En el marco de su lucha contra el cambio climático, el Gobierno francés está diseñando una estrategia para moderar las emisiones contaminantes del sector aéreo.

Una parte central de este plan es abogar por una reforma en la estructura de precios de los vuelos de bajo costo, un segmento altamente comercial de la industria aérea.

El promotor de esta postura es el ministro de Transportes de Francia, Clément Beaune, que propone establecer una “tarifa mínima” para los billetes de avión dentro de la Unión Europea.

Un movimiento que apunta directamente a las aerolíneas “low cost”, que han sido criticadas por ofrecer tarifas extremadamente bajas, a veces sin considerar el impacto ecológico significativo.

Una medida que, de concretarse, tendría una impacto en los viajes no solo dentro, sino fuera del continente, en un año que marcó la recuperación del sector viajes gracias a la flexibilización total de los requisitos para viajar a Europa.

Recordemos que los vuelos de bajo costo son una alternativa recurrente entre los turistas latinoamericanos que aprovechan sus tarifas accesibles para recorrer varios países en sus visitas al viejo continente.

No más vuelos a 10 euros

En una reciente entrevista con el semanario “L’Obs”, Beaune enfatizó que, en la era de la transición ecológica, mantener precios extremadamente bajos es insostenible, señalando que “ya no es posible” ofrecer billetes por 10 euros.

El ministro francés argumentó que los precios actuales de este tipo de vuelos no reflejan el verdadero coste medioambiental que estos vuelos generan.

La iniciativa francesa busca replantear la estructura de costos en la industria de aviación, orientándola hacia una mayor responsabilidad ambiental.

Beaune tiene planes de presentar formalmente su propuesta a otros miembros de la Unión Europea en los días venideros, marcando un paso significativo en el compromiso de Francia con una transición ecológica.

La pregunta central aquí es si el establecimiento de una tarifa mínima para los vuelos podría, efectivamente, alentar a las aerolíneas a adoptar prácticas más sostenibles y ecológicas.

Además, se espera que esta iniciativa fomente una competencia más justa entre las aerolíneas, evitando que algunas de ellas vendan boletos a precios irrisorios que no reflejen el costo real para el medio ambiente.

Impacto económico

El sector de las aerolíneas “low cost”, que se caracteriza por ofrecer tarifas accesibles, se encuentra en la mira de esta nueva proposición.

Ryanair, una de las líderes en este segmento, ya ha experimentado un aumento del 42% en el precio medio de sus billetes durante el primer trimestre fiscal, alcanzando una media de 49 euros.

Las aerolíneas podrían verse obligadas a revisar su modelo de negocio y a buscar alternativas más sostenibles y respetuosas con el medio ambiente.

Actualmente, el reajuste de los precios en aerolíneas como la irlandesa viene influenciado por un aumento de la inflación, lo que indica que la era de los vuelos extremadamente baratos podría estar llegando a su fin.

Recaudación para la transición verde

Junto con la introducción de una tarifa mínima para los vuelos, el ministro Beaune también ha mencionado la posibilidad de incrementar un impuesto llamado “de solidaridad” que aplicaría a los vuelos que partan desde Francia.

El objetivo de este impuesto sería financiar los esfuerzos de transición ecológica en el sector aeronáutico, con una meta de recaudación de 300 millones de euros anuales.

Una recaudación sería una herramienta vital para fomentar prácticas más verdes y sostenibles en la industria de la aviación.

Sin embargo, surge una interrogante sobre cómo será recibida esta propuesta por otros países de la Unión Europea y si estarían dispuestos a adoptar una estrategia similar para combatir el cambio climático.

La industria reacciona

La propuesta de Francia no ha sido bien recibida por todos los sectores de la industria aérea.

Uno de los críticos más destacados es el director general de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA), Willie Walsh, quien no dudó en calificar la medida como “completamente absurda” y carente de utilidad para mitigar el cambio climático.

Según el directivo, la supresión de todas las rutas aéreas que cubren distancias inferiores a 500 kilómetros en el territorio europeo resultaría en la eliminación del 24% de los vuelos actuales.

No obstante, este recorte en la oferta de vuelos tendría un impacto mínimo en la reducción de las emisiones de CO2, que se estima que sólo disminuirían en un 3.84%, de acuerdo a datos proporcionados por un informe de Eurocontrol.

Airlines for Europe (A4E), una asociación de aerolíneas europeas, señaló que esta prohibición solo “tendrá efectos mínimos” en la emisión de CO2. También, exhortó a los gobiernos a apoyar “soluciones reales y significativas” al problema.

Sector aéreo en España, en contra

En paralelo a la propuesta francesa, el plan “España 2050” impulsado por el presidente español Pedro Sánchez, contempla también la futura eliminación de este tipo de vuelos en el país.

En su momento, el sector aéreo español también cuestionó la efectividad de tal estrategia en la reducción significativa de las emisiones contaminantes.

La aerolínea bandera española, Iberia, señala que la iniciativa frenaría el desarrollo e inversión en aviones eléctricos, para los que los trayectos cortos representan un importante campo de pruebas.

El gigante aéreo además advirtió que generaría problemas de conectividad y pérdidas económicas.

Un estudio hecho por la consultora PwC para la aerolínea calculó que por cada millón de viajeros que toman estos vuelos, se generan 102 millones de euros de PIB y 1.802 empleos.

A su vez, la Asociación de Líneas Aéreas (ALA), coincide que la reducción de emisiones que se lograría con la supresión de estos vuelos sería marginal, representando apenas un 2%.

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