Se trata de María Elena Zúñiga Chio, quien caminaba con su perro de raza chihuahua de nombre “Max”, por el exclusivo fraccionamiento Playacar en la fase uno a la altura del hotel Playacar, cerca de un cenote que se encuentra en dicha zona.
En pleno paseo de momento y de manera intempestiva, mientras el pequeño animal merodeaba por los alrededores del cenote, dos jabalíes salvajes salieron de una caverna agrediendo a mordidas a la mascota.
Ante esta situación, María Elena comenzó a gritar y en un descuido de los animales salvajes “Max” pudo escapar, sin embargo las heridas del can eran de gravedad.
“Cuando mi perrito llegó corriendo a donde yo estaba, ya los jabalíes venían detrás, como yo lo protegí pensé que me iban a atacar a mí, afortunadamente no siguieron con el ataque”, narró la afligida mujer.
Los hechos se dieron durante el martes pasado, aunque acudieron elementos de Protección Civil a prestar el auxilio, la mujer tuvo que llevar de urgencia a su cachorro a una clínica veterinaria, donde le curaron las heridas provocadas por los filosos dientes y colmillos de los jabalíes.
Con coraje e indignación, María Elena mencionó que en el lugar no hay un aviso de que hay animales salvajes, sobre todo porque se trata de una zona urbana en la que constantemente circulan niños y turistas, mismos que podrían sufrir un ataque de estos animales salvajes, hay dos plumas y un Oxxo.
Aunque las autoridades de Protección Civil mostraron todo el interés por poner una solución a este problema que podría ocasionar una tragedia, según versión de María Elena, le argumentaron que Profepa los tiene atados de manos.
“Me puse a investigar y di con que hay en la zona 80 sereques y más de ocho jabalíes, nadie dice nada, pero hay un vendedor que les da de comer, por eso cuando alguien pasa, en lugar de huir o esconderse, salen. Protección Civil me dice que no pueden hacer nada porque Profepa se molesta si intentan sacar a los animales”, comentó.
Finalmente, indicó que producto de sus investigaciones, obtuvo información de que en la fase dos de Playacar merodea un puma, mientras que en Punta Esmeralda hay cocodrilos que amenazan la integridad física de los bañistas, sin embargo no se pueden sacar y llevar a otro lado donde no sea un riesgo, por lineamientos de Profepa. (Fuente: Por Esto! de Quintana Roo)