Los principios y valores de la democracia: las elecciones en QR 2016 | Por Manuel J. Canto Presuel

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LOS PRINCIPIOS Y VALORES DE LA DEMOCRACIA.
LAS ELECCIONES EN QUINTANA ROO 2016

El proceso electoral 2016, en Quintana Roo dio inicio el 15 de febrero próximo pasado, los ciudadanos quintanarroenses vamos a elegir al próximo Gobernador, 11 Cabildos Municipales y 25 diputados locales por ambos principios electorales.

Esto se supone o al menos así lo ordenan las leyes electorales, debe realizarse dentro del marco de la democracia; pero ¿Bajo qué principios y valores se rige la actividad democrática?

Cuando se presencia o se participa en los complicados procedimientos de la democracia moderna muchas veces, para muchas personas, no se aprecia el sentido de los mismos.
Se llega a obtener un conocimiento más o menos aproximado del proceso de las elecciones en base a las leyes electorales, pero la complejidad de los procedimientos mencionados y la intensidad que con frecuencia adquieren las competencias partidistas, oscurecen o de plano aplastan los principios y valores básicos en que se sustenta la propia democracia.

Ocurre así que los actores en las elecciones -los ciudadanos, pero también los funcionarios electorales y los propios candidatos- desconocen el significado profundo de sus acciones, lo que no sólo se traduce en indiferencia hacia las mismas sino, lo que es más grave, en una brutal perversión de su sentido original.

Por ello resulta importante repasar muy brevemente algunos de los principios y valores de la democracia para que en Quintana Roo, la construyamos en estas elecciones.
La Soberanía Popular.- Significa que nosotros con nuestro voto y participación tomemos las decisiones que afectan a todos los quintanarroenses, ya que la democracia es una forma de gobierno, un modo de organizar el poder político en el que lo decisivo es que el pueblo no es sólo el objeto del gobierno lo que hay que gobernar sino también el sujeto que gobierna.

En términos modernos, la democracia se opone a la dictadura, y más generalmente, a los gobiernos autoritarios.

Si nos jactamos de ser un estado moderno debemos ser un Estado de derecho, es decir, como un poder encargado de elaborar y hacer cumplir las leyes, pero también un gobierno sujeto a las propias leyes establecidas. El primero en cumplir las Leyes.

El Principio de la Mayoría y la defensa de los derechos de las minorías.- Las reglas del juego democrático suponen que las decisiones se toman por mayoría, pero también que la mayoría puede cambiar. De ahí que se requiera de votaciones periódicas y repetidas cada determinado tiempo, en las que los ciudadanos podamos optar por diversas alternativas, configurando así mayoría y minorías diferentes. Por ello, el hecho de que una alternativa obtenga el mayor número de votos en un momento determinado en modo alguno le asegura que en la siguiente votación lo volverá a lograr.

La regla de la mayoría exige el reconocimiento de la necesidad y legitimidad de la existencia de minorías y, por consiguiente, de sus derechos, empezando por el de convertirse en una nueva mayoría. Lo anterior explica que los procedimientos democráticos sean incompatibles con una presunta dictadura de la mayoría: ésta no sólo es excluida por la naturaleza temporal e inestable de cualquier mayoría democrática, sino también porque no existe mayoría sin minorías.

Un gobierno sólo puede ser legítimo y democrático si respeta, reconoce e incluye los derechos y la participación de las minorías.

Como Valores de la democracia moderna tenemos a:

La Libertad.- Entendida la libertad democrática como la capacidad de autogobernarse o autodeterminarse y, por lo tanto, de asumir como legítimas sólo las obligaciones y vínculos que cuenten con su aprobación tácita o explícita. La libertad supone el derecho de cada individuo de participar en la elaboración y adopción de las decisiones colectivas que le conciernen y, por consiguiente, de ser ciudadano políticamente activo.

La única autoridad legítima es la que deriva del consenso expreso, de la participación activa de todos los ciudadanos que forman el pueblo soberano. Sólo se es libre en este sentido cuando se participa de un modo o de otro en la formación de los gobiernos y autoridades, y en la elaboración y aprobación de las políticas.
La libertad como participación en las decisiones políticas, implica, pues, el derecho, pero también el compromiso ético y político de participar, so pena de que esas decisiones aparezcan como impuestas e ilegítimas.

La Igualdad política de la democracia.- Las desigualdades extremas en la sociedad, sean de corte económico o en materia de acceso al conocimiento, limitan o anulan los derechos, o la posibilidad de ejercerlos, de muchos ciudadanos. Situaciones de pobreza extrema, de desigualdad económica flagrante, o incluso de asimetría cultural grave, favorecen el surgimiento de poderes de hecho, económicos o ideológicos, que cancelan en la práctica la vigencia de esa igualdad política, pervirtiendo gravemente los propios procedimientos democráticos.

Donde los ricos son tan ricos, y los pobres tan pobres, de modo que los primeros pueden comprar el voto que los segundos se ven obligados a vender por necesidad, no es difícil comprender que las elecciones se vean gravemente deformadas y prostituidas como expresión efectiva de la voluntad popular.

Los procedimientos democráticos favorecen a su vez, cuando son respetados, la promoción de una mayor justicia social y de una mejor integración cultural.

La fraternidad como valor democrático.- Afirmar que todos los seres humanos deben tratarse como hermanos significa, en primer lugar, enfatizar los valores antes mencionados de la libertad y la igualdad de los ciudadanos. Saber, que a pesar de sus diferencias y conflictos de intereses o de opinión, los miembros de una sociedad no deben verse como enemigos, es decir, como divididos en bandos contrapuestos e irreconciliables, sino, en todo caso, como copartícipes parcialmente conflictivos en la formación de la voluntad política estatal. En otras palabras, la democracia requiere, para funcionar correctamente, que los conflictos no excluyan la cooperación, y que la cooperación no excluya los conflictos. Por ello es éste, quizás, el valor más difícil de entender y asumir dentro de las democracias modernas, pues supone dejar atrás tradiciones y actitudes no sólo autoritarias sino beligerantes, fuertemente arraigadas en la historia de la humanidad, y pasar a concebir y practicar la política de un modo distinto, tolerante y racional.

Las diferencias no sólo puedan superarse mediante el aplastamiento, la exclusión o la aniquilación de los rivales, sino que pueden y deben tratarse pacífica y legalmente, es decir, mediante procedimientos capaces de integrar, negociar y concertar soluciones colectivas legítimas y aceptables para todos.

Estas elecciones en Quintana Roo no deben estar manchadas por el odio, la codicia, las agresiones físicas ni verbales, las amenazas, ni verse inmersas en la destrucción de honras privadas ni familiares; es obligación de los tres poderes del estado la preservación del Respeto al Derecho Ajeno en este proceso electoral.

La democracia política es prácticamente imposible cuando la sociedad se encuentra desgarrada por polarizaciones extremas, cualquiera que sea su naturaleza, pues entonces sólo queda la “solución” de la fuerza, la exclusión, el aniquilamiento, el sometimiento absoluto de los derrotados, situaciones todas radicalmente incompatibles con los valores democráticos en su conjunto.

No lo permitamos los ciudadanos, nuestra participación es vital para construir un nuevo y mejor Quintana Roo.

Abog. Manuel J. Canto Presuel
17 de febrero de 2016.

Nota. La preparación de esta nota, se basó en contenidos incluidos en la obra de Don José Woldenberg y don Lorenzo Córdova Vianello, “Principios y Valores de la Democracia”.

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1 COMENTARIO

  1. esta nota esta dirigida por alguien que no fue ratificado en el poder electoral, cuando se exprese una idiologia debe ser limpia, y solo es limpia cuando detrás de esa expresión no hay resentimientos ni mucho menos la oportunidad de cobrar la ofensa.

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