La demócrata Hillary Clinton, de 69 años, y el republicano Donald Trump (70) cerraron ayer una campaña presidencial en Estados Unidos que fue histórica por su dramatismo, plagada de escándalos y sorpresas, con un raid frenético por estados que pueden definir una elección que más que cualquier otra no pasó desapercibida en ningún punto del planeta.
Los candidatos mantuvieron la retórica incendiaria hasta el último minuto, y Hillary llegó a la recta final como favorita para quedarse con la Casa Blanca, aunque por estrecho margen de acuerdo a las encuestas. Las proyecciones vaticinaban un triunfo de la experimentada política, lo que fue festejado por los mercados, que cerraron en ascenso a nivel global.
El anuncio el domingo del FBI de que no presentaría cargos contra la demócrata por el escándalo de los correos electrónicos enviados con un servidor privado cuando era canciller del presidente Barack Obama, animó al sector financiero a pensar que son altas las chances de que se convierta en la primera mujer en dirigir el timón de la gran potencia.
“Tengo mucho trabajo para unificar al país. Realmente quiero ser la presidenta de todos, de las personas que votaron por mí y de las personas que votaron contra mí”, dijo en tono ganador a la prensa Hillary, que se presentó en varios actos con un vestido rojo (el color republicano). Pidió votar por “un Estados Unidos esperanzado, inclusivo y con un gran corazón” y escoger entre “la división o la unidad, entre un liderazgo firme y fuerte o una bala perdida” en referencia a Trump, a quien volvió a atacar por considerarlo un peligro para ejercer la máxima carga del Estado.
Obama abandonó en los últimos días la Casa Blanca para recorrer Florida y Carolina del Norte entre otros estados con tendencia indefinida, donde pidió el voto a los jóvenes y los hispanos. La estrategia de la campaña demócrata apuntó a transferir la popularidad del mandatario y su esposa Michelle a su ex funcionaria, que al igual que su rival tiene un alto nivel de rechazo en el electorado estadounidense. Se esperaba en el epílogo que rockeros de la talla de Bruce Springteen y Bon Jovi aparecieran junto a la demócrata.
El magnate inmobiliario, que ya pasó por el Partido Demócrata, en esta elección terminó sin el respaldo de los líderes republicanos, que se alejaron a medida que aumentaba su retórica incendiaria contra inmigrantes, hispanos, musulmanes y mujeres, y terminaron aislándolo tras la catarata de denuncias de acoso sexual en su contra. Ayer recorrió Carolina del Norte, Pensilvania, New Hampshire y cerró su campaña en Michigan, un estado del Medio Oeste que busca arrebatarle a los demócratas, aprovechando el respaldo que cosecha entre los hombres blancos de clase trabajadora, y que puede resultar determinante si el voto hispano en Florida o Nevada le dan la espalda y favorece a Hillary.
Ayer, el promedio de encuestas otorgaba a la ex senadora un ventaja de casi 3 puntos (47,2% a 44,3%) a nivel nacional, aunque la dinámica de los últimos diez días de campaña fue favorable a Trump, que ascendió en estados con tendencia indefinida. El sitio web especializado FiveThirtyEight atribuía ayer a Clinton 67,9% de probabilidades de ganar la elección, contra 32,1% para Trump. Las principales casas de apuestas se mostraban más confiadas que los sondeos en que Clinton ganará la elección. Predictit situó sus opciones de llegar a la Casa Blanca en 81%. (Agencias)