Akumal y Bacalar, las comparaciones ¿odiosas? | Por Gilberto Avilez Tax

No me gusta hacer comparaciones, pero ahora bien viene a cuento lo de Akumal con Bacalar.

Los de Akumal quieren tener acceso al mar, desde hace meses están en pie de lucha para tener un acceso libre al mar, sin privatizaciones de por medio, luchando contra el mal gobierno municipal de Tulum. Ellos son una esperanza para la sociedad civil quintanarroense que piensa que Quintana Roo es el turismo, sí, pero no solamente el turismo, igual Quintana Roo son sus gentes, los que viven aquí y no en los palacios hoteleros.

Por el otro lado, diametralmente distinto a Akumal, se encuentra Bacalar. Los bacalareños aman su laguna, a sus estramatolitos, y están convencidos que su bello pueblo es el comienzo del paraíso. Bacalar es una maravilla de la naturaleza, sus aguas tranquilas han llamado la atención de poetas y viajeros desde el siglo XVIII, pero resulta que la laguna de Bacalar no es de los bacalareños, hace mucho tiempo que esa laguna se convirtió, virtualmente, en una laguna privada.

La culpa de eso se debe, desde luego, a los malos gobiernos de Bacalar: hace unos días, un bacalareño me contó que el famoso Chepe Torta estaba en tratos para concesionar esa laguna a una empresa privada, no sé si esto sea cierto, pero apunto aquí el comentario.

Pero la culpa de que la laguna de Bacalar igual se encuentre privatizada, se la debemos a los “tatiches” del Ejido de Bacalar: ellos vendieron todo, la gente de fuera solamente compró las tierras frente a la laguna que les ofertaban.

Hoy Akumal es un claro ejemplo de que el coraje ciudadano puede modificar las arbitrariedades de los déspotas del dinero. Y hoy, Bacalar es el contraejemplo de una ciudadanía que no queremos: apática cuando su laguna cede espacios al capital privado. Como decía el famoso Eduardo Durán -especie de conciencia chismosa de lengua bífida de Bacalar- cuando alguien subió a las redes sociales fotografías de las maquinarias del dueño del Diario de Quintana Roo excavando en la laguna, los bacalareños piensan que con quejarse por redes sociales ya cumplieron su parte para defender a su laguna. Ni la “izquierda” en Bacalar, en sus discursos, se ha referido expresamente al tema de la laguna. Se han formado organizaciones en Bacalar que luchan por defender sus tierras cerca de la laguna, pero estos grupos de bacalareños no persiguen y pugnan por un derecho al medio ambiente eficaz para cubrir de peligros a la laguna, sino que sus intereses son privados: la defensa de sus tierritas, o de sus “terenos” colindando con la laguna.

La laguna de Bacalar, y los espacios que la circuyen, pienso, no deberían quedar en manos del capital privado. Es urgente formar equipos ciudadanos y conocer la problemática ambiental de la laguna para defenderla de las depredaciones de fuera, y de dentro de Bacalar. Creo que la única vía es que el gobierno nacional expropie todas esas tierras alrededor de la laguna y la declare de interés público, y hasta le conceda el rango de área natural protegida. Porque si dejamos esta bella laguna en manos de los bacalareños, no dudemos que en menos de una década tengamos otro Tajamar. Así de grave lo veo.

Para empezar por el rescate de nuestras aguas nacionales, mares y costas, un gobierno de verdadera izquierda tendría que modificar el primer párrafo del artículo 27 constitucional, que a la letra establece: “La propiedad de las tierras y aguas comprendidas dentro de los límites del territorio nacional, corresponde originariamente a la nación, la cual ha tenido y tiene el derecho de transmitir el dominio de ellas a los particulares, constituyendo la propiedad privada”.

Pero aún en estos términos constitucionales, la nación, es decir, el gobierno, está facultado para desprivatizar las tierras alrededor de la laguna de Bacalar, porque esta laguna no puede quedar en manos de intereses privados.