunitario, Biodiversidad y Derechos Humanos en la Península de Yucatán” y  fijaron a la vez un posicionamiento en el que exponen que a menudo hay pérdida de territorio en esta zona del país y las autoridades ignoran la situación.

 

En este sentido, exigen mayor respeto a la biodiversidad y el desarrollo comunitario sustentable, desde el trabajo de la colectividad.

 

Entre las agrupaciones que firmaron el posicionamiento, se encuentra Greenpeace y denunciaron que ya no quieren aceptar proyectos con perspectiva de desarrollo impuesto y construido sobre un racismo estructural y sistémico.

 

Pidieron también que sean los pueblos quienes decidan cómo aprovechar sus bienes y sus tierras, permitiendo así su audeterminación.

 

“No podemos ser ignoradas e ignorados por los gobiernos de paso. La clase política debe mandar obedeciendo”, indicaron.

 

Asimismo, piden igualdad y que la riqueza que se obtiene de los proyectos no se quede en unas cuantas personas.

 

“Pedimos que se ponga freno al extractivismo de la industria turística, agrícola ganadera a través de las granjas porcícolas y los monocultivos, además de la industria inmobiliaria que impacta severamente la vida y la biodiversidad de la región”, señalaron.

 

Estas problemáticas se viven en Campeche, Quintana Roo y Yucatán, por lo que indican que son pueblos conectados y lo que pase en una zona, afecta a las demás.

 

En el pronunciamiento, especifican que la Península de Yucatán enfrenta una grave crisis ambiental generada por megaproyectos extractivistas como las fábricas de cerdos, el despojo, el modelo inmobiliario, la agroindustria y los monocultivos, parques eólicos y solares, así que los proyectos turísticos son el gran ecocidio generado con el proyecto del Tren maya.

 

“No aceptamos la continua violación de nuestros derechos humanos al agua; al medio ambiente; a la tierra y el territorio; a nuestra libre determinación y autonomía.  Luchamos contra la resignación, las cosas sí pueden cambiar y deben hacerlo”, mencionaron. (Noticaribe)

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