Por Itzel Chan
MÉRIDA, MX.- De acuerdo con Tomás Pérez Suárez, coordinador del Centro de Estudios Mayas del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM: “De las culturas mesoamericanas, la más taquillera, sin duda, es la cultura maya”; no obstante, esta capacidad de ser una cultura blockbuster y “fuente de una riqueza impresionante”, de acuerdo con la afirmación del investigador en un reciente artículo publicado por El País, no ha impedido que en las últimas décadas la población mayahablante en Yucatán haya disminuido, aunque al mismo tiempo, se resalta el esfuerzo que se hace desde distintas trincheras por hacer que la lengua maya resista y persista.
De 2010 a 2020, con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la cantidad de personas que hablaban maya se redujo de 29.6% a 23.7%. Esto es: hace una década eran 544 mil 927 personas y ahora esta cifra disminuyó a 525 mil 92. Más allá de los datos fríos y de los porcentajes esto significa que en sólo 10 años la población mayahablante se redujo en 20 mil personas, lo que representa más de la población total actual en municipios como Tixkokob, Tecoh, Espita y Conkal.
Seis puntos porcentuales no parecen tan impactantes, pero imaginemos que todos los habitantes de un municipio como Ticul hablan maya y en 10 años la mitad de la población deja de hacerlo. De ese tamaño es el desafío.
Y si bien el panorama no es muy alentador – indica un reportaje de National Geographic que cada dos semanas muere una lengua en el mundo – hay varias iniciativas, proyectos y esfuerzos para sacar la lengua maya, tanto en sentido literal como metafórico.
Sacar la lengua como símbolo de resistencia y sacar la lengua maya de esos espacios tradicionales y privados en los que en los últimos años quedó confinada y llevarla de vuelta a espacios públicos, contemporáneos y colectivos para que este idioma interactúe de igual a igual con otros idiomas y culturas.
Nada más y tampoco nada menos para una lengua que de acuerdo con el último censo habla 1 de cada 5 habitantes de Yucatán.
El proyecto se llama Hun Uitzil Chac y tiene como objetivo rescatar y reivindicar la escritura maya a través de la caligrafía y el grafiti. José Ángel Koyoc Ku es historiador por la Universidad Autónoma de Yucatán (UADY), aunque él se reivindica más dentro de la tradición de stickers, murales e intervención gráfica en espacios públicos.
Y precisamente, vinculando lo aprendido en la carrera, en talleres de revitalización lingüística con arqueólogos y antropólogos y en programas de intercambio en el País Vasco, una parte importante de esta iniciativa es acercar el significado de los apellidos en lengua maya a través de una escritura jeroglífica legible.
“Yo considero que aún hasta ahora sigue siendo en muchos lugares un estigma tener un apellido en lengua maya. Por eso, parte también del proyecto de caligrafía es ver que esos apellidos cuenten con un sistema de escritura en específico en el que se puedan escribir y, sobre todo, puedan ser leídas por cualquier persona que conozca el sistema de escritura.”
Buena parte del trabajo llevado a cabo en el proyecto Hun Uitzil Chac se puede apreciar a través de sus redes sociales, específicamente en su perfil de Instagram. Ahí están los glifos realizados para colectivos mayas que defienden los cenotes y el bosque tropical, stickers para equipos de ciclismo de montaña, diseños inspirados en los jeroglíficos del Códice Dresde y bocetos de patronímicos y apellidos.
Una labor fundamental para reintroducir este sistema de escritura y defender un idioma. “Sí creo que la lengua maya corre un serio riesgo de extinguirse porque no se están generando nuevos hablantes jóvenes a la escala que uno pensaría para que el idioma pueda garantizar su viabilidad. En el sentido de que al ritmo que seguimos en dos generaciones muy posiblemente ya no exista la lengua maya.”
Y esto tiene que ver también con la discriminación hacia los hablantes de las lenguas indígenas. Glotofobia es un término reciente que se utiliza para referirse a la discriminación por la forma de hablar, por la variedad lingüística, por un determinado acento. A lo cual también se le suma un estigma, una carga simbólica: “Parte de ese estigma también se refleja en las equivocaciones que se tienen acerca de qué significa un apellido en maya. Los más comunes dicen que significa ‘piojo’ o ‘garrapata’, pero si uno va viendo y conociendo la historia de esos nombres, se da cuenta que están totalmente erradas esas interpretaciones”. Así, al caligrafiar la maya, no sólo se les da contorno a sus sílabas, también se les llena de significado.
El maestro Ricardo Enrique Cetina Flores, quien ha sido distinguido en diversas ocasiones por su labor para reivindicar la lengua maya, compartió que han registrado una técnica efectiva para conservar esta parte cultural y es a través de los libros cartoneros.
Él ha trabajado con otros docentes de Yucatán, con quienes comparte una serie de talleres para la elaboración de estos libros, los cuales comenzaron a realizarse desde 2015 aproximadamente. A pesar de los retos que conlleva impartir los talleres que hacen de manera independiente, Cetina Flores indica que lo hacen con el fin de ofrecer más herramientas para que la lengua maya siga viva.
“Lo hacemos como parte de conservar nuestra identidad, nuestra cultura, nuestra lengua originaria”.
Desde su experiencia, ha observado que hay docentes que tienen el interés por conservar sus raíces. Los libros cartoneros se hacen a partir de temáticas que encuentran entre docentes, madres y padres de familia y estudiantes en su misma comunidad.
“Motivamos a los docentes para que hagan con sus alumnos diversidad de textos como cuentos, fábulas, leyendas, historietas, recetarios, instructivos. La idea es que platiquen de su comunidad, de sus juegos, de sus dinámicas y que a las niñas y niños les interesen y les sirvan, todo escrito en lengua maya”, describió.
Los libros que se hacen en las escuelas y en los que se aplica esta técnica son inéditos, pues las historias son únicas y todas se combinan con creatividad, porque las portadas de los libros igualmente son elaboradas a partir de lo que su imaginación les permita.
Cada ciclo escolar se va incrementando el acervo.
“Estos libros tienen todas las partes que cualquier otro libro, por ejemplo, la portada, la contraportada, índice y todos los demás elementos”.
Y es que para el docente yucateco esta es una forma de apropiación de sus historias, sus costumbres y de la misma lengua que los distingue como cultura. (Noticaribe)