Por Itzel Chan
MÉRIDA, MX.- A través de la investigación ‘Agua Amenazada, Informe sobre la grave contaminación del Anillo de Cenotes en la Península de Yucatán (México)’, se expusieron diversas problemáticas que actualmente dañan y contaminan el recurso hídrico en esta zona del país.
Los autores de esta investigación, Rodrigo Llanes Salazar y Katia Rejón Márquez expusieron que en Yucatán existe precariedad en cuanto a la infraestructura hidráulica para el saneamiento y para potabilizar agua, la cual, por definición, debería ser apta para consumo humano sin tener afectaciones a la salud.
La gravedad radica en que el agua potable en Yucatán rebasa los límites oficiales de máximos permitidos de residuos contaminantes y es peligrosa para la salud humana.
De acuerdo con la Comisión Nacional del Agua (Conagua), anualmente se descargan en el acuífero de Yucatán 102.3 milímetros cúbicos de aguas residuales sin tratamiento adecuado, debido a la insuficiencia de las 88 plantas industriales y 28 municipales.
Esta circunstancia coloca a Yucatán en los últimos lugares del país en el manejo sustentable del medio ambiente, así lo señala el Subíndice de Manejo Sustentable del Medio Ambiente elaborado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).
Tan sólo para 2012, Yucatán ocupó el lugar número 28 de 32 en este rubro; en 2014, bajó al puesto 29; en 2016 subió al 27 y en 2018 al 26, pero en 2020 descendió al antepenúltimo lugar, el 30.
Para 2018, precisamente el IMCO observó un mal manejo de aguas residuales en Yucatán, con un tratamiento de 0.11% de litros por segundo por cada 1,000 habitantes.
Por otra parte, se ha registrado un incremento del uso de plaguicidas y por ejemplo, en relación al cultivo de cítricos, esta actividad se expandió hacia el norte y noreste del estado, lo cual también mantiene relación con el uso de químicos en algunos municipios del Anillo de Cenotes como Ixil, Mocochá y Ucú.
También, otros municipios en los que se ha impulsado agricultura extensiva son Chocholá, Kinchil, Tecoh, Tekit e Izamal, Sacalum y Buctzotz.
El estudio indica que, de acuerdo con datos oficiales, mientras que en los ciclos agrícolas de Yucatán de 1989-1990 se usaron 606.8 toneladas de agroquímicos, para el ciclo 1995-1996 dicho consumo se triplicó a casi 2,000 toneladas y, en 2005, aumentó aún más a casi 4,800 toneladas.
Así, se ha registrado el uso de 74 plaguicidas, de los cuales 44 son considerados como altamente peligrosos según la lista del Pesticide Action Network International.
Hay que mencionar también que 33 de estos plaguicidas están prohibidos en otros países. Los plaguicidas más utilizados son el glifosato (en marcas como Faena, Velfosato, Herbipol, entre otras), paraquat (en presentaciones como Diabloquat, Gramoxone, Cerillo Antorcha), 2,4-D, imidacloprid, cipermetrina, clorpirfós, abamectina, metamidofós, novadurón y endosulfán.
El estudio corrobora que todos los plaguicidas de esta lista son considerados de mediana a altamente peligrosos. Incluso advierten que aún se aprecia la presencia de plaguicidas que se usaron hace más de 30 años.
Dentro de los químicos peligrosos usados, hay algunos que se detectan en la sangre y leche materna de quienes habitan en zonas aledañas a hectáreas de cultivo.
Cabe destacar que los plaguicidas más detectados en el agua del Anillo de Cenotes (como el dieldrín, endrín, heptacloro, lindano, endosulfá) han sido considerados productos químicos peligrosos cancerígenos.
A estas problemáticas también se suman las que son provocadas por la presencia de granjas porcícolas en la zona, actividad turística y las propias de las actividades humanas. (Noticaribe)