EL CASO MAYRA NO HA MUERTO: A casi 17 años del asesinato de una adolescente en Cozumel, surgen nuevos testimonios que apuntan al encubrimiento desde el poder político

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EL CASO MAYRA | Por Melvín García Carvajal | Parte 1

El llamado Caso Mayra es aún un expediente abierto que en 17 años el poder político se ha negado a resolver.

Este episodio involucra a personajes encumbrados de la vida pública, no sólo de Cozumel, sino de Quintana Roo, y retrata de cuerpo entero la manera en que la justicia está sometida a los ‘poderosos’ y cómo éstos tienen a las instituciones como parte de su inventario personal.

El cadáver de Mayra Beatriz Ayuso Rodríguez, de 16 años de edad y estudiante del tercer semestre en la especialidad de Asistente Directivo en el Conalep, fue hallado después de tres días de fallecida, en un lote baldío ubicado en una avenida que conducía al aeropuerto internacional de Cozumel, esto, después de una intensa búsqueda por parte de familiares y amigos.

Hoy, a casi 17 años de la muerte de Mayra, protagonistas de este dramático episodio evocan lo que ha ocurrido en torno a este crimen que sigue impune y que, de manera evidente, ninguna de la tres administraciones estatales que han pasado tras este homicidio se ha atrevido a esclarecer.

El homicidio de Mayra no puede quedar impune y mucho menos convertirse en una anécdota más de esta secuela de gobiernos en Quintana Roo que se caracterizaron por sus excesos y el abuso del poder de un grupo de políticos que se creyeron monarcas y a los ciudadanos los supusieron vasallos.

Hoy, recuperamos la historia de Mayra, a través de cuatro entregas que son el anticipo de un segundo texto de próxima publicación que será la continuación del libro escrito por este autor en 2015:  ‘MAYRA: Su vida terminó, su historia comenzó’, publicado en el 2015′.

En esta primera entrega, recuperamos la historia de Mayra, ya publicada y ampliamente conocida, aunque no todos sepan de la parte más escabrosa.

En las siguientes tres entregas, protagonistas que vivieron y conocieron directamente los sucesos, presentarán nuevos elementos sobre este crimen y la manera en cómo sus vidas cambiaron y cómo el poder político venció a la justicia.

Los protagonistas de esta historia dejan en claro las irregularidades en torno a este caso y las contradicciones del sistema de impartición de justicia mexicano, que simplemente mostró una vez sus debilidades cuando la política está de por medio.

Aquí se deja constancia cómo la autoridad investigadora y los impartidores de justicia desoyeron testimonios, minimizaron líneas de indagación  y omitieron y borraron pruebas contundentes. Más que esclarecer un crimen, se buscó que este episodio quedara en el olvido.

Frente a la presión de personajes que luego se encumbraron a lo más alto del poder público de Quintana Roo, muchos de los testigos y afectados de este aciago suceso optaron por guardar silencio, pero, al paso de 17 años, han decidido hablar.

Aquí, el comienzo de esta historia:

MAYRA: “Su vida terminó, su historia comenzó”

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DEL CAPITULO 1.-

La tardeada

 

La mañana del viernes 6 de Noviembre de 1999 se le comenzó a complicar a Mayra. Su madre no le daba permiso para asistir a la tardeada organizada por el Conalep.

Mayra lloraba amargamente en la cama de su cuarto porque su madre no tenía la confianza que ella anduviera en la calle después de la hora de clases. No quería que fuera a esa fiesta.

Pero las lagrimas de la muchacha conmovieron a Don Jorge, así que le dio dinero para que pudiera pagar el boleto de la tardeada que se realizaría en ‘Kiss My Cactus’. La insistencia resultaba extraña para la madre, pues a Mayra no le gustaba participar en los bailes.

“Cuando yo regrese te doy el cambio”, le dijo Mayra a su madre a modo de despedida. Salió de su casa y se fue a la escuela esa tarde.

La madre no podía saber que esas serían las últimas palabras que escucharía de su hija. Cómo pensar que esa noche moriría.

Antes, Mayra había escogido una ropa extra al uniforme del colegio, un pantalón de mezclilla, una blusa y una sudadera gris, que metió en su mochila de la escuela. “Ahí me cambio en casa de Norma”, dijo.

Norma era la hija de Doña Micaela, su madrina, quienes ya vivían en la colonia San Miguel y era el paso casi obligado hacia el Conalep.

“¿Con quién vas a regresar?”, le preguntó su mamá.

“Con Ignacio y Dulce”, le contestó, para referirse a sus amigos preferidos del colegio.

A las 12 de la noche su madre esperaba la llegada de Mayra a su casa. Sentada en el sofá de su sala, por ratos, una inquietud la acechaba y se asomaba a la puerta, por si la veía venir caminando por la calle. Pero Mayra, nunca llegó.

Dictamen

Efrén González, médico legista, le practicó la autopsia al cadáver. Y emitió un dictamen apegado a los jerga forense del cual se desprendían varios datos:

1) Que la joven murió por asfixia; por el color y desgaste del físico tenía cuatro días de muerta. 2) Que lamentablemente el estado de putrefacción había borrado huellas y expresiones que pudieran haber ayudado en las investigaciones. 3) Confirmó que fue violada antes de perder la vida, pues se encontraron huellas de penetración; sin embargo, por la descomposición del cuerpo supuestamente le fue imposible tomar muestras de los residuos seminales. 4) Indicaba que también se encontraron golpes y moretones en piernas y espalda. 5) Además, halló pelusa de estopa sucia en la boca.

Pero la sorpresa mayúscula se dio cuando, al momento de ausculta el cuerpo, se detectó un crecimiento en la matriz. Tras una revisión detallada, se encontró que el útero y la placenta estaban ocupadas con un producto de aproximadamente cinco meses de gestación, de sexo masculino y con 500 gramos de peso, el cual, estaba perfectamente intacto y envuelto en la placenta de la madre.

El jueves por la mañana los padres de Mayra reciben una llamada del Centro de Salud, que les informaba que se les olvidó llevarse el feto, como diciéndoles que ellos no lo habían pedido. Los padres muy sorprendidos habían pensado que dentro del ataúd de Mayra se encontraba el feto, pero no, ellos desconocían ciertos procedimientos y tampoco nadie les explicó.

El viernes por la mañana les entregaron el cuerpecito para darle cristiana sepultura, a un costado de su mamá, Mayra.

DEL CAPITULO 4.-

“El culpable”

Casi un año después, el 13 de julio del 2000, Nelson recibe la encomienda de su padre de ir al Palacio Municipal a hacer un pago.

Nelson Alejandro Ciau Polanco fue amigo muy cercano de Mayra en el colegio. Había quien decía que hasta estaba enamorado de ella.

Ese mediodía, el joven acudió en una bicicleta, acompañado de su tío, con el que tenía una cercana amistad porque son casi de la misma edad.

De regreso, casi al llegar su domicilio, lo intercepta una Tracker azul. “Súbete Nelson, súbete”, le grita el comandante Arturo Casarrubias, a lo que Nelson sólo atina a responder tembloroso: “No, no, no”.

Sin embargo, otros dos judiciales lo agarran, lo ponen en la parte trasera del vehículo con la cabeza boca abajo, le tiran una toalla y encima una gorra. Todo fue muy rápido.

Nelson fue subido al vehículo alrededor de las 13:00 horas. Los agentes de la policía judicial ‘lo pasearon’. La primera escala de la camioneta fue en lo que al parecer era una cuartería. Casarrubias fue visitar al comandante de la Policía Judicial, Jorge Picasso Sosa.

De ese sitio, ubicado cerca de Lienzo Charro, Nelson es cambiado de automóvil y ahí le cubren los ojos con una venda de hospital.

En el trayecto, Casarrubias lo acribilla con acusaciones y con golpes. Sin más, le imputa estar implicado en la muerte de Mayra. El automóvil, al parecer, ingresa en un camino con hoyancos y baches y poco después, se detiene.

Ahí lo bajan. ‘El Negro’ inicia el interrogatorio.

Insiste en incriminarlo. De pronto siente un fuerte golpe en el estómago. Termina doblado en suelo. Le quitan la venda y se da cuenta que el vehículo era un Monza azul, rodeado de cuatro judiciales y que estaba en la zona norte de la Isla.

Regresan al Centro. Comienzan a darle vueltas por toda la ciudad, hasta que uno de los judiciales le informa: “hay un pedo, vamos a tener que cruzar a Playa del Carmen para que declares”. Las protestas del joven fueron ignoradas.

 Los agentes lo siguen ‘paseando’, aunque ya no lo golpean. Al caer el sol, lo llevan a la ‘Caletita’. En ese lugar lo esperaban varios judiciales, incluido Jorge Picasso y Manuel Burgos, el Fiscal Especial del Caso Mayra.

 En la embarcación de un particular, se trasladan a Playa del Carmen y van directo a la oficina de la Procuraduría, a la cual ingresan por la parte trasera.

Otro grupo de judiciales fue por el él. Le cubrieron toda la cara utilizando varias vendas en esta ocasión, y se le llevaron a gritos y empellones, hasta que lo metieron a un cuarto.

La tortura

 “¡Pinche chamaco, te acaba de llevar tu puta madre, ahorita vas a ver qué pedo cabrón, te pasaste de verga, mataste a la niña, bien verga. Aquí vas a ver lo bueno puto, te vamos a partir tu madre, ¡ahorita vas a ver lo bueno cabrón!”, le gritaron varias personas.

 Le quitaron la ropa y le echaron agua fría a cubetazos.

 “¡Ahorita te vamos a dar unos toques eléctricos en tus pinches huevos!”, le amenazaron para luego ofrecerle un trato: “Te la voy a poner suave, tú me firmas el documento que te vamos a dar y no hay pedo, ya no vas a pasar por todas estas madres”.

El muchacho no aceptó los términos y entonces comenzó la tortura física.

Primero, le cubrieron la cabeza con una bolsa de plástico para asfixiarlo. Luego los golpes. Bofetadas siempre a la cara y le reventaron un chile habanero en la nariz.

Los judiciales, incluso le llevaron un supuesto testigo, que solo esbozó, con una tímido acento: “es él”.

 Pero, la tortura no cesaba.

“¿Sabes qué chamaco?, esto va a durar toda la noche. Nosotros nos cansamos pero tenemos relevos, salimos y otros entran, no tienes remedio, tarde o temprano vas a confesar”, le sentenciaron.

“Ya te llevó la chingada”, le decían mientras se escuchaba que se destapaban envases.  Eran de agua mineral y comenzaron a tirarle en la nariz, fueron varias botellas, tantas que Nelson perdió la cuenta.

La tortura duró toda la noche y la madrugada, llego un momento en que Nelson ya no sentía los golpes, ni el agua mineral, ni el chile habanero, ni las bolsas de nylon, ya no sentía nada.

Nelson ya no se podía sostener, toda la tortura se la había pasado sentado, pero no sabía sobre qué. En ese momento le decían: “Detente, detente, quédate parado”, pero le ganaba el cansancio. Nelson quería soltarse pero ya no tenía fuerzas ni para sostenerse, lo paraban, pero se volvía a ir para abajo; ya no podía más.

 Hasta que retornó el comandante Casarrubias, la tortura cesó.

“¡No mames!, ¿qué le hicieron a este chamaco?”. comenzó a decir.  Le quitaron las vendas y lo trasladaron a otra celda.

 A partir de entonces, ya no lo volvieron a golpear. Una hora después, llegó ‘El Negro’ con unas pastillas. “Para el dolor”, le dijeron. Entonces. Casarrubias negocia la liberación del joven.

“Tu papá fue a hacer un pinche pancho en la comandancia de Cozumel, asegurando que nosotros te tenemos, pues yo a tu papá le abrí la celda de la policía. Aquí mire, no está”.

El padre de Nelson estaba bien preocupado.

“La cosa está así, te vamos a dar para tu barco ahorita para que regreses a tu casa, pero si tú llegas a decir lo que pasó, te vamos a volver a agarrar, y ya lo vistes cabrón, nadie se dio cuenta cómo te agarramos. Si dices algo te vamos a matar”.

 El joven aceptó los términos, Le dieron 100 pesos para que retornar a Cozumel. “Vete a comprar tu boleto del barco”, le indicaron.

 Nelson salió por la parte trasera, por el portón y era ya de mañana. Empezó a caminar, desbocado, por lo que tuvo que preguntar dónde quedaba el muelle.

A bordo del barco, con la brisa en el rostro y el turquesa del mar en el horizonte, Nelson siente finalmente un poco de alivio e intenta dormir, pero el dolor no le permite ni cerrar los ojos.

De repente, alza la mirada. Ve al comandante Casarrubias y a ‘El Negro’. También observa a otros judiciales.

Sólo pasaron junto a él y lo voltearon a ver. A la distancia, lo vigilan; mientras, el barco zarpa hacia la isla de Las Golondrinas.

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DEL CAPITULO 12.-

Como a Mayra

José Agustín Rangel Interián, alias ‘El Pelos’, originario de Chetumal, trabajó en la tesorería de Cozumel en el trienio de Víctor Vivas González, cuando Félix González Canto era secretario del ayuntamiento.

Al asumir la presidencia municipal, González Canto lo integró a su escolta como chofer y más tarde como su asistente personal.

A finales del 2002 y principios del 2003, González Canto en su calidad de líder estatal del PRI, lo nombró operador político en la Riviera Maya y en las comunidades más apartadas del municipio de Solidaridad.

Ya siendo Félix González diputado federal, se desempeñó hasta los recientes hechos como su secretario particular. Él contestaba los dos celulares de su ‘patrón’ y decidía si le pasaba las llamadas.

 En febrero del 2004, la Sra. Mirna Zapata Chi denunció públicamente que su hija fue violada por José Agustín Rangel Interián, ‘El Pelos’, primo de la menor y quien trabaja como chofer del entonces diputado federal priísta, Félix González Canto.

La denunciante dijo que las autoridades cozumeleñas obstaculizaron que se aplique la ley en el caso de violación de su hija T.S.P.Z., estudiante del primer grado de secundaria. Incluso, le ofrecieron dinero y propiedades para comprar su silencio.

 Los hechos, ocurrieron el 4 de febrero de 2004. Cuando se disponía a llevar a su hija a la escuela, se presentó en su domicilio Rangel Interián, quien se ofreció a llevar a la menor.

Mirna no tuvo inconveniente pues, primero, “tenía cosas qué hacer” y segundo Rangel es su sobrino.

Cuando se dirigían a la escuela, Rangel Interián le dijo a la menor que, como todavía faltaban 20 minutos, la llevaría a dar una vuelta y la condujo a unos departamentos ubicados en la 65 Avenida, propiedad de Félix González Canto.

La joven logró escapar, cuando llegó al lugar una colaboradora cercana del entonces diputado federal Félix González.

El sujeto la alcanzó, le pidió que lo perdonara y le dio 500 pesos que ella le aventó en la cara.

La joven entró a su casa y le contó a su madre lo ocurrido momentos antes. Esa misma noche, Agustín Interián fue a la casa de la menor. Se veía drogado, refirió Mirna Zapata, Llegó para decir que no le había hecho nada a la niña.

 Al día siguiente, Jazmín Atarie Chan, esposa de Agustín Interián, llegó al domicilio de la familia.

 La mujer decidió ir a la casa, luego de una agria discusión con su esposo. La joven no pudo ocultar más lo corrido. Detalló cómo Agustín Interián abusó de la adolescente en los departamentos.

 Entonces, Jazmín Atarie recomendó a la familia que interpusieran una denuncia judicial, pero advirtió a la familia que ese caso era similar al de Mayra Ayuso, en donde el poder político está por encima de la justicia.

Sin medir sus palabras, Jazmín Atarie, soltó:

 “Lo mismo le hicieron a Mayra, lo mismo le han hecho a otras mujeres, ¿escuchaste que le hizo ese idiota a la niña y no has hecho nada? La violó y no has hecho nada, la violó, tienes que demandarlos porque lo mismo le hicieron a Mayra los desgraciados, se les pasó la mano y la mataron, y a un montón de muchachas más, a zutana, mengana y fulana, que yo sé quiénes son”.

 Tomado del libro “MAYRA: Su vida terminó, su historia comenzó”.  

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3 COMENTARIOS

  1. PODRA PENSAR FELIX GONZALEZ QUE ALGUN ALGUIEN IGUAL VIOLE Y MATE A SU HIJA? NO PUES JAMAS, CON GUARRURAS QUE ANDAN SUS HIJOS PAGADOS POR EL DINERO DEL PUEBLO PUES SE LA VA A PASAR TRANQUILO Y SIN PREOCUPACIÓN. PERO EL KARMA ES CABRON Y LA VIDA LO VA HACER LLORAR A COMO HAN LLORADO SUS PADRES DE MAYRA.

  2. ta grueso… en ese entonces fidel villanueva era juez en cozumel… hoy, es magistrado-presidente…. aun magistrado-presidente… como llegó a ser lo que actualmente aun es?… bueno, ya puede usted imaginarselo…

    Amén…

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