Texto leído por Joel Espinoza Moreno, ex candidato a diputado del PAN en Quintana Roo, durante un desayuno el pasado fin de semana en Cancún en el que estuvo invitado el ex presidente Felipe Calderón Hinojosa.
Querido Felipe:
Lo primero que te quiero decir es que por aquí se te extraña mucho. Los panistas extrañamos a Felipe, nuestro presidente del PAN, y a Felipe Calderón, nuestro Presidente de la República. Como sabes, las cosas en el PAN, no andan muy bien que digamos, pero en el país van mucho peor. Ese país que junto con tantos mexicanos soñamos, a pesar de todo lo hecho y logrado por los gobiernos del PAN, aún sigue siendo un ideal a alcanzar. Esa patria ordenada y generosa que mejoraría las condiciones de dignidad en las que deben vivirlas personas, se mantiene en palabras de González Luna, inacabada y en trance perpetuo de edificación.
Te quiero decir que los panistas nos sentimos muy orgullosos de tu administración al frente de la Presidencia de la República, que dimos la cara por tu gobierno y te defendimos cuando alguna política pública fue incomprendida como el tema de la inseguridad que hoy sigue lacerando a los mexicanos, lo que prueba que tú tenías la razón; y que hoy visto en perspectiva, no sabes el orgullo que sentimos cuando andamos en campaña y nos dicen que contigo las cosas estaban mucho mejor, que la gente, sobre todo la más humilde, te recuerda con cariño, como un buen presidente de México, y mira que en casi 200 años de vida independiente, hemos tenido muy pocos.
Pero aquel lugar común tan repetido de que falta tanto por hacer es hoy más evidente que nunca, y muchos nos preguntamos si este instrumento que muchísimos mexicanos que nos antecedieron en esta lucha, nos legaron, está preparado para esta etapa en el que lo nuevo por venir se presenta mimetizado con un pasado que no termina de pasar.
Aquello que tanto le preocupaba a Carlos, el de convertirnos en un partido sin alma, pareciera que nos está ocurriendo, cunde el desánimo y nos estamos convirtiendo en un partido inanimado. Atravesamos por una etapa de excesivo pragmatismo, donde tal pareciera que decidimos darle vacaciones a la memoria de Gómez Morín, González Luna, Christlieb Ibarrola y Carlos Castillo, y ya ni siquiera en nuestros debates internos ponemos como argumento central a las ideas, si tal o cual posición del PAN tiene asidero doctrinal, y solo nos orientamos por la conveniencia política o la rentabilidad electoral, vamos, antes incluso los conflictos internos se dirimían a dignadazos de persona humana, hoy hasta en eso hemos perdido el estilo. Se nos está partiendo el alma.
Hace 20 años decías que había que ganar el gobierno sin perder el partido, ya que advertías que la cercanía con el poder desataría las concupiscencias inherentes a nuestra naturaleza humana. Hoy al parecer estamos en el peor de los mundos, porque cada vez ganamos menos Gobierno pero perdemos más el partido. Esta noble institución constituida con raíces de generosidad por la que muchísimos mexicanos lucharon, que fue un legado de servicio y de amor a México, sin la que no se entendería el impulso democrático de los últimos 50 años y mucho del marco institucional que hoy tenemos. Algo de lo que sin duda, también debemos sentimos muy orgullosos.
Frente a esta nueva circunstancia que puede ser coyuntural aunque ya se tardó un poquito para ser coyuntura, que hacemos querido Felipe. Porque el problema central radica en que frente a un mal gobierno, municipal, estatal o nacional, hace falta una institución que entienda y se ponga del lado de los ciudadanos. Que desde los cabildos, congresos locales, o el Congreso Federal y desde sus dirigencias, haga lo que el PAN hizo siempre. Confrontar al poder, interpelarlo, servir de contención ante sus atropellos sobre todo ante casos evidentes de retroceso de libertades, de corrupción y de violación a los derechos humanos, como ocurre hoy en Quintana Roo y Veracruz, por ejemplo.
Estoy seguro que en medio de este mar de confusiones en el que nuestro querido país se agita has meditado muchas veces en ello. En medio de esta estridencia anti política, anti sistémica, que hace crecer el sentimiento anti partidos ¿Que hacemos Felipe? ¿Dejamos que vengan los independientes a resolver lo que las instituciones no pueden? Recuerdo que cuando recién entró Fox, se puso de moda crear comisiones que resolvieran pendientes históricos, y entre ellos, se insistía en crear una comisión de la verdad que investigara la matanza del 2 de octubre del 68 una de las tantas heridas abiertas en este México nuestro tan adolorido, tan lastimado. Y tengo muy presente que tú como Coordinador de los diputados del PAN (por cierto, entonces no cualquiera podía ser coordinador, no como ahora) decías que a este país no le hacían falta comisiones de la verdad, sino instituciones de verdad. Porque además coincidirás conmigo que independiente no necesariamente es sinónimo de moralidad y decencia atributos básicos para un gobernante pero no suficientes. Ahí tenemos el ejemplo de Nuevo León.
Más allá de si somos panistas, de izquierda o de derecha, o ciudadanos sin partido, qué será que nos hace falta Felipe, para dejar de ser una sociedad que sigue siendo víctima inerme de los charlatanes y los mentirosos. ¿Qué debemos hacer si tenemos una segunda oportunidad? Ésta y tantas preguntas nos hacemos muchos panistas que seguimos pensando que dignificar la política es la vía para dignificar la vida de las personas. Que esa dignificación de la política, pasa por recuperar la fuerza del PAN, que recupere su protagonismo y que vuelva ser esa fuerza con autoridad, autoridad moral sobre todo, que vuelva a ser un referente de valor y de valores en la vida pública.
Hasta aquí dejo estas reflexiones, Felipe, que sin querer se volvieron un compendio de lamentos, pero en el PAN aprendimos a pensar al PAN y a pensar a México, que pensar en el PAN era también pensar en México.
Muchas veces pienso en el joven vigía que aquella emotiva noche de despedida de marzo de 1999, que en medio de la tormenta política de fin de siglo, mientras la nave panista surcaba aquellos mares de olas turbulentas, nos arengaba a continuar la travesía con nuevos con nuevos bríos, y nos decía que veía soles de media noche que anunciaban el pronto amanecer, lo que finalmente ocurrió con la alborada democrática del año dos mil, cuando el PAN felizmente tuvo su cita con el destino.
Estoy seguro querido Felipe, que aquél joven vigía que ascendió a Capitán, que fue nuestro Capitán de mar y guerra, que navegó por los siete mares, que nos dirigió en batallas memorables como aquella de la intensa primavera del año 2006, seguramente pasa muchas tardes oteando el horizonte y mientras en el humo de su vieja pipa marinera, se consumen archivos secretos del alma, también extraña a su tripulación, a los jóvenes y viejos marineros que aún siguen en alta mar, que mantienen el rumbo de la nave con la rosa de los vientos pegada al corazón, mientras van repitiendo la vieja plegaria de León Felipe;
Sabemos que no hay tierras ni estrellas prometidas.
Lo sabemos señor, lo sabemos
Y seguimos contigo trabajando.
No soy panista. No pienso serlo, pero es reconfortante leer un trabajo reflexivo, meditado, bien redactado y, al parecer, honesto en el que se aborda con seriedad y compromiso el rescate de una organización que presumió, con fundamento, de poseer una ideología. Ojalá hubiera en todos los partidos muchos miltantes como Joel Espinoza Moreno.
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