CIUDAD DE MÉXICO, MX.- En México entre 4 y 8 por ciento de la población se ve afectada por el Trastorno Afectivo Estacional (TAE) o depresión invernal. Se trata de un padecimiento que modifica la producción de serotonina, uno de los principales neurotransmisores del cerebro, conocida como la hormona de la felicidad, pues produce sensación de bienestar, relajación, satisfacción y autoestima, publicó La Jornada.
Es un trastorno emocional, considerado como un subtipo de depresión. Lorena López, directora de Gestión de Servicios Psiquiátricos de la Comisión Nacional de Salud Mental y Adicciones (Conasama) de la Secretaría de Salud (Ssa), dio a conocer que en esta época invernal es frecuente porque está vinculado a la falta de luz solar y las bajas temperaturas.
En entrevista con La Jornada aseguró que cuando no hay tanta luz de sol no se producen ciertas sustancias importantes en el cerebro para que estemos de mejor ánimo, pues disminuye la serotonina y aumenta la hormona melatonina, que estimula el sueño.
Es un mal muy parecido a la depresión. La diferencia radica en que ocurre y se exacerba en determinadas épocas del año. Esto se produce por una deficiencia de serotonina y un exceso de melatonina, lo que genera que el cuerpo no produzca suficiente vitamina D, que es un recurso para generar la primera hormona mencionada.
Según datos de la Ssa, la depresión invernal afecta a una proporción de cuatro mujeres por un hombre. Sus principales síntomas son: aumento de apetito y por lo tanto, aumento de peso; desesperanza, dificultad para conciliar el sueño o dormir demasiado; tristeza e irritabilidad; pérdida de interés en actividades cotidianas y menor energía.
Otro de los sectores de la población más afectados por esta condición son las personas adultas mayores que viven solas, en situación de dependencia, abandono o con limitaciones funcionales que les impide exponerse al sol.
La especialista de la Conasama enfatizó que se requiere atención especializada para quienes sufren del TAE.
Lo ideal es tener tratamiento psicofarmacológico y psicoterapéutico, es decir, no funciona una u otra cosa aislada. Se requiere una intervención multidisciplinaria.
Lo primero, dijo, es definir si realmente el paciente requiere de intervención farmacológica, porque tiene deficiencia de ciertos neurotransmisores como la serotonina. El tratamiento psicológico nos permite identificar que síntomas se agravan y detectar qué los produce.
Las personas con dicho trastorno, explicó, tienen tristeza la mayor parte del tiempo, todos los días, durante por lo menos dos semanas. Hay sentimientos de desesperanza, se sienten muy irritables, dejan de hacer cosas que antes les ocasionaban satisfacción, que solían disfrutan y de pronto pierden el interés.
También se sienten sin energía, tiene dificultad para dormir o algunos de ellos duermen en exceso, es como si estuvieran hibernando. Algunos de ellos pierden totalmente el apetito o hay casos, al contrario, tienen mucha hambre; con avidez de comer carbohidratos como pan y galletas, que suben de peso.
En casos muy extremos, subrayó, cuando esto no se ha atendido en tiempo y forma y es totalmente recurrente, pueden llegar a haber pensamientos de muerte o ideas suicidas, y en algunos casos, comportamiento o conducta suicida. (Fuente: La Jornada)