El tal Lino, que cobra como director del Instituto de la Defensoría Pública del Poder Judicial, pero que trabaja como uno de los jefes del ejército de ‘trolles’ y ‘bots’ del Gobernador, se fue a manchar sus zapatitos a la Zona Maya para emitir una disculpa pública a Pedro Canché.
Sin embargo, el asunto fue más de forma que fondo para convertir en sólo una simulación no sólo jurídica y legal, sino ética y moral.
Pedro Canché no es la único quintanarroense agraviado por el tal Lino, que ha sostenido una conducta permanente y reitirada de insultos y agresión, escudado en un cargo público y en su cercanía al Gobernador.
La mejor disculpa que puede hacer el tal Lino es su renuncia como funcionario del Poder Judicial y que deje de ser una carga para el erario de Quintana Roo… y, por supuesto, que nadie lo recicle en futuras administraciones.