Piden ampliar protección a Xcacel

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TULUM, MX.- Mientras el director de Punta Carey, Mikael Katz, pide la oportunidad de demostrar que con su proyecto se intenta romper los viejos paradigmas de desarrollo aplicados en México, grupos ambientalistas solicitan al gobierno del estado que aumente la superficie del decreto del Santuario de la Tortuga Marina de Xcacel-Xcacelito y que permute al inversionista el predio que posee en la zona para que construya en otro lugar.

Defenderán el santuario

La presidenta del Movimiento Ciudadano Ecologista “Yax Cuxtalt”, Guadalupe de la Rosa Villalba, señaló que mantendrán la lucha para defender el santuario de la tortuga marina Xcacel-Xcacelito, porque el proyecto de Punta Carey no puede establecerse dentro del área natural protegida.
“Hay que tomar en cuenta los antecedentes que envuelven a este proyecto, si nosotros no tomamos en cuenta los antecedentes, pues definitivamente no van a saber porque la postura de los ambientalistas es no, y ojo que el proyecto es innovador y que cumple con muchas cosas de conservación para el medio ambiente, que es lo que dicen los inversionistas, pero no en la zona de Xcacel, nuestra postura será siempre la misma que queremos que esa zona se preserve”, precisó.
De la Rosa comentó que si los inversionistas verdaderamente vienen con una postura positiva, deberían de aceptar su realidad y la permuta con las autoridades del Gobierno del Estado y no estar buscando cómo establecerlo ahí, en donde no es posible.
“Por eso invitamos a los desarrolladores a que acepten esa permuta de ese lugar, esta es la tercera vez que se mete un proyecto para ser autorizado en esa zona de Xcacel, y esperamos que la autoridad tome conciencia y revoque el proyecto”, soslayó.
Dijo que ese terreno sí pertenece al área de Xcacel Xacelito, ya que el terreno antes en un inicio fue el Turtle Reef, y está ubicado en el predio pegado a Chemuyil, o sea pertenece a esa área de lo que es Xacel Xacelito, no queda afuera.
Precisó que la vez pasadas que se revocó el proyecto fue porque denunciaron que ellos estaban omitiendo información y falseándola, primero que el predio se denominaba Chemuyilito y luego que está en Chemuyil: “no es cierto sino que es parte de Xacel, entonces ahorita es el mismo predio, el mismo lugar, si no estarían hablando de donar tierra al santuario”, sostuvo.
La ambientalista dijo que esperan que la autoridad ambiental asuma su función y que el Gobierno del Estado atienda las demandas, porque durante años los ambientalistas han pedido que permuten la totalidad de esos cinco predios, y nada más han permutado tres que son los de enmedio.
“Es una vergüenza que sean los extranjeros quienes tengan más conciencia y hayan aceptado la permuta a los empresarios mexicanos que tienen el terreno junto a Chemuyil y el terreno de la zona sur junto a Xel-Ha, pues yo creo que porque estamos en México ya saben cómo se manejan las cosas en nuestro país, por eso solicitamos nuevamente al gobierno ambiental que no permita que se aterricen estos proyectos”, agregó. (Fuente: El Quintanarroense)

Katz, junto con un grupo de empresarios que conforman el Fideicomiso Punta Carey, impulsa la edificación de un conjunto turístico hotelero en un terreno de 26 hectáreas, que en una porción se ubican en el área natural protegida estatal de Xcacel, la mayor playa de anidación de la tortuga blanca y caguama en el Atlántico.
En entrevista con El Periódico, asegura que el proyecto Punta Carey se basa en un nuevo modelo de desarrollo que pretende desplazar al actual, que se encuentra ya obsoleto.
Dicho esquema de desarrollo incluye la transparencia, la inclusión de la comunidad en la conformación del proyecto mismo; la implementación de programas educativos y becas para integrantes de la comunidad como parte de su responsabilidad social como empresa, y la creación de una fundación para financiar el trabajo de organizaciones ambientales en defensa de las tortugas marinas de Xcacel.
“El futuro del país tiene que ir en el sentido de la sustentabilidad, que es un buen negocio. El verde no es sólo una etiqueta para nosotros; queremos un alto a los abusos del pasado y demostrar que sí se pueden hacer las cosas de forma responsable en lo social y lo ambiental”, asegura Katz, quien es parte de la empresa Walstone, una de las firmas que integran el fideicomiso.
Sin embargo, la opinión de diversas organizaciones civiles difieren en algunos puntos con respecto, no al proyecto, ni al modelo propuesto por los desarrolladores, sino con su ubicación.
Carlos Meade, de Yaxché-Árbol de la Vida, señala que Punta Carey posee diversas virtudes en comparación con los proyectos que se han llevado a cabo en la entidad; sin embargo, advierte en él varios inconvenientes, siendo el mayor el recurso hidrológico.
El tratamiento que se le dará al agua -dice- por un lado cavando pozos profundos para extraerla y el proceso de desalinización. El otro, la inyección de las aguas residuales al manto freático, también a profundidades que, si bien llegan a los cien metros “no garantiza que no habrá nutrientes que desemboquen al mar, afectando con ello al arrecife de coral”.
El activista enfatiza también en el aspecto social. Si bien el fideicomiso se ha comprometido a la ejecución de programas, becas e incluso a la aportación de recursos al Santuario de la Tortuga Marina, no ha considerado el impacto que generará como imán para trabajadores y nuevos pobladores.
“Los 104 cuartos que construirán equivaldrán a un promedio de entre 15 y 20 mil nuevos habitantes no contemplados en el crecimiento de poblaciones como Chemuyil, por ejemplo. Entonces se corre el riesgo de generar asentamientos irregulares con altos rezagos sociales, con un manejo salvaje de residuos sólidos”, expresa.
En ese tenor, Meade es uno de los que considera que el proyecto, pese a sus bondades, no es adecuado para la zona en la que está pensado. Por tanto, propone que se extienda la superficie del decreto como área natural protegida de la costa hacia la carretera, que se le dé un adecuado manejo y que los desarrolladores apliquen su iniciativa en otra área más apta y de menor fragilidad.
Felipe Ornelas, de Planeación del Hábitat, concuerda con los aspectos positivos del desarrollo; de hecho, respalda el concepto de Katz en cuanto a que los modelos de planeación tradicionales han colapsado y pone como ejemplo de ello a Cancún, rebasado en su diseño y operación.
No obstante, también opina que el estudio de impacto ambiental elaborado para el proyecto carece de análisis en materia de los impactos sociales; señala que no se tomó la opinión ni de los habitantes de Chemuyil, poblado aledaño, ni de los encargados del Santuario de la Tortuga Marina, por ejemplo.
Remarcó que se desconoce además el impacto asociado que Punta Carey tendrá conjuntamente con el desarrollo colindante de mil 600 habitaciones del grupo Posadas, así como el de otro proyecto de dos mil llaves y un par de campos de golf a edificarse en esa misma área de influencia.
Para la asociación Amigos de Sian Ka’an (ASK) el agua vuelve a ser un motivo de profunda preocupación.
Gonzalo Merediz, director ejecutivo de la agrupación, reconoce la apertura del fideicomiso para recoger las inquietudes de ciudadanos y sociedad civil organizada; también valora la baja densidad del complejo y aspectos de su diseño y concepción.
Mas no le pasa desapercibido que a los estudios hechos por los asesores ambientales del fideicomiso les falta mayor información sobre la dinámica hidrológica del área; incluso, aunque “reconocen la importancia de los aportes de agua subterránea, les faltan más estudios”.
Una de las razones por las que el agua es fundamental para la zona donde se plantea el proyecto es que la Península de Yucatán está unida por una red de ríos subterráneos de gran extensión, que de contaminarse, no sólo pondría en riesgo la calidad del líquido suministrado para los pobladores de la región, sino que también habría fuertes implicaciones para el hábitat marino, incluso para la actividad económica. Se afectaría a los arrecifes de coral, las playas y hasta el color del mar por la presencia de nutrientes.
“El tema es importante porque en la zona en donde se plantea el proyecto hemos detectado que el techo del acuífero está a cinco metros, de acuerdo con los perfiles geoeléctricos que se han obtenido de estudios recientes”, subraya Merediz.
“En cuanto a la inyección al subsuelo, se asume que el agua va a hacia el mar; sin embargo, estudios de la investigadora Patricia Beddows nos indican que hay flujos a la inversa, del mar hacia tierra adentro; hay que ser muy cuidadosos porque la presencia de nutrientes podría dañar al arrecife”, remarcó. (Fuente: El Periódico)

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