Los patriarcas, o “El patriarca” de la historiografía moderna -el guantazo que le dio a un desmejorado Salvador Rodríguez Losa, etc.,- sabe donde se junta.
La ciencia de Clío en Yucatán tienen demasiada relación con el poder regional: antes eran enamorados de los estudios henequeneros, fueron priístas o quisieron ser comunistas desde las bondades del buen vivir, ahora son enamorados de las bondades de la educación neoliberal y conservadora de la ciencia. Han decretado, incluso, el fin de la mayanidad, han dicho que ese mundo desaparece. Yo no lo sé de cierto.
Ahora los “patriarcas” de la historiografía reciente en Yucatán, en el otoño y un poco más de su fin, dan sus golpes de timón para controlar sus cuotas de poder.
Y es normal eso, pero también es normal la crítica de nuevas figuras de la historiografía yucateca para tratar de desempozar y airear los solares historiográficos de estos rumbos de laja desconsoladora.
Dicho sea de paso, discrepo de varias interpretaciones y formas de trabajar el oficio de historiar de los patriarcas, del “patriarca”.
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