Lo que ocurre con el PAN de Quintana Roo es para ‘Ripley’.
Y es que el PAN, como partido político, quedó en primer lugar en las elecciones de 2016 y en las de hace mes y medio, en segundo.
Pero este palmarés es un espejismo, pues tras las elecciones del 1 de julio de 2018, no habrá algún alcalde panista en Quintana Roo y muy probablemente tampoco habrá, por primera vez en muchas legislaturas, un diputado federal quintanarroense con militancia en Acción Nacional.
La percepción es que el PAN está en crisis. Su condición del partido en el gobierno poco le ha servido. De hecho, el papel de representantes populares de Acción Nacional es el mismo o peor que el del priismo con gobernadores del PRI.
Dentro del PAN-QR poco a poco se acumula el encono contra los actuales dirigentes. La sangre empieza llegar al río. La aún diputada federal, Patricia Sánchez Carrillo, ya de plano salió a pedir la renuncia del presidente estatal Juan Carlos Pallares y, de paso, expresó que en el panismo de Quintana Roo hay un ánimo de ‘frustración’.
Pero poco parece afectarle a la cúpula panista lo ocurrido a este partido el pasado 1 de julio y al parecer no hay intención de aplicarse a fondo, a efecto de que los de siempre sigan mandado y poniendo candidatos.
Parecería que la estrategia sigue siendo la de “entre menos burros más olotes”.
