Por Itzel Chan

MÉRIDA, MX.-“Una nación que destruye sus suelos se destruye a sí misma. Los bosques son los pulmones de nuestra tierra, purificando el aire y dando nueva fuerza a nuestra gente”– Franklin D. Roosevelt.

Y así, cuando queremos escapar de todo y de todos, vamos a un lugar donde hay árboles, a respirar paz, decimos.

Una vez, hace poco tiempo tuvimos eso en Cholul, una comisaría cercana a Mérida, una ciudad que bajo el argumento de la alta seguridad, está de moda.

Tuvimos miles de árboles de especies diversas, entre ellas mucha ceiba, jabín, tzalam, zapote y otros tipos que han sido refugio de parvadas de pericos y aves pecho amarillo, chara o chel, cardenal, golondrina y hasta al hermosísimo pájaro toh.

Ese verdor poco a poco va tomando forma en nuestros recuerdos solamente porque por ejemplo, de la ceiba gigante que estaba frente a casa ya ni la sombra queda tras ser talada hace siete años, por sólo citar un mínimo ejemplo.

Este caso cada vez es más común en los alrededores cuando vemos que se abren caminos, se cortan árboles sin la menor pena y se construyen casas en las que sus habitantes se resguardan del calor y el sol bajo techos de concreto.

Al recorrer Cholul, una comunidad que hasta hace tres años contaba con 13 mil habitantes, es posible ver cómo las maquinarias invaden el territorio y talan con rapidez toda la riqueza forestal que hay en la zona, convirtiendo esto en un desierto humano.

Hace poco me preguntaba ¿por qué no dejan al menos tres árboles en cada terreno que podan y construyen en torno a ellos? ¿por qué hay necesidad de talar todo, de arrasar con todo?

Es porque posiblemente ‘estorben’ para la construcción de sus cientos de casas, proyectadas a ser vendidas en más de un millón de pesos cada una.

Pero quizá se nos olvida cuando en junio de 2023, en Mérida vivimos, sudamos y sufrimos temperaturas mayores a los 40º grados centígrados y viene a mi mente la frase “No es calor, es desmonte”, un desmonte que se palpa en Cholul y se extiende en los demás kilómetros donde hubo selva en Mérida y en todo Yucatán.


Gerardo Carrillo Niquete, asociado a proyectos de la Unidad de Recursos Naturales del Centro de Investigación Científica de Yucatán (CICY), ha trabajado desde hace un tiempo para comprobar que existe la relación entre deforestación y aumento de temperatura, situación que se ha agravado en sitios de Mérida, Kanasín, Ucú, Conkal y Progreso, en donde también coincide el incremento de desarrollos inmobiliarios.

Por ejemplo, en una zona de concreto y un terreno con vegetación, la diferencia puede ser abismal, pues hay una diferencia hasta de 16º en temperatura.

Lo que sucede en Cholul es tan sólo la punta del iceberg, pues la situación de un desarrollo maximizado es más compleja a nivel estatal.

Por supuesto se trata de decisiones que se toman desde oficinas en el ámbito gubernamental a escala estatal y municipal, en donde se otorgan permisos sin mayor dificultad, sin restricciones de tala y sin consulta a quienes habitan en la comunidad.

Lizbeth Elena Cocom Canché, comisaria en Cholul, vive aquí desde que nació y contó que para ella era muy normal ver en las calles conejos, ardillas, cerdos de monte y otros animales que ahora, a sus 55 años es muy complicado apreciarlos en vida libre.

A pesar de la figura de autoridad que ella tiene en su comunidad, no supo decirnos con exactitud cuántos nuevos desarrollos hay porque no le comunican nada quienes toman las decisiones.

“Eso lo ven en el gobierno del estado y en el municipio, a nosotros no nos dicen nada y no nos consultan nada, sólo vemos que de repente hay más tráfico, más gente, hay menos agua y tenemos problemas de luz porque cada vez somos más. Antes, antes todo era muy verde porque teníamos más monte”, compartió.

Tan sólo en el último año, en la comisaría llevan el registro de cinco nuevos desarrollos, pero no descarta que sean muchos más y se puede corroborar porque hay zonas en las que antes eran brechas que ahora son calles y en donde era una pared de vegetación, ahora las hay de cemento.

Es posible que en Cholul ya dentro de poco no veamos tantas aves, también es posible que este 2024 tengamos más calor, pero lo triste es que Cholul no será un hecho aislado, pues de acuerdo con el Plan Municipal de Desarrollo Urbano 2016-2030, en Mérida se han perdido más de mil hectáreas de vegetación en 10 años. (Noticaribe)

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