Como en política no hay espacios vacíos, el empresario inmobiliario Carlos Mimenza ha llegada a llenar el hueco de la falta de ‘oposición’ en el estado.
No se ve una oposición frente al anterior régimen de la ‘oncena trágica’, pues ni Roberto Borge, ni alguno de sus colaboradores siquiera tiene una orden de aprehensión.
Por el otro lado, la nueva oposición, la del PRI y PVEM, han preferido, frente al gobierno de Carlos Joaquín, un bajo perfil, y hasta ser colaboracionistas, a cambio de que no sean afectados sus privilegios.
Morena ha dado algunos chispazos. Por ejemplo, el líder estatal de ese partido, José Luis Pech, cuestionó -con claridad y sustento- la distribución del gasto público del gobierno estatal.
Sin embargo, poco efecto tuvo el discurso opositor del ex rector de la Uqroo, pues aún en perseguido por sus nexos con figuras del priismo.
Frente a este vacío, Carlos Mimenza ha caído en blandito. Sus críticas contra un bando y el otro son aclamadas por propios y extraños y su figura crece día a día en el público de las redes sociales, en la medida que la estridencia de sus dichos y acusaciones.
E incluso, las cuestionamientos en su contra, no parecen surtir el efecto deseado por sus detractores, a pesar de haber elementos de crítica en el pasado nebuloso del empresario.
La irrupción de empresario cozumeleño ha divido opiniones. Hay quienes hasta ya lo idolatran y lo ven como un paladín contra la corrupción e impunidad y otros, que van por la descalificación automática y banal.
Pero, el vacío de una oposición democrática, alguien lo tiene que cubrir.