El pasado de Jorge Bergoglio como representante de una Iglesia poco crítica durante los años oscuros de la dictadura argentina es uno de las manchas que exhibe el nuevo Papa Francisco I, primer latinoamericano y primer jesuita de la historia en alcanzar la más alta posición del clero católico. Además, sobre él pesa la imagen de ser un radical intransigente en asuntos de libertad sexual.
Aquí, una nota del diario El Mundo, publicada en el año 2010:
El número uno de la Iglesia argentina, sospechoso de colaborar con la dictadura
El ‘número 1’ de la Iglesia católica en Argentina, el cardenal Jorge Bergoglio, 73 años, ha sido señalado como colaboracionista de la ‘guerra sucia’ de la dictadura militar (1976-1983) porque presuntamente delató a dos curas subordinados suyos en la Compañía de Jesús de los jesuitas.
La denuncia proviene de supervivientes de la ‘guerra sucia’ y por eso el arzobispo de Buenos Aires ha tenido que declarar este lunes como testigo en el juicio a 18 ex represores de la ESMA, centro de exterminio de la Armada, donde unas 5.000 personas fueron asesinadas en los tétricos ‘vuelos de la muerte’.
Aunque el prelado quiso acogerse al beneficio de declarar por escrito, alegando su condición de jefe de la Iglesia católica, los jueces hicieron cumplir la ley obligándole a declarar verbalmente y someterse a preguntas. La audiencia tuvo lugar en el Arzobispado y fue cerrada a la prensa y el público.
En la dictadura, Bergoglio era el provincial de los jesuitas en Argentina y desde ese cargo quitó, en mayo de 1976, la licencia religiosa (igual a expulsión) a los curas Francisco Jalics y Orlando Yorio, dos subordinados suyos en la Compañía de Jesús que habían hecho la llamada ‘opción por los pobres’.
Jalics y Yorio predicaban en la ‘villa miseria’ del barrio porteño Bajo Flores, junto a catequistas de El Salvador -iglesia jesuita- mientras que Bergoglio simpatizaba con la agrupación ‘Guardia de Hierro’, del ala derecha del peronismo, según el escritor y periodista Horacio Verbitsky.
Días después de perder la protección de la Compañía de Jesús, un grupo represivo de la ESMA, secuestró a Jalics y Yorio, más varios catequistas, que fueron a parar a las mazmorras del centro de exterminio y fueron torturados. Los curas, según Verbitsky, siempre sospecharon que Bergoglio los había delatado.
De aquel grupo de secuestrados y torturados, la catequista Mónica Mignone aún sigue desaparecida. Su padre, Emilio Mignone, fundó el organismo humanitario Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS). En su libro de 1986 “Iglesia y dictadura”, Mignone mencionó a Bergoglio como uno de “los pastores que entregaron sus ovejas al enemigo sin defenderlas ni rescatarlas”.
En el centro de torturas “un interrogador con ostensibles conocimientos teológicos le dijo a Yorio que sabían que no era guerrillero pero que con su trabajo en la villa miseria unía a los pobres y eso era subversivo”.
La dictadura los liberó a cambio de que el Episcopado recibiera al jefe de Estado Mayor, general Roberto Viola, y al ministro de Economía, José Martínez de Hoz. “Un día antes de esa visita al Episcopado, Yorio y Jalics fueron drogados y depositados por un helicóptero en un bañado de Cañuelas”, según el investigador.
Poco después, ambos viajaron al Vaticano y nunca más volvieron a residir en Argentina. Yorio falleció años atrás y Jalics continúa viviendo en Alemania.
Por su parte, Bergoglio siguió ascendiendo en la jerarquía eclesiástica y en 2005 hasta compitió como posible ‘papable’ en el cónclave de cardenales del Vaticano, que finalmente proclamó a Joseph Ratzinger. (Fuente: El Mundo)
Aquí una nota de Reuters tras la elección del nuevo Papa:
Testimonios vinculan a nuevo papa con dictadura argentina
ROMA.- Jorge Mario Bergoglio llegó al sacerdocio a los 32 años, casi una década después de perder un pulmón por una enfermedad respiratoria y de dejar sus estudios de química. Pero pese a su ingreso tardío, en menos de cuatro años llegó a liderar la congregación jesuita local, un cargo que ejerció de 1973 a 1979. Su ascenso coincidió con uno de los períodos más oscuros de Argentina, lo que le deparó fuertes críticas: la dictadura militar que gobernó el país entre 1976 y 1982.
El cuestionamiento remite al secuestro de dos jesuitas detenidos clandestinamente por el gobierno de facto por hacer tareas sociales en barriadas de extrema pobreza. Según la acusación, Bergoglio les retiró la protección de su orden religiosa. Ambos párrocos sobrevivieron a un encierro de cinco meses.
El señalamiento consta en el libro El silencio del periodista Horacio Verbitsky, también presidente de la entidad privada defensora de los derechos humanos CELS. Se apoya en manifestaciones de Orlando Yorio, uno de los jesuitas secuestrados, antes de fallecer por causas naturales en 2000.
“La historia lo condena: lo muestra como alguien opuesto a todas las experiencias innovadoras de la Iglesia y sobre todo, en la época de la dictadura, lo muestra muy cercano al poder militar”, señaló tiempo atrás el sociólogo Fortunato Mallimacci, ex decano de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires.
Los detractores de esa postura sostienen que no está probada y que, por el contrario, Bergoglio ayudó a muchos a escapar de las fuerzas armadas durante los años de plomo.
En el Vaticano, lejos de la mancha ignominiosa de la dictadura que aún sobrevuela sobre muchos de los que tuvieron actividad pública en esa etapa de Argentina, se espera que este hombre silencioso conduzca la estructura de la iglesia con mano férrea y con una marcada preocupación social.
Los políticos argentinos fueron varias veces blanco de la retórica filosa del sacerdote, que los ha acusado de no combatir la pobreza y querer enquistarse en el poder.
En el 2010, también se enfrentó al Gobierno de la presidenta Cristina Fernández cuando impulsó una ley para permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo.
“No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios”, escribió Bergoglio en una carta días antes de que el proyecto fuera aprobado por el Congreso.
Cardenal desde 1998, muchos de los pares que eligieron a Bergoglio lo conocieron por su inesperada y reconocida actuación de relator durante el Sínodo de purpurados del 2001.
Hijo de un hogar de clase media con cinco hijos, de padre ferroviario y madre ama de casa, poco afecto a aceptar invitaciones privadas y poseedor de un “pensamiento táctico”, según los especialistas, ahora deberá presentar sus credenciales ante más de mil millones de católicos. (Fuente. Reuters)
BERGOGLIO, OPOSITOR RADICAL AL MATRIMONIO HOMOSEXUAL
El argentino Jorge Mario Bergoglio, de 76 años, fue elegido este miércoles para suceder al papa Benedicto XVI.
En un país de mayoría católica, se opuso tenazmente en 2010 a la aprobación de la ley que consagró el matrimonio homosexual, la primera en América Latina.
“No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios”, dijo Bergoglio poco antes de la sanción de la norma.
También se opuso a una más reciente ley de identidad de género que autorizó a travestis y transexuales a registrar sus datos con el sexo elegido.
Estas dos iniciativas enfriaron las relaciones entre la Iglesia argentina y la presidenta Cristina Fernández, aunque la mandataria, que se declara creyente, es contraria a la legalización del aborto.
Respecto de la realidad argentina, Bergoglio aseguró el mes pasado: “Poco a poco nos acostumbramos a oír y a ver, a través de los medios de comunicación, la crónica negra de la sociedad contemporánea, presentada casi con un perverso regocijo, y también nos acostumbramos y convivimos con la violencia que mata, que destruye familias, aviva guerras y conflictos”.
El arzobispo de Buenos Aires alentó a producir “un cambio” en la sociedad que afronta “realidades destructoras”, al advertir que los argentinos se están “acostumbrando” a convivir con los efectos “demoníacos del imperio del dinero” como “la droga, la corrupción, la trata de personas”.
Tras la muerte de Néstor Kirchner, el arzobispo brindó en octubre de 2010 una misa en la Catedral metropolitana en la que afirmó que “el pueblo debe claudicar de todo tipo de postura antagónico para orar frente a la muerte”. (Fuente: Agencias)
DEUDA de la IGLESIA CATÓLICA con la DEMOCRACIA y la CULTURA en ARGENTINA.*
En el diagnóstico de la aguda decadencia y de la crisis general que desde hace medio siglo padece Argentina, es esencial comprender la pesada hipoteca contraída por la Iglesia Católica con la democracia, la cultura y la ciencia.
En efecto, en el origen de la decadencia argentina contemporánea jugaron un rol determinante tanto los factores económicos como los políticos, culturales y sociales. La crónica y senil vinculación de los golpes militares con el aparato burocrático de la Iglesia Católica (1930, 1943) fue un elemento decisivo para volver a incursionar en el control de la inteligencia y agravar así dicha decadencia. A diferencia del Golpe ocurrido en Brasil en 1964, el golpe producido en Argentina un par de años más tarde, en junio de 1966, hace hoy medio siglo, se destacó por su ataque al pensamiento libre y por enrolarse en lo más oscurantista de la Guerra Fría, que lo diferencian entre otros del mal llamado Golpe del 55, que fue en realidad una cruenta insurrección cívico-militar-religiosa que también contó con una guerra intestina de baja intensidad (fusilamientos de 1956 y salidas electorales proscriptivas).
Ciertamente, la particularidad del incruento golpe palaciego de 1966 fue su íntima asociación con los más altos elencos de una burocracia eclesiástica afín a dicha Guerra Fría –que se había agravado en 1956 con la invasión soviética de Hungría– y que había logrado a fines de la década del 50 dividir al estudiantado argentino en el conflicto entre la educación laica y reformista (restaurada en 1955) y la mal llamada enseñanza libre y sus nuevos reductos pertenecientes a la Iglesia (que cobijaron a los docentes universitarios expulsados en 1955).
En ese preciso sentido, la indiferencia de la Iglesia con La Noche de los Bastones Largos (29-VII-1966) –catástrofe cultural que originó un éxodo profesoral y científico de ribetes bíblicos– y el apoyo explícito a la Declaración del Consejo Superior de la Universidad Católica a favor de la intervención producida en las universidades estatales (La Nación, 6-VIII-1966), por parte de la Asamblea Plenaria del Episcopado Argentino, reunida en la localidad cordobesa de Embalse Río Tercero (La Nación, 20-XII-1966), vinieron a convalidar la conculcación de la autonomía universitaria y la violación de las libertades académicas. Este funesto aval institucional comprometió históricamente a la Iglesia Católica, y desde entonces ese aciago contubernio nunca fue revisado, reprochado ni repudiado.
Esa complicidad con la represión por parte del Episcopado argentino fue gestando una contradicción interna que no solo derivó en la persecución de los que resistieron, sino que dividió las filas de su feligresía al extremo de generar un muy juvenil foco insurreccional, que sin haber transitado por la anatematizada “democracia burguesa” pasó primero a la clandestinidad y luego del Cordobazo (1969) –cuando ya la dictadura se encontraba políticamente derrotada– apeló a una tardía lucha armada.
Nunca las posteriores asambleas y conferencias episcopales hicieron precisa autocrítica ni abjuraron de su pasado oscurantista. El trauma y la psicosis generadas distorsionaron el imaginario colectivo así como las conductas individuales y corporativas, agraviando los valores que hacen a la evangelizadora y secularizadora separación de la iglesia y el estado, al ejercicio de las libertades de pensamiento, investigación y prensa, a la división republicana de poderes, a la independencia de los jueces y de los periodistas, a la educación laica y reformista, al monopolio estatal de la violencia legítima, y a la producción y difusión de saberes independientes del estado, de la iglesia y del gran capital.
Posteriormente, tras un interregno populista de democracia plebiscitaria (1974-76), estos traumas desataron complicidades aún más graves, que incluso incurrieron en el terrorismo de estado, en delitos de lesa humanidad y en aventuras irredentistas alimentadas de un hipertrofiado mesianismo nacionalista (Malvinas), que aunque luego condenadas por las autoridades eclesiásticas, nunca remontaron la responsabilidad histórica de los mismos a la trágica Noche de los Bastones Largos.
Con la democracia recuperada en la década del 80, el trauma gestado en las elites y en el inconsciente colectivo por los crímenes del Proceso y la derrota militar en Malvinas dejó una marca indeleble cuyo origen histórico tampoco fue indagado. Y una vez desplomado el Muro de Berlín e instaurado el Consenso de Washington se impuso una forzada anemia y una privatización generalizada que burocratizó el mérito académico, cuantificó la evaluación de la producción científica, y consolidó un mandarinato universitario preñado de una endogamia incestuosa y de una sumisión corporativa. Con los fondos provenientes de préstamos externos, la intelectualidad argentina del más alto nivel, la de los científicos, se hundió en el fango de una descomposición tornada luego en metástasis.
Finalmente, estamos hoy frente a la increíble paradoja que tras una corrupción sin límites, la nueva dirigencia del país ha confirmado las autoridades que orquestaron el organigrama de la ciencia y de la educación superior así como la metodología de su vasallaje moral, ideológico y político, que aún hoy carece de fecha de vencimiento.
Entendemos entonces que para lograr la recuperación de la conciencia moral e intelectual perdida hace ya medio siglo es imprescindible que las autoridades locales de la Iglesia Católica recapaciten públicamente, y luego profesen un inaugural acto de arrepentimiento histórico, pues de lo contrario y como asevera un sabio refrán popular: “el que calla otorga”. La juventud universitaria argentina y su intelectualidad –en vísperas de cumplirse el centenario de la Reforma Universitaria de Córdoba de 1918– sin duda se lo reconocerán.
Eduardo R. Saguier
Museo Roca-CONICET
• Escrito similar al entregado al Obispo de San Isidro Monseñor Jorge Casaretto conjuntamente con otro escrito anterior que está en Internet titulado “Complicidad de la Iglesia con la Dictadura (1966-67)”, el día jueves 9 de junio de 2016 en el Restaurant Lalin en oportunidad de departir en los Almuerzos de Bielicki.
Lazarillo
Este Lazarillo se puso en contacto con el reconocido historiador argentino Eduardo R. Saguier en cuanto recibió un largo comentario a su artículo Un cura argentino denunció a Bergoglio, publicado en La Marea y en este mismo DdA, a propósito de la complicidad de la iglesia católica argentina con la dictadura de Onganía (1966-1967). Una vez tenidas en cuenta las informaciones aportadas por el periodista Horacio Verbitsky en el diario Página/12 acerca de la colaboración de Jorge Bergoglio con la dictadura del general Jorge Videla, damos la versión aportada por Saguier, en la seguridad de que contribuirá a un conocimiento más amplio de aquel turbio y sangriento periodo histórico. El historiador e investigador argentino ha preferido resumir en una sola y extensa respuesta el cuestionario que este Lazarillo le planteó, si bien no se ha resistido a contestar así a la pregunta que le planteaba acerca del porvenir dl papado de Francisco, sin argumentar las razones de su temor: Lo que pueda ocurrir de ahora en más lo ignoro, pero mucho me temo que intenten acabar con la vida de Bergoglio. He aquí la versión de Eduardo R. Saguier:
\”En principio, contra todas las explicaciones que han brotado sobre el denominado “Proceso” (1976-1983), entiendo que no se puede comprender dicho período dictatorial, de terrorismo de estado, sin concatenarlo con la dictadura militar previa, que fue la de Ongania , y sus sustitutos Levingston y Lanusse, que se extendió desde junio de 1966 hasta marzo de 1973. El período intermedio, entre 1973 y 1975, fue un interregno populista, donde existió un doble poder y una lucha feroz entre facciones del oficialismo peronista que se dirimió con el triunfo del ala más derechista representada por López Rega y su brazo terrorista: la Triple A , en cuyo transcurso ejecutó a más de un millar de militantes populares, en vida de Perón y luego durante la presidencia de su viuda, crímenes que aún se mantienen impunes.
Es en este contexto cuando Bergoglio –luego de haber estudiado para técnico-químico (1955-1957)- siente el llamado de la vocación religiosa ingresando como novicio (1957), y finalmente ordenándose de sacerdote doce años después, en 1969, el mismo año del Cordobazo (una insurrección popular que vino a enterrar la experiencia burocrático-militar de la dictadura de Ongania). Es en esa época en la que aparentemente Bergoglio se vincula con Guardia de Hierro, facción política natural para quienes tenían afinidades religiosas católicas (Julio Bárbaro, De la Sota, Chacho Álvarez, etc.), pues no era así el caso de los demás partidos políticos, que fueron y son agnósticos por naturaleza.
Es precisamente después del Cordobazo (29-V-1969) cuando comienzan a prevalecer las tesis militaristas de la lucha armada y el pasaje a la clandestinidad de muchos cuadros políticos, que hasta entonces habían militado en la superficie y en las organizaciones de base. Con el pasaje a la clandestinidad y la militarización de esos numerosos cuadros político-estudiantiles se acabó el debate político y la libre discusión en las asambleas de base.
Es también la misma época en que apareció por vez primera la novedosa presencia de los cristianos de izquierda estrechamente vinculados a los curas villeros o del Tercer Mundo (García Elorrio). Esa militancia política de los cristianos de izquierda se despreocupó de las reivindicaciones político-liberales, tales como las libertades de expresión y de cátedra, y pasó raudamente de la Acción Católica a la lucha armada, sin la más mínima experiencia política, y sin conocer siquiera lo que era un comité o unidad básica ni una comisaría por dentro. La militancia Tercermundista desconocía las luchas del liberalismo político contra el atraso y el despotismo clerical y por la Ilustración moderna. Es decir, se trataba de una militancia inficionada de un aventurerismo infantilista, contagiada por la experiencia castrista, en franca competencia ideológica con el guevarismo marxista, y en un afán reivindicador e idealizador de la previa experiencia Peronista (1945-1955). Ninguno de ellos había vivido su vida adulta en el primer Peronismo. La caracterización de la denominada Revolución Libertadora (1955) como un golpe de estado más, equiparándola a los golpes de estado del 30, 43, 62 y 66, es equívoca y falsa, pues en realidad el del 55 se trató de una insurrección cívico-militar de comandos civiles (en especial cordobeses) que fueron desplazados de la hegemonía insurreccional por los cuadros más jóvenes de la oficialidad militar (pues todo el generalato era peronista). Y tampoco ninguno de estos Tercermundistas, ni el PC ni las agrupaciones universitarias reformistas, habían acudido en defensa de los regímenes democrático-constitucionales, cuando cayeron por golpes militares los gobiernos de Arturo Frondizi en 1962 y de Arturo Illia en 1966.
Fue en esas contradictorias circunstancias, en 1970, a un año del Cordobazo, cuando aparece de improviso, como el hongo después de la lluvia, la existencia de una desconocida agrupación guerrillera auto-titulada Montoneros, con el secuestro y asesinato del General Pedro Eugenio Aramburu (29-V-1970), y luego se produce la posterior caída de Ongania (8-VI-1970) y su sustitución primero por el Gral Levingston (1970-1971), y luego por el Gral Lanusse (1971-1973). Producido ese crimen, que fue fogoneado por los organismos de inteligencia ligados a la dictadura de Ongania (léase el ministro Gral. Imaz y los nacionalistas católicos que previamente habían acompañado al Gral. Lonardi en la Revolución Libertadora , tales como Rodolfo Walsh y Diego Muñiz Barreto, luego asesinados), comienza en el seno de la izquierda, y en especial en el seno de los organismos armados de la izquierda (FAR, FAL y ERP) un intenso debate que culmina con la capituladora asociación de las dos primeras (FAR y FAL, entre las cuales figuraban los periodistas-intelectuales Verbitsky y Gelman) a la hegemonía ideológica de los Montoneros. Esta última agrupación estaba casi extinguida debido a la represión sufrida luego del secuestro y muerte de Aramburu, por lo que la asociación con FAR-FAL vino a darle un auxilio numérico y estructural inestimable.
Los artífices de esa coalición armada fueron a mi parecer el Negro Quieto, en representación de FAR-FAL, y Pancho Aricó, en representación de Montoneros. Este último era un cordobés gramsciano, director de Pasado y Presente, que era conocido por los mismos Montoneros cordobeses que luego del secuestro de Aramburu habían tomado la localidad de La Calera (1-VII-1970), y que como expulso del PC, al igual que el historiador asesinado Rodolfo Ortega Peña, estaban desde hace años a la pesca de un “cable a tierra” (en especial desde la derrota del Che en Bolivia) que los ligaran a los movimientos políticos de masas (ver el debate provocado por la autocrítica del filósofo Oscar del Barco en diciembre de 2004). En este caso, la asociación de FAR-FAL a Montoneros (12-X-1973) supuso una abdicación del Marxismo-Leninismo y una adopción acrítica del populismo peronista.
Es justamente en esos cruciales momentos, en 1973, que Bergoglio es elegido Provincial de los Jesuitas. Elegido pese a su juventud (36 años) por tener una personalidad bien secular y mundana y una experiencia de vida que no poseían los demás padres jesuitas, muchos de los cuales estaban contagiados con el sarampión infantilista del Tercermundismo. Es en esos años, que la nueva asociación FAR-FAL-Montoneros se vuelca a la campaña “Perón Vuelve” que culmina exitosamente con el retorno de Perón, y que se inaugura trágicamente –en lucha contra la burocracia sindical– con la Masacre de Ezeyza (20-VI-1973). Posteriormente, dicha asociación FAR-FAL-Montoneros boicotea conjuntamente con López Rega la fórmula Perón-Balbín , la cual eventualmente y a título de hipótesis contra-fáctica habría podido evitar –luego de la muerte de Perón (1-VII-1974)– la catástrofe política que siguió.
Todo lo que sobrevino es muy conocido y creo que estaría demás que abundara en ello. Pero sí cabe especular como pudo haber lidiado Bergoglio con esa amarga realidad. Como no he leído el libro de Sergio Rubín no sé lo que él dice al respecto. Lo único que puedo expresar, porqué lo experimenté en carne propia, es que la nueva Dictadura de Videla, inaugurada el 24 de marzo de 1976, fue de una naturaleza terrorista mucho más grave y sangrienta que la de Ongania. El terror se tocaba con las manos y nadie se atrevía a abrir la boca. Fue en esa terrible época, en la que alcancé a irme del país, que los escritores Borges, Sábato y Castellani, concurrieron a la Casa Rosada para pedir por la libertad del ensayista Antonio di Benedetto (La Opinión, 20/5/76). Que Bergoglio haya también concurrido a la Casa Rosada para pedir por la vida y la libertad de los curas Yorio y Jalic no lo hace socio de la dictadura. Que nada menos que Emilio Mignone lo haya acusado de cómplice de la dictadura, revela la naturaleza conversa de quienes habían colaborado desde altos puestos públicos con las dictaduras de Ongania y Lanusse (Mignone fue un nacionalista católico Lonardista que había sido subsecretario de Educación con Ongania). Por otro lado, Bergoglio no podía como Provincial de la Orden Jesuítica enfrentar a la Curia Eclesiástica , dentro de una estructura jerárquica piramidal como la Iglesia Católica.
Lo que es increíble y difícil de concebir es que Yorio y Jalic insistieran en esa época, luego de la triste experiencia del cura Carlos Mujica, en vivir y concurrir a las Villas Miserias. Esa actitud, temeraria en esos años de terrorismo de estado, equivalía a una provocación inútil, y a una sentencia de muerte. Por eso, la actitud de Bergoglio, de acudir en defensa de ambos curas, fue heroica y de una heroicidad mayúscula. Por el contrario, los que lo critican como Verbitsky, estaban protegidos por la clandestinidad y el aparato económico que lo sustentaba.
Mientras que durante la Dictadura de Ongania se pudo a duras penas, y con riesgo cierto de perder la libertad, protestar públicamente en las calles; durante la llamada Dictadura de Lanusse (23-III-1971 a 24-V-1973) reinó paradójicamente la más absoluta libertad de expresión y de prensa. Pero con la Dictadura de Videla, dichas libertades fueron imposibles, pues se corría el riesgo seguro de perder la vida, con la sola excepción de las Madres de Plaza de Mayo, que iniciaron su campaña recién a fines de 1977. Desde marzo de 1976 a junio de 1977, mes en el cual pude irme del país, no volaba una mosca, ni existían las Madres de Plaza de Mayo.
Foto: Portada del diario Página/12 del día de la fecha -muy dintinta a la de días precedentes-, donde se desglosa una encuesta con la población argentina acerca de lo que los ciudadanos de ese país pedirían a su papa.
Publicado 2 hours ago por Lazarillo
Y qué tiene que ver esto último con Bergoglio ordenado sacerdote en 1969 y estos datos son de fechas anteriores?
Complicidad de la Iglesia con la Dictadura (1966-67)
En oportunidad de irrumpir la Dictadura de Ongania (1966-67), en el seno de las instituciones de educación superior dependientes del Arzobispado argentino se registraron algunos actos de resistencia que tuvieron más luego repercusiones políticas. A continuación reproducimos aquellos eventos que consideramos tuvieron alguna relevancia. Una Ceremonia (La Razón, 29-VIII-1966) Bendijo el Cardenal Caggiano la nueva sede de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad Católica en presencia del Ministro del Interior. Destacó el Rector Monseñor Derisi, el prestigio logrado por la institución de alta enseñanza. A su vez el Padre Mercedario Juan V. de la Vega dijo que “debemos rehacer la Patria” y que “ésta es la última oportunidad que Dios nos concede para ello”. Sostuvo también que la Iglesia jamás estuvo ausente, aún en los momentos más difíciles, en aportar soluciones a los grandes problemas nacionales. Un joven reclamó de viva voz la libertad de los estudiantes detenidos y manifestó su apoyo a la autonomía universitaria. Los detalles. El Cardenal Primado doctor Antonio Caggiano, en su calidad de Gran Canciller de la Pontificia Universidad Católica Argentina Santa María de los Buenos Aires, presidió anoche el acto inaugural de la nueva sede de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas de dicha institución de enseñanza superior y cuya construcción data de 1601. ………………………………………………………………………………………..l Actualmente se encuentra bajo la custodia de los Padres Mercedarios. Además, el Arzobispo de Buenos Aires, a quien acompañaban el Ministro del Interior e interino de Educación y Justicia, doctor Enrique Martínez Paz –que concurrió en representación del jefe del Estado, teniente general Juan Carlos Ongania—y el titular del Consejo de Administración doctor Carlos Pérez Companc, bendijo las instalaciones de la casa de altos estudios. Seguidamente el Rector, monseñor Octavio N. Derisi, hizo notar que la Universidad poseía 12 Facultades, varios institutos, mas de 750 profesores y alrededor de 4.000 alumnos. No se ha limitado –dijo—a los cursos normales de las carreras, ha creado cursos superiores para graduados en diversas disciplinas como los abogados de empresas, y tres tipos de doctorado en derecho, los de investigación operativa en Ingeniería, los cursos especiales para las Fuerzas Armadas, y últimamente cursos para directores y gerentes de empresa. ………………………………………………………………………………………….. Concluyó [el Prior] formulando la siguiente pregunta al Purpurado: ¿No habrá llegado ya el momento oportuno para que la Basílica de la Merced se reintegre para completar el Convento Grande de San Ramón? No sé lo que Dios reserve para el futuro, pero personalmente creo, pienso, que vuestra eminencia debe crearnos la parroquia universitaria”. Al terminas su discurso el Padre de la Vega se produjo un incidente protagonizado por el alumno Eduardo Saguier que prorrumpió gritando: “¡Que se libere a los estudiantes detenidos¡ ¡Viva la libertad y la autonomía universitaria¡ Varios jóvenes rodearon en esas circunstancias al nombrado y forcejeando con el mismo lo alejaron del lugar, restableciéndose la calma. A continuación el cardenal acompañado por las autoridades mencionadas, monseñor Derisi, el decano de la Facultad Dr. Francisco Valsecchi, otros miembros de la Universidad, ayudantes de autoridades militares, el escribano mayor de gobierno Jorge Garrido, el párroco de la Merced y varios invitados especiales recorrió las aulas y salones que han sido restaurados dentro del estilo colonial. Fuente: La Razón, 29-VIII-1966
Cartas desde el exilio Chileno (1967) ESTUDIANTES En virtud del silencio que se impusiera a sí mismo sobre los conflictos existentes en su institución el rector de la Pontificia Universidad Católica “Santa María de los Buenos Aires”, Monseñor Dr. Octavio N. Derisi, en el reportaje que le hiciera la revista de su digna dirección cumplimos con el deber de informarle de los acontecimientos que han llevado a dicha institución a la crisis presente que padece. Infinidad de actitudes, individuales y colectivas, formales e informales, signaron este largo proceso. Ya en 1964 los estudiantes de Derecho Pedro González Trabucco, Rubén Mendoza y Miguel A. Sejem manifestaban en la Declaración de Principios del Movimiento de Acción Comunitaria de Extensión Social (A.C.E.S.) lo siguiente: “No podemos conformarnos con una Universidad llamada no sin sentido ulterior ´privada´, sujeta a la beneficencia también privada, y a los peligros que de ella se derivan. Los inconvenientes económicos de su mantenimiento, bien se sabe, traen un aumento arancelario excesivo que vedan o dificultan el ingreso o la permanencia a los estudiantes de vastos sectores del pueblo. El peor mal que puede aquejar a una casa de estudios católica es la de ser clasista, siendo el dinero un factor relevante…Como católica debe ser de todos; estar espiritualmente y de hecho al lado de los que padecen necesidades como siempre lo sostuvo Cristo”. Con motivo de ella el Rector reunió a los alumnos de todos los cursos para afirmar que tal Declaración obedecía a la debilidad del Decanato y para enrostrar a sus firmantes delante de sus compañeros la condición de becario que gozaba uno de ellos. Como es de suponer renunció el Decano, Dr. Bidart, más luego a pedido del Rector retiró su dimisión al cargo. Con respecto a los alumnos, les pidió una retractación bajo amenazas de expulsiones. De ahí en adelante A.C.E.S. vio trabado permanentemente su accionar tanto en lo que hace a los Boletines donde se denunciaba el creciente autoritarismo, clasismo y profesionalismo en que estaba cayendo nuestra universidad como en lo que se refiere a las conferencias, que a diferencia de los permisos brindados al R.P. Meinvielle y al denominado Instituto de Sovietología, prohibiéronse los del R.P. Gera, decano de la Facultad de Teología, y las del Pbro. Mejía, profesor de la casa y perito conciliar.
Finalmente la misma existencia de A.C.E.S. fue vedada en nuestra casa de estudios. En 1965, 45 estudiantes del penúltimo curso de la Escuela de Administración fueron severamente amonestados por reclamar con energía la reimplantación del turno nocturno, uno de los factores condicionantes de la actual estratificación social de su población, y las inquietudes que algunos de sus miembros elevaran al rector y a uno de los visitadores apostólicos fueron desatendidas. Cabe decir que lo mismo aconteció con los memoriales presentados por A.C.E.S. y los estudiantes de Sociología. En el mes de septiembre, el director y cuerpo de profesores de la Escuela de Sociología conjuntamente con el centro de estudiantes de la misma, A.C.E.S., y otras entidades católicas se vieron en la obligación de esclarecer a la opinión pública sobre el significado y entronque del moderno concepto del cambio social dentro de la Doctrina Social de la Iglesia (La Nación, 8-IX-65).
Dicha actitud mereció de las autoridades severas amonestaciones a sus autores y la sanción de la conocida Ordenanza XXIV. Durante el pasado año los aumentos arancelarios motivaron a o0tro numeroso grupo de alumnos de diversas facultades a indagar por los ocultos balances anuales de la Universidad la tan mentada situación deficitaria. Pactose una tregua merced a la intercesión de algunos miembros del Consejo Superior, y posteriormente, uno de dichos estudiantes, luego de citado a comparecer frente al Rector, fue severamente amonestado por retirarse de dicha citación. Abandono este provocado por el descomedido trato sufrido. El patrocinio de nuestra universidad a las conferencias del profesor Frederick D. Wilhelmsen (La Nación, 4-VIII y 9-VIII-66) y la disociasiva disertación del Dr. Estanislao del Campo Wilson en nuestra casa de estudios (La Nación, 28-VI-66) caldearon los ánimos. La conferencia pronunciada en 1962 por el entonces Ministro de Economía e interino del Interior, Ing. Alvaro Alzogaray (La Nación, 4-X-62), los conocidos cursos para oficiales de las Fuerzas Armadas inaugurados el ante-año próximo pasado, el gran número de profesores que aceptaron cargos en el gobierno de facto instaurado en el país, la visita del rector al Gral. Ongania a los cuatro días del golpe militar (La Nación, 2-VII-66), la declaración publicada con motivo de la intervención a la Universidad de Buenos Aires por nuestro Consejo Superior (La Nación, 6-VIII-66) y el cursillo que sobre el Acta y Estatutos de la Revolución Argentina dieran en nuestra casa de estudios los Dres. De Pablo, Bidart y Estrada (La Nación, 28/29/30-ix-66) nos fue revelando una abierta complicidad de nuestra universidad con la Revolución Argentina. Complicidad que se acentúa con las amonestaciones recibidas por 42 profesores de la Facultad de Ciencias Económicas y con la suspensión de 78 alumnos de Sociología, Administración y Derecho en virtud de declaraciones públicas de condena a dicha intervención (La Nación, 6-VIII-66 y La Prensa, 7-VIII-66). Fue entonces que dirigentes de la Liga Humanista y de Derecho, Administración y Sociología de la U.C.A. conversaron con autoridades de F.E.U.S. y F.E.U.C.A. a los efectos de lanzar una declaración conjunta. Frustrada ésta por la amenaza de ambos rectores sólo se celebraron dos misas, casi a hurtadillas, por el alma de Pampillón. En el mes de agosto en un acto que contaba con la presencia del ex ministro del Interior Dr. Martínez Paz y el Arzobispo de Buenos Aires Cardenal Caggiano, y a renglón seguido de un discurso del Prior de los Mercedarios un estudiante de 5º año de Administración y 3º de Derecho, Eduardo Saguier, reclamó a viva voz la libertad de los estudiantes presos y la autonomía universitaria. Ello le significó dos años de suspensión en ambas carreras. Cabe consignar que dicho Prior dijo entre otras cosas: “Esto que se está dando en llamar la Segunda República es la última oportunidad que Dios nos concede para rehacernos en el plano institucional, moral, económico e intelectual. La opción sólo puede ser por uno de los dos términos del dilema: el orden o el caos” (La Prensa y La Razón, 30-VIII-66).
En el mes de septiembre el Consejo Superior rechazó la propuesta, a un estudiante, para una ayudantía de cátedra por el motivo de haber firmado la anterior declaración. Ese mismo alumno, Enrique Amadasi, presidente a la sazón del Centro de Estudiantes de la Escuela de Sociología, fue luego suspendido por el término de un año al expresar en el Boletín del Centro que “se nos ha prohibido lo más grande que tiene el interesado en problemas humanos: el hablar, el llevar nuestro propio mensaje, lo que equivale a prohibir el pensamiento. Era lo último que nos quedaba como universitarios, como católicos y como argentinos”. Por esa época, la revista estudiantil Reencuentro, dirigida por Carlos Grosso, de Letras, fue erradicada de circulación y suspendida en adelante su publicación por orden del rector. La Asociación de Estudiantes de Sociología, entre tanto, elabora los “Pasos a seguir en orden a lograr algunos cambios significativos en la universidad” ocupando el principal lugar la institucionalización de la libertad académica mediante la provisión de las cátedras por concurso en virtud del derecho natural del alumnado de aprender y escuchar en sus mismas universidades disciplinas y profesores con puntos de vista contrarios o diversos sin discriminación alguna por razones de orden racial, político, ideológico o religioso, pues tratase de una universidad agnóstica o de una dedicada a un credo único siempre se trata de una necesidad interna de síntesis ecuménica.
Asimismo eleva, al igual que el cuerpo de profesores, un memorial a los obispos reunidos en la Conferencia del Episcopado Nacional donde entre otras cosas dice: “Creemos expresar con justeza nuestro pensamiento si decimos que la Universidad Católica Argentina no es plenamente una universidad, y creemos llegar al fondo del asunto si agregamos que ello obedece a que no es plenamente católica, todo lo cual lleva a no ser tampoco plenamente argentina”. Más luego expresa: “La autoridad jerárquica ha adquirido características autoritarias y paternalistas totalmente reñidas con el sano ideal de la autoridad que alientan la apatía de unos y la rebeldía de otros, que tienden a acallar el sano dinamismo de los cuerpos intermedios de la universidad y pretende imponer una suerte de uniformidad de ideas, métodos, y criterios, generalmente algo rígidos, lo cual choca contra el espíritu de comunidad y de diálogo que debe imperar en todo centro de estudio y de investigación como condición previa para que del esfuerzo de todos surja y se proclame la luminosa verdad… La universidad tiende a convertirse así en una “torre de marfil” en la cual no resuenan “el gozo y la esperanza, el dolor y la angustia de los hombres de este tiempo, sobre todo de los pobres y afligidos de todas clases´”. Termina expresando: “La Universidad Católica Argentina, salvo excepciones, se proyecta muy débilmente sobre la sociedad que la rodea, ilumina muy pobremente y escruta muy escasamente ´los signos de los tiempos´, se adapta muy poco ´a las perennes interrogaciones de los hombres´ ni ´conoce ni entiende el mundo en que vivimos, sus expectativas, sus deseos y su condición a menudo dramática´”. Pese a todo ello el Episcopado confirma al rector dándole un voto de confianza (La Nación, 20-XII-66). Sobrevino luego la prohibición del ciclo de conferencias a cargo del Lic. Hugo Callelo, sobre el tema Cambio Social, aduciendo para ello el Dr. Valsecchi, determinados antecedentes ideológicos del orador. A continuación suspendiese a un alumno del último curso de Sociología, ex presidente de su asociación de estudiantes –Juan José Llach—por los siguientes términos de su renuncia a un cargo del centro, publicada en su Boletín, a saber: “La conducción actual de la Federación ha absorbido ahora nuestros símbolos de protesta y se embandera con ellos. Pero se trata tan sólo de los símbolos pues la Universidad espantosamente burguesa que somos lo seguirá siendo quizás por mucho tiempo…” Ante este hecho el claustro de profesores envía al Consejo Superior por intermedio del Rector un pedido de revocatoria de la sanción que no sólo no es cursada al órgano destinatario sino que es devuelto por considerar improcedente sus términos. Coincidentemente con la publicación de un semanario se revoca dicha sanción. Esta, no está demás decirlo, afirmaba que nuestra Universidad es autocrática, sectaria y clasista, y carece de libertades académicas, igualdad de oportunidades en el acceso a sus claustros y autonomía con respecto a la Jerarquía Eclesiástica (Confirmado, número 72). Pero a partir de estos hechos y como culminación de muchos otros se suceden renuncias masivas de profesores en solidaridad con la del Director del Departamento de Sociología Dr. José E. Miguens (La Nación, 17-XII-66). La Universidad, entonces, los acusa públicamente de no actuar limpiamente (La Nación, 20-XII-66, La Prensa, 21-XII-66).
Posteriormente, el Consejo Superior suspende por el término de un año a tres alumnos del 2º curso de Sociología –Carlos Prego, Fernando Perera y Roberto Martínez–, miembros del Consejo Directivo de la revista del Centro, en virtud de la orientación impresa en ella donde estos mismos alumnos habían publicado una carta dirigida al rector del siguiente tenor: “quizás haya errores en nuestra concepción de la Universidad; pero si hay algo de lo que estamos íntimamente convencidos es que ésta sólo puede surgir de la libre confrontación de las ideas, y que la coacción y la represión siempre fueron caminos burdos para lograr su fuerza, aún cuando aquéllas estuvieren contaminadas por el equívoco. Por ello no creemos defender slogans cuando proclamamos vigorosamente la exigencia de la libertad académica, de pensamiento y de expresión, sin discriminaciones ideológicas; y como miembros de la Universidad Católica Argentina lo sabemos muy bien, porque vivimos su necesidad demasiado frecuentemente. Por eso hoy no podemos acallar nuestra voz…porque somos partidarios de la crítica leal y abierta más que de la obediencia obsecuente; porque las conciencias no pueden silenciarse indefinidamente. Y, sobre todo, porque somos responsables de la publicación que hoy provoca la injusta sanción de un compañero, que afecta sus estudios, si situación en la Universidad, y su dignidad como persona. Somos responsables de ese delito y lo seguiremos siendo, pues estamos moralmente obligados a ello. Porque no creemos que sea delito crear una publicación al servicio de la libre expresión de las ideas mientras ellas no afecten la moral, máxime cuando expresan toda una trayectoria existencial y pueden colaborar efectivamente al bien común de la institución, aunque duelan como duelen muchas realidades, tristes pero ciertas. Y porque nuestras conciencias nos impiden seguir confirmando con nuestro silencio un tal estado de cosas, con visas de prolongarse indefinidamente, apilando injusticia sobre injusticia”. Como colofón a todo este repertorio de arbitrariedades se suceden las declaraciones agraviantes a la persona del R.P. Justino O´Farrell por parte del Rector de la Conferencia del Episcopado Nacional, la toma de partido de la Universidad en un diferendo suscitado en el seno de la Iglesia (La Prensa, 21-XII-66), nuevas renuncias de profesores y la guardia de asalto policial en las puertas de la Facultad solicitada por el señor Decano –en resguardo de una supuesta ocupación que jamás estuvo en el ánimo de sus alumnos–. A fines del año el Rector manifestó, en un acto de inauguración, aclarando “sobre algunos casos desagradables aparecidos en los periódicos” que “no era posible que tantas cosas fueran indiferentes al espíritu del mal. Si tenemos que morir, moriremos por la verdad” (La Nación, 20-XII-66).
Últimamente, las declaraciones del rector en la revista Criterio y en el semanario Esquiú y las falsas ponderaciones logradas de una publicación de esta capital (Primera Plana, N.221) nos confirman plenamente en nuestra actitud. Por todo lo anterior se produce un éxodo masivo de estudiantes, unos hacia Chile, los más hacia la UBA y el Salvador. Sobre estos últimos sólo se conocen los impedimentos formulados en forma de equivalencias, debido a presiones de la Curia, que harían imposible dicho traslado. Guillermo Salatino, 3º Sociología Eduardo R. Saguier, 5º Administración Daniel Cormick, 3º Sociología Fuente: Inédito (Buenos Aires), año I, n.16, del 12 de abril de 1967, pp.30-31 Cartas desde Chile (Propósitos, n.197, Buenos Aires, 20-VII-1967; y Confirmado, Buenos Aires,10-VIII-1967, p.76)
Santiago de Chile, junio 20 de 1967 Sr. Director de Propósitos De nuestra mayor consideración: De resultas de la honda crisis recientemente desencadenada en la Pontificia Universidad Católica Argentina “Santa María de los Buenos Aires” con motivo de la larga y penosa lucha contra su estructura altamente clasista, dogmática, autocrática y profesionalista, y que culminara en el despotismo hecho sistema por sus autoridades merced al voto de confianza que a las mismas brindara la 16ª sesión de la Asamblea Plenaria del Episcopado Argentino (La Nación, 20-XII-66) tácitamente confirmada por la última Asamblea Extraordinaria del mismo celebrada en Embalse Río Tercero, Provincia de Córdoba, los abajo firmantes, voluntariamente exilados en este país hermano de Chile, hacemos pública la denuncia elevada a la Asociación Internacional de Universidades Católicas, la Unión de Universidades de América Latina, la Sagrada Congregación de Seminarios y Universidades de la Santa Sede, la Unión Internacional de Estudiantes, la Confederación Latinoamericana de Estudiantes, la Federación Universitaria Argentina, la Unión de Federaciones de Universidades de Chile y la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica de Chile, con el fin de poner en conocimiento lo siguiente: 1º) Que a los 42 profesores de la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas amonestados por condenar públicamente la intervención a las Universidades estatales; a los 78 alumnos de Sociología, Economía y Derecho suspendidos por idéntico motivo; a la liquidación de los periódicos estudiantiles “Reencuentro” y “Sociología”; a los carros de asalto de la Guardia de Infantería apostados en las puertas de la Universidad a solicitud del Decano Dr. Valsecchi; a la suspensión por dos (2) años del alumno Eduardo R. Saguier y por uno a los alumnos Roberto Martínez, Fernando Perera y Carlos Prego, hechos todos ocurridos con anterioridad al voto de confianza otorgado por el Episcopado Argentino, viene a sumarse hoy la suspensión por un año del casi egresado alumno del Departamento de Sociología, Juan José Llach, con pérdida de la medalla de oro y recepción de su diploma en público, por el solo acto de refutar falsas apreciaciones hechas sobre la universidad por parte de un semanario de Buenos Aires (Primera Plana, 4-10/IV/67); 2º) Que el Departamento de Sociología de la Universidad Católica Argentina, destruido durante el año próximo pasado por haber resistido el autoritarismo del Rector –como lo corroboran las renuncias de 29 profesores que constituyen el 95% de su cuerpo docente específico—subsiste hoy con el beneplácito de ambas Asambleas del Episcopado Argentino en el fraude más inescrupuloso e impune y en un clima de terror para la libre expresión de las ideas, atestiguado por el reciente éxodo voluntario de treinta (30) de sus doscientos (200) alumnos a la Universidad del Salvador (Buenos Aires), seis (6) a la Universidad Católica de Chile (Santiago) y otros a diferentes instituciones del país y el extranjero; 3º) Que el Cardenal Caggiano, tras haber obtenido para las autoridades de la Universidad un voto de confianza de la Asamblea Plenaria del Episcopado Argentino (La Nación, 20-XII-1966), incurre –en las declaraciones formuladas en un acto específicamente universitario (La Prensa, 20-XII-1966)—en la total confusión de su rol de Arzobispo de la Iglesia Católica con el de Gran Canciller de la Universidad, erigiendo a esta en tribuna de los diferendos suscitados en el seno de la Iglesia, confusión que convalida de inmediato el Consejo Superior tomando partido en ellos (La Prensa, 21-XII-1966); todo lo que sumado a una serie interminable de arbitrariedades ha herido profundamente la autonomía universitaria, la cual aunque bajo una necesaria coordinación y planificación central exige total independencia tanto del control estatal como del eclesiástico, pues trátese de una universidad agnóstica como de una confesional siempre ha de satisfacer una permanente necesidad interna –esencial a la naturaleza filosófica del espíritu universitario—de acelerada síntesis ecuménica en todas las dimensiones de la composición social, racial, religiosa y nacional y del conocimiento científico, artístico, filosófico y teológico; 4º) Que el Episcopado Argentino tanto en la Asamblea Plenaria celebrada en Buenos Aires a fines del año próximo pasado como en la Asamblea Extraordinaria celebrada en el presente año en Embalse Río Tercero, Provincia de Córdoba, ha convalidado con el voto de confianza otorgado a las autoridades de la Universidad Católica (La Nación, 20-XII-1966) la declaración del Consejo Superior de ésta con motivo de la intervención a las Universidades estatales (La Nación, 6-VIII-1966), donde en base a falsos criterios de preservación ideológica y perpetuación elitista se avala la conculcación de la autonomía universitaria y la violación de las libertades académicas con que se ha sumido a nuestro pueblo en un más acentuado subdesarrollo intelectual y acrecentado limitacionismo educativo, que agudiza la relación de dependencia con el imperialismo cultural de los centros del mundo y las oligarquías consulares porteñas, alimentando así el éxodo de científicos y técnicos, la caza del éxito, el prestigio, el poder y el dinero a través de las cátedras, la investigación y cultura importadas y la recreación de “fábricas de títulos” y “torres de marfil”, en detrimento de la formación de un hombre nuevo que dé lugar a la personalidad del argentino del mañana para la comunidad de una Latinoamérica integrada y un mundo donde reine la Paz y la Justicia. Sin otro particular, le agradecemos infinitamente la atención y le saludamos muy atte. Patricio Biedma, 5º Sociología Daniel Cormick, 3º Sociología Fernando Perera, 3º Sociología Hugo Perret, 5º Sociología Carlos Prego, 3º Sociología Eduardo R. Saguier, 5º Economía, 3º Derecho Guillermo Salatino, 3º Sociología P.D. Para cualquier referencia dirigirse a Patricio Biedma, J. Miguel de la Barra 536, Dpto. 501, Santiago de Chile Fuente: Propósitos, n.197, Buenos Aires, 20-VII-1967 y Confirmado, 10-VIII-1967, p.76)
me faltó decirte que hay algo en lo que disiento: en esa iglesia corrupta hubo (sólo nombraré a uno, angelelli, entre tantos santos mártires) y hay (los curas en opción por los pobres) sacerdotes que hacen lo que esa institución que usurpa el nombre de cristiana y que no los merece en su seno, debería hacer
porota, coincido con vos. juan adhiere a la teoría de los dos demonios aparentemente desde cierta ignorancia (los hay que sí saben de la mentira implícita) y debería no sólo leer la historia completa sino aprender a analizar la línea que le bajan la tv, medios que son la nueva arma del poder y un ciberespacio que alegremente recircula la basura. la iglesia como institución se corrompió casi desde sus inicios y sólo se mueve por el poder (y la gloria!) y para eso avala, acompaña y ejecuta las mayores atrocidades. los argentinos habemus papa pero la realidad no será como la película de nani moretti, donde el elegido renuncia; éste es parte de un grupo de tareas y viene a acabar con libertades conquistadas, sexuales, políticas y económicas… gays, gobiernos populistas, recursos naturales en poder de los pueblos
En realidad, primero estudia un poco de historia. Y no creo que sea importante que el papa pida perdon porque estan legitmando a una persona que ha permitido estas atrocidades. La iglesia en Argentina fue total complice y participe de la dictadura. Podemos inferir el lineamiento que va a seguir en su mandato.
Juan no tenes idea de lo que hablas. Primero que estas poniendo en iguales a un grupo de guerrilleros (porque la mayoria de las personas que asesinaron eran chicos y chicas que nunca habian tocado un arma y formaban parte de centro de estudiantes o pedian por el boleto estudiantil) y que es mucho mas grave que las Instituciones (el Estado) cuya funcion es la de proteccion de los intereses de los ciudadanos y el bien comun, hayan utilizado toda clase de mecanismos para haber desaparecido, torturado, robado niños, exiliado cientificos e intelectuales, destrozado familias y el imaginario cultural de la Argentina (en la medida en el silencio de tantos años y el miedo a declarar por estos nuestros derechos). No le veo la \”otra cara\” y esta mal utilizado el termino de \”guerrilla\”. Te recuerdo los episodios tambien que figuraban en todos los diarios de los supuestos \”enfrentamientos de guerrilleros\” que decian haber por la ciudad por lo general eran armados por los mismos militares poniendo los cadaveres de los fusilados en determinados lugares para justificar esas muertes. Y ademas hay otros episodios de los mismos militares o policias vestidos de civiles y tirando bombas contra civiles. Me parece que no es correcta la expresion \”guerra\” porque no hay tal equiparacion de victimas ni cuantificacion del daño como vos decis. Conta la historia completa.
PORQUE NO SEÑALAN TAMBIÉN A LOS COLABORACIONISTAS DE LOS GUERRILLEROS QUE TIÑERON DE SANGRE A LA REPÚBLICA ARGENTINA COMETIENDO ATENTADOS, PONIENDO BOMBAS EN LUGARES PÚBLICOS, SECUESTRANDO Y MATANDO A SUS VICTIMAS, ATENTANDO CONTRA LAS INSTITUCIONES DURANTE GOBIERNOS ELEGIDOS DEMOCRATICAMENTE, EN ESTE PAIS SE VIVIO UNA GUERRA INTERNA DONDE LOS DOS BANDOS SUFRIERON LA MISMA CANTIDAD DE MUERTOS (ALREDEDOS DE 8.000 MUERTOS DE CADA LADO) …..CONTEMOS LA HISTORIA COMPLETA
También deberá pedir perdón y condenar a quienes detrás de sus sotanas hicieron del abuso sexual de miles de niños en Argentina una cuestión cotidiana y además condenarlos y exonerarlos de la Iglesia Catolica…casos como el del Padre Grasi hubo y hay muchisimos que nunca fueron totalmente esclarecidos y ocultados por la Iglesia
Le felicitamos. Esperamos de él que sea un pastor al lado de los pobres en este mundo cruel en que la dictadura del mercado está hiriendo a la inmensa mayoría del planeta. Y que pida perdón por su silencio durante la dictadura militar argentina.
Los comentarios están cerrados.