Poco a poco, Luis Torres ha revertido inercias y malos usos y costumbres en el municipio Othón P. Blanco, el otrora bastión del PRI en Quintana Roo.
No sería exagerado establecer que el presidente municipal de Othón P. Blanco no desmereció a las expectativas de los chetumaleños.
Ahí tiene abiertas denuncias contra funcionarios de la administración anterior.
Ha resuelto el problema del transporte urbano de pasajeros y ha atendido con plan la asignatura de la seguridad, que va más allá de solo comprar patrullas.
No debe de sorprender pues Luis Torres tiene una amplia carrera política y, como dirían los clásicos, tiene un colmillo largo y retorcido en estos menesteres.
Tampoco se le ve con un aparato de escoltas y es común verlo solo en sitios públicos de la capital quintanarroense.
Y menos emplea recursos estridentes para darse a notar, a pesar de que ha tomado medidas osadas como retirar los convenios publicitarios a medios.
Dentro los desgajamientos del PRI, en la coyuntura del proceso electoral de 2016, el alcalde chetumaleño es una opción ya sea para el PAN o PRD, o para ambos, si es que busca la reelección o ser diputado federal.
Hasta ahora, el principal problema del chetumaleño es que ‘su territorio’ es solo el sur y su posicionamiento es mínimo en Cancún y Playa del Carmen, en donde están casi el 70 por ciento del listado nominal del estado.
