Nada ni nadie ha dañado tanto a la sociedad como la partidocracia que se vive en el país. Ni el impacto del narcotráfico en estados tan debilitados por la corrupción como Quintana Roo, se compara con la corrupción y el abandono que tienen los partidos políticos con sus electores.
Pero un caso en especial llama mucho la atención en estos días, y es precisamente en el distrito federal 03 con cabecera en Cancún. El del candidato por el mal afamado PVEM, Remberto Estrada Barba, quien según la Comisión de Fiscalización rebasó el tope de campaña establecido por el INE. Este próximo diputado federal (aunque sea lamentable, pero seguro así será), ya ha sido llamado a cuentas por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) para que retirara propaganda personal, ya que no se encontraba aún en tiempos establecidos para tales actos políticos.
Y sin embargo, creo que esas violaciones a las reglas de campañas políticas no es lo que verdaderamente debe inquietarnos. Lo realmente perturbador son las cifras con las que “ganó” (15.75% de diferencia con el segundo lugar) en un municipio avasallado por la pobreza, la inseguridad, la desigualdad y la falta de oportunidades. Ya que su primer lugar representa perfectamente las cifras de pobreza extrema en el estado, 122 mil personas según el CONEVAL (2012), ¿y por qué lo representa? Pues porque siendo claros con la conciencia, el PVEM en Quintana Roo no hizo más que comprar la voluntad popular con despensas y artículos de primera necesidad, y son ellos precisamente (incluidos PRI, PAN, PRD, etc.) quienes tienen a la sociedad viviendo en esa decadencia.
La preocupación radica en que difícilmente este personaje regresará para apoyar a su distrito, y con casi total seguridad, solo regresará para pedir más votos y dar más despensas.
Quizás no son muy consientes (la clase política del estado) que los tiempos cambian, y eso sí, no lo pueden comprar.
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