El PRI “arrasó” ayer en todas y cada una de las 15 entidades donde se celebraron comicios, al más puro estilo del antiguo PRI, del de siempre; de aquél del desquiciado Carlos Salinas de Gortari, de aquél del autoritario Miguel de la Madrid Hurtado, de aquél PRI perverso que sabe mezclar perfectamente la ambición de poder con la represión que es capaz de generar el poder, de aquél PRI que bien conocemos y que sabíamos que no estaba muerto.
“Arrasó” asesinando, secuestrando, robando urnas, acarreando sin ton ni son, provocando balaceras para inhibir el voto, pagando y callando a los medios de comunicación, empleando de manera descarada toda la maquinaria humana y económica de los gobiernos estatales y federal, sometiendo y maniatando a los sumisos “institutos” electorales locales, comprando el hambre de las familias necesitadas con dádivas y recursos de programas sociales, amedrentando y alineando a empresarios de todos los ramos, utilizando a los cuerpos policiacos y procuradurías “de justicia” para generar terror y proteger sus intereses con exceso de fuerza, quemando vehículos de sus adversarios con posibilidades de triunfo, etc, etc, etc.
En fin, era de esperar que 12 años de la llamada alternancia no serían suficientes para que al viejo lobo de mar se le olvidara como manipular desde el poder central unos simples comicios locales; no serían suficientes para que se le olvidara cómo se opera bajo su eterna primicia: “aquél que no está conmigo está contra mí”.
Hoy lunes al mediodía, como era de esperarse, en la presentación de su Estrategia de Contratación Pública, el presidente Enrique Peña Nieto recalcó que la jornada electoral del domingo fue democrática, ejemplar y claro ejemplo participación ciudadana, como acostumbraban hacerlo sus antecesores, antes de Ernesto Zedillo.