CIUDAD DE MÉXICO, MX.- El incremento de la obesidad y el sobrepeso se desaceleró en México en 2021, pero todavía no se pueden echar las campanas al vuelo. Después de controlar el aumento, el reto es reducir significativamente la prevalencia de estas enfermedades, indica Simón Barquera, presidente electo de la Federación Mundial de Obesidad, publicó Expansión Política.

De 2020 a 2021, la obesidad en niños y niñas de 5 a 11 años de edad se mantuvo en 18.6%, mientras que el sobrepeso bajó de 19.6 a 18.8%, según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) 2021.

En el mismo periodo, la obesidad en adolescentes subió de 17 a 18.2% y el sobrepeso disminuyó de 26.8 a 24.7%. Para las personas adultas, la prevalencia combinada de sobrepeso y obesidad pasó de 73 a 75%. Sin embargo, sostiene el especialista, en tanto que en términos estadísticos no se considera un incremento significativo, la interpretación científica es que se mantiene la tendencia.

“Se mantuvo el nivel de sobrepeso y obesidad con una ligera variación. Pero lo que estamos encontrando, cuando analizamos los datos con las tendencias desde 1988 a la actualidad es que, contra lo esperado, ya se está empezando a ver un efecto de control de la epidemia. La interpretación científica es que no hubo aumento y, más bien, lo que se ve es una tendencia a la disminución”, sostiene.

El investigador del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP) advierte, no obstante, que el mensaje de estos datos no es “festejar que ya resolvimos” los problemas de obesidad y sobrepeso.

“En todos los grupos se ve un control, pero, por ejemplo, en escolares y en preescolares se ve una ligera reducción en los últimos años. Entonces, ¿quiere decir que ya resolvimos y aquí ya nos vamos a quedar y vamos a ponernos a aplaudir? No. Estamos en una situación sumamente complicada. Sí tenemos que reducir, tenemos que seguir buscando las formas, las estrategias, ver qué más podemos hacer”, subraya.

En entrevista en el marco del Día Mundial de la Obesidad, que se conmemora este 4 de marzo, el doctor Barquera destaca que, incluso, ahora México es considerado uno de los países front-runners en el plan de acción de la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el control y prevención de la obesidad.

Su propia elección para presidir la Federación Mundial de Obesidad, primera vez que lo hace una persona mexicana, es un ejemplo del reconocimiento por algunas políticas públicas de salud del país.

Nueva estrategia contra la obesidad

Aunque este gobierno dejó atrás la Estrategia Nacional para la Prevención y el Control del Sobrepeso, Obesidad y la Diabetes, centrada en disminuir las enfermedades y prevenir sus complicaciones, los esfuerzos por atender esta epidemia han crecido, indica el investigador.

En febrero de 2019, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de la Secretaría de Salud, Hugo López-Gatell, anunció que la estrategia se reestructuraría por problemas de implementación y por carecer de indicadores de desempeño e impacto.

Además, señaló entonces, el costo de esa estrategia era muy alto “para un impacto previsiblemente pequeño”.

Ahora, afirmó el doctor Barquera, la estrategia se amplió y busca transformar el sistema alimentario para hacerlo “justo, sostenible y saludable”, lo que reduciría el riesgo de las enfermedades crónicas, además de la obesidad.

El impuesto al refresco, la iniciativa de Entornos Escolares Saludables que prohíbe la comida chatarra en escuelas, el etiquetado frontal de advertencia de los productos procesados y el acuerdo nacional para la salud alimentaria son algunas de las estrategias que México ha implementado contra la obesidad en este sexenio y en el pasado.

“Si nos comparamos con la mayoría de los países, vamos muy bien. Todo el mundo está admirado del etiquetado de advertencia mexicano, está admirado de que tengamos este reglamento de publicidad, pero, también, si ya lo vemos con un sentido de crítica, el impuesto es muy bajo, tendría que aumentar a la comida chatarra y hay muchas cosas que se tienen que reforzar”, reconoce.

Reducir la obesidad es fundamental porque se relaciona con más de 15 enfermedades, entre ellas, cáncer de mama, de colon y del tubo digestivo. También, con enfermedades autoinmunes, renales y hepáticas y cardiovasculares, además de diabetes. (Fuente: Expansión Política)

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