Desde hace algunas semanas he compartido algunos apuntes sobre los grandes retos a los que se enfrenta la juventud mexicana para construir una vida presente digna y, más aún, un futuro en condiciones de plenitud.
El 11 de julio conmemoramos en todo el mundo el Día Mundial de la Población. Entre muchos otros datos, resalta que de los 7 mil 200 millones de personas que habitan el planeta, 25% son menores de 25 años; 84% vive en países en vías de desarrollo. 43 de cada 100 viven con menos de 2 dólares al día; 20 de cada 100 con menos de 1 diario (Consejo Nacional de Población, 2010).
En México, el décimo primer país más poblado del mundo, 28% de la población es menor de 15 años y 27% tiene entre 15 y 29 años. Desgraciadamente, no hemos logrado crear condiciones para la construcción de capital humano: en 2010 solo 56.9% de los adolescentes y 22% de los jóvenes de 20 a 24 años asistieron a la escuela (INEGI, 2011).
Un estudio reciente, presentado por el Instituto Belisario Domínguez del Senado de la República (IBD), recuerda que, según INEGI, en 2010 la población infantil y juvenil en condiciones de analfabetismo es casi cinco veces mayor a la población total en conjunto (26.5% frente a 5.9%). Además, INEGI apunta que el promedio de escolaridad es 4.6 años menor que el nacional (INEGI 2011).
La cuarta parte de nuestros niños y jóvenes, según INEGI, trabajan, Pero se enfrentan a condiciones difíciles, en ocasiones indignas, para laborar. Solo 31% de los infantes y jóvenes trabajadores tiene un empleo en el mercado formal de trabajo, los demás se encuentran en labores informales. Además, el ingreso por trabajo de 50% de esta población es menor a un salario mínimo y el promedio general no llega a dos salarios mínimos (INEGI, 2011).
El mercado informal engulle a los jóvenes en plena edad profesional y productiva. En 2010 una de cada cuatro jóvenes entre 25 y 29 años con estudios profesionales concluidos laboraban en actividades no profesionales. También devora a nuestra fuerza laboral futura; en el mismo año 5% de los adolescentes y jóvenes ocupados entre 15 y 29 años dijeron estar sub-ocupados, ya sea por sus conocimientos y capacidades, o por su tiempo disponible.
Lo cierto es que en México hay cerca de un millón y medio de niños y jóvenes trabajadores; que muchos de ellos necesitan trabajar para subsistir y para el sustento de sus familias; que trabajar a menudo significa sacrificar su potencial para formarse y que no en raras ocasiones trabajan sin acceso a seguridad social o laboral y con sueldos ínfimos.
El panorama requiere medidas urgentes de mejora. Baste citar que, según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), México es uno de las naciones que registróun incremento considerable en la tasa de desempleo juvenil durante los últimos 7 años (citado por GDGAL, IBD, 2014).
Como en la mayoría de los grandes temas de la agenda nacional, el trabajo infantil y juvenil requiere de la concurrencia de todas las instancias del Estado mexicano (poder Ejecutivo en los tres niveles de gobierno, Congreso federal y congresos locales, organizaciones de la sociedad civil y empresarios, entre otras).
Una urgencia es proteger a los más jóvenes. Con ese objetivo, en el Congreso acordamos elevar la edad mínima para trabajar de los 14 a os 15 años de edad, y aprobamos el Decreto por el que se Reforma la fracción III del Apartado A del Artículo 123 de la Constitución.
A la fecha, según indica el IBD, 17 congresos locales aprobaron la reforma (Aguascalientes, Baja California Sur, Campeche, Chiapas, Chihuahua, Coahuila, Colima, Guanajuato, Hidalgo, Estado de México, Nayarit, Querétaro, Quintana Roo, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas). ¡Quedan pendientes 15 aprobaciones más, incluyendo la de mi estado, Yucatán!
Pero la legislación queda en letra cuando los Ejecutivos (presidente, gobernadores, presidentes municipales) no hacen realidad las normas. Hay numerosas fuentes de recursos e iniciativas que promueven el trabajo y bienestar juvenil; requerimos, con urgencia, informes y -sobre todo- eficiencia y resultados.
También, nos hace falta un eco más decidido por parte de la iniciativa privada y la sociedad civil. ¡El bienestar de los tuyos depende del bienestar de más de 9 millones de niños y jóvenes mexicanos!
* Senador por Yucatán. Secretario de las comisiones de Juventud y Deporte, de Relaciones Exteriores Asia-Pacífico y del Instituto Belisario Domínguez; integrante de las comisiones de Turismo, Reforma Agraria y Bicamaral del Canal del Congreso.