CANCÚN, MX.- Nayeli Ramírez Ramírez, de 27 años, originaria de Chiapas, víctima del mortal atentado a la casa de citas de la Supermanzana 67, tenía sólo un mes de vivir en Cancún cuando decidió entrar como prostituta para ayudar económicamente a su pareja sentimental.
Esto, hasta que su vida se vio arruinada el pasado 21 de septiembre, cuando dos sicarios armados ingresaron a la casa donde trabajaba, para iniciar el incendio que cobró la vida de cuatro de sus compañeros.
Ahora, con dolorosas marcas en el cuerpo y mente, intentará seguir su vida, recordando a cada momento, mientras limpia sus quemaduras, el día en que dos peligrosos delincuentes estuvieron a punto de acabar con su existencia.
Mientras tanto, autoridades estatales, federales y municipales siguen mostrando apatía por el caso, pues aunque las mujeres sobrevivientes necesitan ayuda, éstas hacen caso omiso al dolor y aseveran que se sigue buscando a los responsables, sin resultados.
Después de casi un mes de agonía, dolor y dolorosos tratamientos, Nayeli Ramírez Ramírez, de 27 años, originaria de Chiapas, logró dejar el hospital y declarar ante autoridades del Ministerio Público del Fuero Común, sobre el mortal atentado a la casa de citas de la Supermanzana 67, donde trabajaba ofreciendo servicios sexuales.
Ramírez Ramírez manifestó que antes del atentado tenía apenas un mes de haber llegado a Cancún, en compañía de su novio, pero como no les fue bien y la pasaban mal económicamente, planeaban regresarse a su “pueblo”, con su familia.
Relató que un día caminando por la avenida Puerto Juárez, mejor conocida como Talleres, observó una oportunidad de trabajo en la que se pedía “chicas con amplio criterio”, motivo por el cual acudió al domicilio ubicado en la Supermanzana 67, en donde aceptó el trabajo como prostituta.
Hasta el pasado 21 de septiembre, cuando dos peligrosos sicarios llegaron a la casa de citas para cometer el mortal atentado.
Sobre el día del ataque, Ramírez Ramírez manifestó que después de ingresar como clientes, unos de los sicarios saco un arma y las obligó a hincarse, con la mirada hacia abajo, mientras que el otro la tomó por el cabello y la obligó a rociar gasolina en todas las habitaciones.
Manifestó que después de sacar el dinero de la caja, los dos sujetos tiraron un cerillo y salieron corriendo dejando la puerta abierta, razón por la cual logró salir detrás de ellos, corriendo, para pedir ayuda.
Señaló que una vez afuera, una señora que vendía antojitos, la ayudó con agua y trapos para apagar las llamas que la quemaban en gran parte del cuerpo y después dio aviso al número de emergencias 066.
Con esta declaración, las autoridades de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) afirmaron que ya ampliaron las investigaciones, sin embargo, los sicarios continúan prófugos, esto, aunque el sufrimiento de la mujer aún esté empezando.
Doctores encargados de la atención de Ramírez Ramírez manifestaron que por el proceso que la mujer pasará, es largo y doloroso, pues además de que deja cicatrices en el cuerpo, deja imborrables huellas en la mente.
Los especialistas explicaron que mientras todas las heridas sanan, la mujer tiene que ser sometida a limpiezas especiales en las quemaduras, las cuales suelen ser demasiado dolorosas pero que evitaran que se infecten, tratamiento que muy pocas personas toleran y más si se trata de quemaduras de tercer grado, además de que tendrá que recibir terapia psicológica, pues las quemaduras dejan grandes cicatrices que pueden afectar considerablemente la autoestima.
A pesar de esto, Ramírez Ramírez continúa luchando sola o a veces con la ayuda de sus familiares, pues ninguna institución, autoridad o asociación se ha acercado para ayudarla, para preguntarle si hoy o mañana tiene que comer, para tenderle una mano que la ayude a seguir y a superar los grandes daños que el mortal atentado le causó. (Fuente: Por Esto! de Quintana Roo)