Paul Carrillo no da una.

La ciudad está de cabeza, sobre todo en las colonias populares, donde los baches se multiplican y la basura rebosa en los contenedores.

La obra pública la llevan a cabo los Gobierno federal y estatal.

Y en lo político está aún peor, pues ha optado por la ley de garrote.

No existe diálogo político y Paul ha optado por las macanas y la cárcel en contra de la disidencia.

El Edil priista ha cargado contra maestros, estudiantes, activistas y con quien se le ponga enfrente.

Y con todo ello, aún sueña con ser Gobernador.

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