Según el calendario chino ha culminado el tiempo del dragón y ha iniciado el año de la Serpiente, pero en el caribe mexicano se ve venir al reptil encubriendo al agazapado dragón oriental que pretende dominar los espacios, los trabajos y los mercados. de nuestra gente y de nuestra América.
Así se quiere ver y debido a eso esta creciendo un intenso debate. El asunto puede tomar tintes inesperados e indeseables si no se advierte a tiempo. Ya salió a manifestarse, en plena festividad china, la comunidad que dice ser “de aquí” en contra la que puede venir “de allá”.
Lo peor que podría suceder es que el discurso en contra del Dragon Mart se envuelva o sirva de pretexto para la generación de actitudes y acciones de rechazo, marginación, exclusión social y xenofobia en contra de los chinos. Ciudadanos o visitantes. Hay inquietantes síntomas pues he podido escuchar a quienes, con injustificada preocupación y enojo, los cree ver como un peligro en las calles “invadiendonos por todas partes”.
Cuidado con ese paso en falso.
En la historia negra de México hay capítulos deplorables manchados con la tinta sangre de los chinos. En el pacífico norte fueron traídos durante el porfiriato para la construcción del ferrocarril y luego marginados, perseguidos y masacrados. Los que pudieron y tuvieron suerte sobrevivieron, se castellanizaron y se mezclaron; aunque no pudieron ocultar sus rasgos, abandonar totalmente sus gustos y costumbres o modificar los ojos rasgados. Herencia de ello somos testigos. Hoy aquella región presume de tener los mejores restaurantes de comida china en el país.
También debemos recordar aquella escandalosa y ominosa masacre en mayo de 1911 en Coahuila. La toma maderista de Torreón, inicio del fin del régimen porfirista, fue el escenario para un extravagante festín de sangre de los alzados y los pobladores locales contra 303 miembros de la comunidad china cuyos comercios y propiedades fueron saqueadas. Un hecho absurdo, causado por una incorrecta exaltación de los ánimos de la turba, que sigue siendo causa de investigación y de vergüenza. Matanza que, para colmo, dio pie a la llamada “campaña anti-china” que proliferó en nuestro país entre 1911 y 1934. En octubre de 1913 seiscientos chinos fueron acribillados en las afueras de Monterrey y sus comercios saqueados.
Nada hasta ahora que lo justifique. Pero también hay que decirlo si de algo vale: la China de hoy no es la de entonces. Los chinos tampoco. Hay que analizar, por ejemplo, el fenómeno de su expansión económica y comercial en la región del Caribe o en Comunidad Europea -de manera particular en España-. No sólo de sus capitales, sino de las personas de carne y hueso.
Advirtamos y vacunemonos contra la xenofobia. Una cosa es estar en contra del Dragón Mart y otra muy diferente seria descargar la furia, el enojo o la frustración en contra de las personas de origen chino.

Autoridades, promotores y detractores del proyecto comercial deben cuidar los términos de la polémica y evitar la exaltación de la vena excluyente que todo proteccionismo y localismo llevan dentro.

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