Por Itzel Chan

MÉRIDA, MX.- Tomando en cuanta datos del Inventario Nacional de Emisiones de Gases y Compuestos de Efecto Invernadero, cada persona en México es capaz de producir al año, unas 3.5 toneladas de Dióxido de Carbono (CO2), sin embargo, contrariamente a la producción, en Yucatán un grupo de 18 mujeres conocidas como ‘Las Chelemeras’ trabajan en la mitigación de sus efectos con la restauración de manglar que realizan en algunas Áreas Naturales Protegidas (ANP).

El investigador Jorge Herrera Silveira del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), asegura que en Yucatán hay alrededor de 40 mil hectáreas de manglares en algún estado de degradación, sin embargo, a lo largo y ancho del territorio se encuentran acciones que permiten que al menos otras 100 mil hectáreas estén conservadas y gran parte también se debe a la labor de restauración que se hace en zonas como Yucalpetén y la Reserva de la Biósfera Los Petenes, en donde han trabajado Las Chelemeras.

Muchas de ellas son esposas de pescadores u hombres dedicados a diversos oficios y hace un par de años les llegó la oportunidad de trabajar en estrategias de restauración de manglar, pero eso sí, las jornadas tenían un pago de 70 pesos aproximadamente por ocho horas de labor.

Al ser un recurso muy bajo, los hombres dijeron que no era dinero suficiente para mantener a una familia, pero las mujeres estuvieron dispuestas a generar recursos extras y le entraron a las actividades sin tener una dimensión precisa de qué se trataba.

“Llegamos por un sueldo, pero ahora hemos aprendido de todo en lo que nos beneficia el manglar”, indicó Keyla Vázquez, una de las integrantes.

No niegan que el sueldo es poco, pero confiesan que sus ojos se llenan cuando ven que las zonas que han restaurado cuentan con nuevos nidos de peces, de aves y de otras especies marinas, sobre todo en lugares que hasta hace unos años estaban ‘muertos’.

“Son diversos animales que sin duda benefician a nuestra comunidad que se dedica a la pesca”, compartió.

Hasta antes de realizar este trabajo, ellas no tenían en cuenta qué era por ejemplo el Cambio Climático y sus efectos, pero ya son conscientes que ellas son guardianas de la conservación, pues al restaurar zonas de manglares, al mismo tiempo contrarrestan diversos impactos ambientales.

“Nosotras ya aprendimos de grandes, porque no sabíamos que había mangle rojo, negro, blanco, pero ahora nuestros hijos de seis o siete años, ya saben todo lo bueno que traen los manglares y lo platican también con sus amiguitos y eso es un cambio de mentalidad”, añade.

Keyla tiene claro que falta mucho camino por recorrer en la conservación, pero ‘no hay mejor lucha que la que no se hace’.

Muchas de ‘Las Chelemeras’ ya habían trabajado antes en actividades temporales que ofrecía el Gobierno del Estado, como por ejemplo, limpieza de calles, campañas de abatización para disminuir la población de mosquitos que provocan el dengue, pero el restaurar y conservar manglares es una acción que llegó para quedarse en sus vidas.

Contrariamente a lo que se puede pensar, pues en muchas comunidades hay un machismo que permea y que indica que las mujeres sólo deben quedarse en casa, ‘Las Chelemeras’ consideran que tienen el respeto, admiración y apoyo de sus esposos.

“Hasta cierto punto ellos nos admiran porque han visto lo fuerte que es hacer este trabajo, es cansado y por ejemplo, cuando llegamos a casa ellos entienden que estemos cansadas y otros días más vienen a ayudarnos”, indicó.

El investigador Jorge Herrera las nombra ‘las champions’ porque sabe que es una labor de valientes la que realizan.

“Es un grupo de mujeres que ha asimilado el tema de la afectación de manglar; el trabajo no es fácil, es estar muchas horas en el sol, en el agua, palear en el lodo, hacer canales, sembrar. Es un trabajo demandante”, apuntó.

Uno de los trabajos que han hecho de restauración surgió como medida de compensación al construirse el distribuidor vial de Progreso.

En este caso específico, por ejemplo, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) se comprometió a desarrollar durante cinco años el proyecto de conservación, pero aún debe tres años, tanto al empleo de ‘Las Chemeleras’ como al Cinvestav, instituto que se encarga de monitorear el avance.

“El trabajo que estas mujeres hacen es un proyecto icónico porque son mujeres que han pasado sólo de hacer zanjas para los flujos de agua a ser ahora completas restauradoras de manglar”, describió.

Su trabajo comenzó desde 2010 en la costa norte de la península de Yucatán y ahora son alrededor de 100 hectáreas de manglar las que han restaurado, aún en medio de inclemencias del tiempo, pues en 2020, año de tormentas tropicales y huracanes, algunas de las plantas que habían crecido, murieron, pero eso no las detuvo, pues ahora han visto reverdecer la zona nuevamente.

Después de estas entrevistas, las 18 mujeres continuaron con la construcción de canales y la limpieza de vías fluviales que permiten que ingrese agua a las zonas degradadas.

Ellas construyen también viveros de manglar para luego sembrarlos en las zonas con urgencia.

Junto con las nuevas plantas de manglar, también nace la esperanza de ellas por un futuro de conservación ambiental. (Noticaribe)

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