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Han transcurrido más de diez meses de mantener nuevo contacto con amistades y conocidos del gremio, así como de reconocer el ámbito laboral. Ha habido ensayos, creaciones y recreaciones, instantes felices, conciertos, salidas, antros, llegadas, decepciones, resultados, madrugadas, reencuentros, desencuentros…

Bueno, hasta volví a sufrir arbitrariedades en un retén de policía cabezona mientras cientos de mirones en sus autos le decían a sus hijos: “Mira… no seas como esos fuereños, sé gente decente…”, y los extorsionadores disfrutando a lo mossad de su impunidad en público. Pelo en la sopa comparado con los numerosos instantes musicales que he tenido el privilegio de revivir.

Entre todo ello llego a un impasse, quizá saludable desde cierto punto de vista; estos apuntes son un efecto de tales causas, una impresión sobre una realidad que vivo desde 1989 y redescubro en 2016. Para este oscuro compositor de música popular son sólo un testimonio del camino andado. Sonado…

Hay numerosos elementos y personajes que configuran la escena musical ya sea en mi pueblo o en cualquier ciudad del mundo. Estas líneas parten de dos enfoques básicos: el Negocio (música que se ejecuta como medio de trabajo y se paga), y la Música como fin, medio y principio de vida. Considero sólo dos ámbitos y, sin embargo, es inevitable referirse constantemente a tecnologías, industria, modas, condiciones, circunstancias regionales y globales.

En ambos casos la valoración “bueno y malo” es relativa, quizá lo de menos ante la realidad de cada participante en lo que, según Walter Pater, todas las artes aspiran ser: música.

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Hay algo que suena siempre en el Caribe Maya Mexicano además del mar: la música. Un poco diferente es cómo suena, quiénes la hacen, qué hay… dónde se oye “lo nuevo”.

Es difícil que se oiga música nueva como ritmos o propuesta grupal; para este caso lo nuevo se refiere a una producción con mayor volumen y luces, artistas extranjeros, mayor y mejor publicidad, más personal y la parafernalia necesaria para que un evento sea como debe de ser: negocio masivo, HI-TECH, la mejor oferta local para la demanda global, una inversión mínima y utilidades cuantiosas.

Eso “nuevo” en música aplica para festivales de días continuos, bodas, Spring & Summer Breake, y también para espacios que apenas miden 4 x 10 m… y a ver cuál antro suena más recio en la calle 12 y 1ª en Playa del Carmen –o en los de Tulúm y Cancún.

Nada de ello es nuevo; esa tendencia ya se respiraba en ’89 si bien la moda y los números eran distintos. Y la música nueva (arte de autor o grupo, obra innovadora, búsqueda estética), estaba como hoy: en la marginalidad.

Este superficial reconocimiento del panorama incluye una gran cantidad de músicos y personal foráneos (DJ’s, técnicos y de producción, mexicanos o extranjeros), cuya presencia depende de la temporada.

A veces suenan por ahí oleadas de música nutrida por grupos e instrumentistas que aún no cumplen los 30…

Un elemento múltiple que persiste y activa el negocio son los músicos locales, dedicados al entretenimiento en las diversas facetas que requiere el turismo en bares, restaurantes, coctelerías, hoteles y clubs de playa; también actúan para el público local, cada vez más numeroso en sus calles y plazas.

No en balde el municipio karmáticamente denominado Solidaridad, sigue entre los #1 en sobrepoblación a nivel global.

Este micro universo varía según la circunstancia: temporada alta o baja, modas, tendencias o inestabilidades inesperadas (trastornos del clima, conflictos internacionales, alertas de viaje, alborotos políticos).

Playa Sur
abril 2016

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