CIUDAD DE MEXICO.- Con jubiloso ánimo, expresado en ovaciones, aplausos, vivas y hasta música espontánea, sobre todo vallenato, miles de personas despiden en el Palacio de Bellas Artes a Gabriel García Márquez.
Para algunos fueron más de cuatro horas de espera, bajo el rayo el sol y la alta temperatura, pero ello no importó. Buscaban darle el último adiós al escritor y periodista colombiano, quien falleció el pasado jueves 17 de abril, en su domicilio, ubicado al sur de la ciudad de México.
El ánimo sólo se vio trastocado al filo de las 15 horas, cuando elementos de la guardia presidencial colocaron vallas de seguridad que inhibieron e indignaron a quienes hacían fila en espera de ingresar al máximo escenario cultural del país. Ante el manifiesto descontento, se cambiaron los retenes de seguridad.
Después de que las fuerzas castrenses se apoderaron de la explanada del palacio de mármol y controlaron el acceso de los invitados especiales, los admiradores de Gabo cantaron Macondo, acompañados por el músico originario de Bogotá, Fernando Martínez, quien interpretó con su trombón de vara la canción que hizo famosa Óscar Chávez, escrita por el peruano Daniel Camino Diez.
A esa pieza le siguieron El Rey, Cielito Lindo, Bésame mucho y el vallenato de La gota fría. Momentos después se escuchó una fuerte ovación y vivas a Gabo, así como a México y Colombia. También hubo gente que gritaba “este no es un evento político” y continuaban los vivas al escritor, quien vivió sus últimos años en México.
Solos, en grupos de amigos, en familia, los admiradores del autor de El coronel no tiene quien le escriba esperaron el acceso al recinto cultural, el cual comenzó 10 minutos después de las cuatro de la tarde, en bloques de 30 personas que sólo permanecían adentro menos de medio minuto.
Las cenizas del autor fueron recibidas por la gente afuera del recinto con la canción de Macondo, inspirada por el libro Cien Años de Soledad y que llegó a convertirse en la favorita del escritor colombiano.
Dentro del Palacio de Bellas Artes los presentes lo recibieron con aplausos que se prolongaron por varios minutos. En medio de la ovación se escuchó entre los asistentes: ‘‘Gracias Gabo”.
Poco después de las 16 horas, Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), colocó la caja con las cenizas del escritor colombiano Gabriel García Márquez en un pedestal ubicado en el vestíbulo del recinto, el cual está rodeado con flores amarillas.
Durante el homenaje, el titular del Conaculta estuvo acompañado por la viuda de García Márquez, Mercedes Barcha, y sus hijos Gonzalo y Rodrigo.
La primera guardia de honor la hizo Tovar y de Teresa, junto con María Cristina García Zepeda, directora del Instituto Nacional de Bellas Artes, y los hijos del escritor.
Entre los invitados especiales estaban el periodista Jacobo Zabludovsky y el político Porfirio Muñoz Ledo, así como otros personajes de los ámbitos político y cultural.
El público no tiene posibilidad de hacer guardia de honor, tampoco hay opción para dejar en algún lugar flores o detalles para dar el último adiós a Gabo.
Los medios de comunicación tuvieron acceso a las 16 horas y el área de murales del máximo recinto cultural del país está saturado.
Pese a las limitaciones del acto oficial, la originalidad de los lectores y la gente que quiere al maestro del “Realismo mágico” le hace honor como puede.
Un grupo procedente de Colombia se acomodó afuera del recinto para tocar las piezas que el escritor les solicitaba en vida. Al vestíbulo del palacio de mármol, el grupo Guatapurí entró por el estrecho pasillo por donde desfilan los lectores para despedir al ganador del Premio Nobel e interpretaron a su paso una pieza de vallenato. García Márquez dijo en algún momento que su obra cumbre, Cien años de soledad, era un vallenato de 400 páginas.
Estaba previsto mantener abierto el Palacio de Bellas Artes hasta las 19:00 horas para que la gente pudiera acudir a despedir al escritor. Después de esa hora se espera el arribo de los presidentes de México, Enrique Peña, y Colombia, Juan Manuel Santos, quienes encabezarán la ceremonia del adiós.
Cortejo fúnebre
Conforme a lo dispuesto por las autoridades, la caravana fúnebre partió del domicilio del escritor en el Pedregal rumbo a Bellas Artes a las 15:20 horas de este lunes, en medio de un dispositivo policiaco con más se cien elementos a pie, en motocicletas y patrullas.
Tres camionetas suburban, una de transporte de pasajeros de servicio privado y la camioneta particular del autor encabeza el contingente con la familia García Barcha, otros familiares y amigos cercanos; la comitiva es seguida en automóviles y motocicletas por representantes de medios de comunicación.
La ruta comenzó en el segundo piso del Anillo Periférico, a la altura de San Jerónimo, y seguirá por Viaducto hasta entroncar con el Eje Central y de allí tomará vía recta hasta llegar al Palacio de Bellas Artes. (Fuente: La Jornada)
HOMENAJEAN DOS PRESIDENTES AL ESCRITOR
CIUDAD DE MÉXICO.- En el recinto más importante de la cultura mexicana, los presidentes de México, Enrique Peña Nieto, y Colombia, Juan Manuel Santos, rindieron homenaje “al más grande de los escritores latinoamericanos” Gabriel García Márquez. Compararon la grandeza de su obra con la de Miguel de Cervantes Saavedra, y equipararon a Macondo con el mundo que el español narró en el Quijote de la Mancha.
En su intervención, Peña Nieto destacó que con la muerte de García Márquez se va un hombre grande, uno de los más grandes en la historia de la literatura, cuya “vida y obra son inspiración, guía, luz y ejemplo” para muchos escritores alrededor del orbe. Su realismo mágico colocó la literatura latinoamerica entre la mejor del mundo. “Gracias a su obra se ama a Latinoamérica desde otros continentes”, sostuvo.
Sobrio, con corbata negra acorde al protocolo, propio de los días de duelo, el mandatario mexicano fue evocando la estrecha relación que guardó Gabo con las letras mexicanas, desde su primer encuentro con la literatura mexicana, Pedro Páramo, de Juan Rulfo, gracias a un regalo de otro colombiano ilustre residente en México, Álvaro Mutis.
Recordó también la estrecha relación profesional y amistosa que tuvo con uno de los principales escritores mexicanos, Carlos Fuentes, como parte de los intensos lazos que García Márquez forjó en México desde que llegó con sólo veinte pesos en su porvenir, procedente de Nueva York.
Las evocaciones del mandatario mexicano alcanzaron la anécdota famosa del retorno intempestivo del autor a México, camino a Acapulco, cuando por fin encontró las primeras frases de la que sería la más célebre de sus novelas y que le valió el reconocimiento internacional: Cien años de soledad.
Resaltó que García Márquez escogiera a México como el lugar para crear sus obras. “Aquí los mexicanos hemos visto crecer ese árbol frondoso que es García Márquez (…) Lo despedimos con la alegría de su vida y la emoción de sus libros”, sostuvo.
“Vive en las esperanzas de la humanidad”
Ostensiblemente más conmovido, Santos destacó la importancia del homenaje a Gabo en el más importante recinto cultural de México, teniendo como marco los murales de Siqueiros y Rivera. “Gloria eterna a quien más gloria nos ha dado”, rubricó su discurso el mandatario colombiano, quien llegó a México apenas unas horas antes exclusivamente para participar en el homenaje al escritor colombiano.
En el centro del recinto, al pie de la escalinata principal del Palacio de Bellas Artes, sólo estaba la urna con las cenizas de García Márquez, rodeada de flores amarillas. En primera fila, acompañada de los mandatarios, se encontraba Mercedes Barcha, esposa del escritor, junto con sus hijos. A ella, la Gaba, la “mujer que llevaba el mundo a sus espaldas para que su esposo pudiera escribir”, dirigió el presidente colombiano un abrazo.
Santos sentenció que uno de los mayores privilegios de los colombianos es la aportación de Macondo al mundo, Macondo que es a la vez Cartagena, Bogotá, París, México, todos los lugares emblemáticos que sirvieron como inspiración a la obra del escritor.
Gabo, dijo Santos, fue “un hombre que más que colombiano incorporó en sus obras la esencia misma del ser Latinoamericano y muy especialmente del ser Caribe”, utilizó el más grande de los poderes como su fuente de inspiración, el poder del amor, para transmitir sus historias y con ello colocó a Aracataca, su ciudad natal, en un lugar legendario para el mundo.
El presidente colombiano resaltó su arribo a la tierra de Rulfo, Fuentes, Octavio Paz, Alfonso Reyes, ilustres escritores mexicanos y subrayó que a México y Colombia los hermanan muchas cosas y, en esta ocasión, lo hacía el homenaje a García Márquez, un hombre cuya grandeza lo hará vivir para siempre como una esperanza para la humanidad
Recordó las palabras de García Márquez al recibir el Nobel de literatura: “los latinoamericanos no estamos condenados al mal”. Tenemos el compromiso de hacer la utopía posible, de construir una Latinoamérica donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad
“Antes que nada nos deja la esperanza, la tarea, la determinación de unirnos por el bien de nuestros pueblos”, sentenció.
El primero de los tres discursos oficiales estuvo a cargo de Rafael Tovar y de Teresa, presidente del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CNCA), quien dijo: Gabriel García Márquez fue un hombre feliz. Y la felicidad se trasmina a todo lo que su pluma de escritor tocó”.
Del mismo modo –agregó– que en el siglo XIX portentosos escritores como Tolstoi, Dostoievski, Gogol y Chejov lograron que la cultura de Rusia se volviera universal, la literatura de América Latina se volvió universal en el siglo XIX gracias a una generación de escritores encabezada por García Márquez, que recurrió a la historia de su aldea, real o imaginada, para reinventar la vida del Hombre”.
Hizo que Macondo formara parte de la cultura popular, “algo que sólo había logrado Cervantes con el Quijote”.
Minutos después de concluidos los discursos, tras la salida de los presidentes de México y Colombia, fueron retiradas las cenizas del escritor del recinto. La música de concierto que acompañó toda la tarde el homenaje fue sustituida hacia el final con la música popular colombiana.
Al finalizar el homenaje, mariposas amarillas de papel cayeron sobre el vestíbulo y el exterior del Palacio de Bellas Artes. (Fuente: La Jornada)