Mauricio Góngora había iniciado con cierta ventaja su precampaña formal, tras el accidentado proceso de selección priista en que el perdió la dupla de Roberto Borge y José Luis Toledo Medina.

Y esta condición favorable en su arranque como aspirante-precandidato no consistía en la inmoderada e impúdica pre-precampaña, que según los datos más conservadores fue de unos 200 millones de pesos.

La ventaja consistió en que había superado la terquedad del gobernador Borge, que por sus modos y maneras, terminó siendo el factor en contra de las aspiraciones personales de ‘Chanito’ Toledo.

Pero bastaron tres días para que Mauricio muestre el cobre y se mostrara como una especie de ‘Borge Recargado’.

Al parecer, Solidaridad forma parte de otra dimensión y Mauricio no se dio cuenta de los errores que hundieron al aún Gobernador.

Ahora, el ex alcalde playense no sólo ha empezado con el pie izquierdo al reproducir los excesos de ‘Beto’ Borge, sino parece que tiene unas ganas desesperadas de que los electores lo rechacen.

Mauricio no quiere o no puede entender que la gran exigencia de los quintanarroenses es acabar con la tiranía ‘borgista’ y restablecer el orden republicano y el clima de libertades.

Pero su mensaje es al revés.

De entada, Mauricio protagonizó un anacrónico espectáculo, al llenar impúdicamente con acarreados la sede estatal del PRI, a propósito de su registro como precandidato. Terrible. Una inoportuna y negligente señal.

Pero, lo peor de Mauricio vino después.

Sin la menor reflexión ni autocritica, puso a trabajar a su devaluado, pero oneroso aparato propagandístico para ensalzar su nominación y reactivó su maquinaria de guerra sucia a fin de meter orden con los nuevos aliados y cobrar viejas facturas.

Grave de Mauricio. Sus aplaudidores y gatilleros son insustanciales y, en la mayoría de los casos, causan pena ajena.

Nadie cree el mensaje de que Mauricio es lo máximo, y todos entienden que es suya la mano que mece la cuna en la guerra de lodo, donde pareciera que el ex alcalde playenese padece una fascinación adictiva.

Muy rápido se mostró el ungido.

Mauricio se mostró como una versión aún más irracional, resentida e inmoral de la que padeció Quintana Roo en el gobierno de ‘Beto’ Borge.

Pero tampoco ha visto que un puñado de impresentables quieren la continuidad.

La exigencia es el cambio, pero Mauricio en tres días ha dejado un muy claro y desalentador mensaje de que será más de lo mismo, pero recargado.

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