“Me miro caminar descalzo, con los perros estirando su flojera, las casas con huecos en el telar de arriba”. Gustavo Barrabas Buitrón Zárate.
Primero fue Pedro Canché quien le hizo una entrevista a pocos metros de Tajamar y subió el video a su Facebook. Comencé a seguirlo entonces por las redes desde aquel momento, porque su discurso, sus ideas claras sobre la laguna, los peligros a que ésta se enfrenta, me removieron mi adormilada conciencia ambientalista.
Seis días después escribí un texto sobre la caminata de Gustavo, en donde propuse una contribución “macondiana” (es decir, desaforada) para cuidar a plenitud la laguna: desempotrar el pueblo de Bacalar de sus quicios y goznes milenarios, y ponerlo en otro sitio, “alejado de los humanos depredadores”. Gustavo, por el contrario, es más certero y práctico y propone una mayor concientización y educación ambiental del pueblo de Bacalar, pues en la actualidad “nunca ha llegado de las instituciones gubernamentales a la población una educación para preservar la laguna, hay muchos panfletos y publicaciones políticas y electorales pero jamás algo que sensibilice y beneficie a la población en este sentido ambiental”.[1]
En su trayectoria, por medio de la plataforma change.org, Gustavo lanzó una petición a la Unesco para que en Bacalar se frene la motonáutica, un evento deportivo exclusivo de las élites empresariales y políticas de la región, y que tiene, como principal entusiasta, a uno de los empresarios más ecocidas del estado: Mario Rendón Monforte, empresario cervecero que ha hecho que en Bacalar, el tiempo y el paladar se detenga y se domeñe a su antojo, pues la cerveza Superior y la Carta Blanca, extinguida en otros lugares, en Bacalar es hegemónica su venta. Este año, la marcha de Gustavo impidió que la motonáutica se realizara, pero Gustavo, el caminante, va por más: pide la Declaratoria de Bacalar como Patrimonio para la Humanidad.
Un hombre que ha trabajado en bancos, en cruceros y en restaurantes es, además, poeta, y esa sensibilidad poética, enmarañando su sensibilidad y compromiso ambientalista, lo ha impulsado a realizar esa larga travesía. A Alfonso Reyes, el sabio, de niño lo perseguía el sol de Monterrey. A Gustavo, en su travesía de más de 300 kilómetros, la laguna siempre lo acompañó con ese arcoíris que recuerda desde niño.
La prensa regional y hasta nacional hicieron eco de la marcha del bacalarense. La llamaron, “la caminata por el medio ambiente de un hombre solitario”. Gustavo Barrabás es claro, desconfía de los políticos; su viaje es el de un ciudadano que, como muchos, “se ha dado cuenta que los partidos políticos no representan actualmente una vía para el cambio de acuerdo a la problemática que afecta a la población”.[2] Después de una larga travesía que comenzó en Tajamar (y Tajamar es la metáfora perfecta del capitalismo salvaje en Quintana Roo, que ha privatizado las playas, ha cerrado la laguna de Bacalar a sus habitantes, y va en busca de la privatización hasta del agua), hoy, 2 de agosto de 2016, con un cielo anubarrado por la cercanía de un huracán, arribó por la tarde, a la mítica Bacalar, su hijo que más ha caminado la legua: Gustavo Barrabás Buitrón Zárate.
Y en el trayecto, sin aparentar poses y sin tener ese ego que muchos falsos líderes y lideresas de Bacalar ostentan, Gustavo sufrió las inclemencias del tiempo, el sol lo atosigó, hubo quemaduras, tuvo fiebres, le dio ch’oot nak’ y deshidratación, pero también conoció esa atractiva historia de Quintana Roo forjada por los mayas y por los que llegaron de otras latitudes: poblada de sueños, historias y solidaridades.
Unos días antes, en Carrillo Puerto, el cronista Carlos Chablé Mendoza lo describió de una manera muy curiosa. A las puertas del santuario maya de la Cruz Parlante, Chablé Mendoza y Alfonso Ek, interrumpieron su charla cuando, de pronto, vieron llegar a un “personaje que creo nos pareció primeramente algo estrafalario por su vestimenta pero que al acercarse a nosotros lo hizo con respeto y amabilidad”. A simple vista, yo igual me hubiera sorprendido de ver a Gustavo con esa pintoresca manera de guarecerse de los rayos asesinos del trópico y avisar, con chalecos fluorescentes, de su caminata solitaria a los automovilistas de la carretera que comunica Cancún con Bacalar: “Vestía ropa deportiva, se cubría con un gran sombrero y desde la entrada al santuario recogía envases y bolsas tiradas inconscientemente por algunos visitantes. Ya sabíamos, aunque muy poco, de Gustavo y de su caminata pues unos días antes amigos suyos averiguaban sobre su paradero por medio de las redes pues habían perdido comunicación con el luego de salir de Tulum rumbo a Carrillo Puerto”.[3]
Si no hubiera tenido conocimiento de él por las redes sociales, y hubiera visto a Gustavo llegar solitario a un pueblo, cubriéndose del sol con un ancho sombrero, llevando una especie de cayado, unas gafas grandes y oscuras contra la resolana, estoy seguro que lo hubiera confundido con la segunda venida del profeta Enoc. Recordemos, y el cronista lo recordará, que Enoc fue un profeta que salió de Mérida hacia el mundo: muy recordado en la zona maya porque los cruzoob lo vieron como un santo que recorría los pueblos calmando la tristeza, repartiendo su fe, sus milagros y vaticinando el futuro; la península toda vio asombrada, allá para mediados de 1920, la llegada de ese hombre enigmático, y que en su trashumancia constante, su largo caminar era impulsado por la fe. Comía puras langostas y miel silvestre, era ermitaño, tenía el don de la ubicuidad y, como a Gustavo, le gustaba caminar.
Pero a Gustavo también lo mueve la fe de que la laguna siete colores algún día sea declarada como patrimonio de la humanidad. Sin llegar al Brasil donde Alfonso Reyes, el sabio, tuvo noticias de Enoc, Gustavo ha llegado a más gente debido a la maravilla de las redes sociales y al internet, repartiendo su fe y vaticinando un futuro mejor para la laguna, para Bacalar y sus estromatolitos.
[1] “Gustavo, el caminante”, por Carlos Chablé Mendoza. El cronista de Felipe Carrillo Puerto, 2 de agosto de 2016. En http://elcronistafcp.blogspot.mx/2016/08/gustavo-el-caminante.html?spref=fb
[2] “Gustavo, el caminante”, por Carlos Chablé Mendoza…
[3] “Gustavo, el caminante”, por Carlos Chablé Mendoza…
Efraín, los versos del Caminante del Mayab, que parcialmente reproduces, son de la autoría de Antonio Mediz Bolio, Guty Cárdenas es autor de la musicalización de esta poesía,
Caminante, caminante
que vas por los caminos
por los viejos caminos del Mayab,
que ves arder la tarde
las alas de Xtacay,
que ves brillar de noche
los ojos del Cocay.
Guty Cardenas
Es triste que \”la clase politica\”, nosotros no veamos la intenciòn de una marcha con objetivo social, no tienen que ser muchedumbre, ni gritar insultos, ni saquear en el trayecto, manifestar un ideal en movimiento es una marcha
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