José Moisés Gaspar Maglah Canul (Kantunilkín, 1948) es un poeta maya que escribe, defiende y populariza la lengua de nuestros ancestros. Actualmente, es el presidente de la Academia de la Lengua Maya de Quintana Roo con sede en Felipe Carrillo Puerto. Esta labor lo compagina con el oficio de cronista de su pueblo. Pero Maglah es, ante todo, un poeta que abreva de Rubén Darío, de Amado Nervo y de Enrique González Rojo, aunque sus versos se conectan con las aguas hechizadas de la laguna de Bacalar, con el canto de la naturaleza y las voces de los pájaros: los pájaros no saben que Maglah copia sus versos “del libro de la naturaleza”.

Recientemente, en un trabajo donde se compilaron poemas de poetas mayas de Quintana Roo,[1] Maglah nos dio algunos ejemplos de su sentir poético, como el poema Tuláakal ba’alo’ob ku suut k’ay t’aanil (Todo puede ser poesía), que se encuentra en su poemario inédito Xeéxet’alo’ob (retazos). Uno de los editores de ese libro indica con precisión, que con este poema Maglah refleja una sensibilidad propia de los pueblos indígenas, y tal vez hasta tiene ecos y rememoraciones prehispánicas:

 

En cada sitio que tus pies profanos se posaren 
puedes encontrar un instante de poesía.
Si levantas los ojos al cielo
¿no es acaso poesía la inmensidad del cosmos?
La nube que se forma y en algún sitio
deja caer sus lágrimas sobre el sediento arbusto,
¿no es eso acaso poesía?

 

La humilde piedra donde asientas tus pies,

la sombra del follaje donde se camufla el ave,

la gota del rocío en las mañanas,

los celajes escarlatas de la tarde,

¿no son acaso, parte de un todo que

convergen en un ápice de poesía?[2]

 

Maglah reconoce que quien le enseñó el camino por dónde empezar a escribir, fue el gran poeta Ramón Iván Suárez Caamal.[3] Con Ramón Iván aprendió de métricas exactas y arduas metáforas. Al principio escribía en español, pero con el tiempo la necesidad de describir los paisajes llenos de luz y rumores de selva de la geografía norteña de Quintana Roo, lo llevaron a explorar la poesía en su lengua originaria. Ha tejido una serie de redes con creadores y maestros del Maya T’aan a lo largo de toda la Península y, arguyo, hasta fuera de los límites de ella.

Actualmente, sus trabajos de revitalización y de enseñanza de la lengua maya, se concentran en un Diccionario Maya Español, con más de 6,000 entradas que, como me ha comentado el poeta Donny Brito May, cuando finalice será el diccionario más vivo y de los más importantes escritos a principios de este siglo, pues conjuntará y explicará las modificaciones actuales de varias palabras de la lengua maya, y tendrá una guía de enseñanza del idioma.[4] Arguyo que el Diccionario Maglah será una de las necesarias obras lingüísticas para entender la filosofía y el pensamiento maya de antes y de hoy. Hacemos votos por su pronta finalización y, desde luego, publicación.[5] Maglah sabe que el “turismo desbocado”, la transculturización producida por el desarrollo turístico en la región, las migraciones de mayas yucatecos a los polos turísticos, afecta de algún modo a la lengua maya[6]: uno quiere aprender no el idioma materno sino la lengua del dinero, del turismo.[7] Y de ahí la importancia que le otorgamos a estos encomiables trabajos de escritores y poetas del Maya T’aan.

Maglah, además, siguiendo su vocación de intelectual pueblerino, ha escrito un libro bilingüe –en maya y en español- e interesante sobre el origen, la religión y las tradiciones de su pueblo, Kantunilkín. Un historiador que busca la totalidad del saber sobre una región en específico, sabrá agradecer la importancia de los trabajos de los cronistas. Maglah, en este caso, regresa a contarnos unos remotos orígenes de Kantunilkín, pero pone importancia a la cuestión religiosa y las tradiciones vivas de este pueblo.[8] En su Memoria histórica de mi pueblo. Origen, religión y tradiciones (de Kantunilkín),[9] Maglah sigue las características, la meta y contenido de las crónicas actuales que apuntó Luis González y González: “La crónica, en los tiempos que corren, procura ceñirse al breve territorio de un pueblo o de una ciudad y a los sucedidos del pasado inmediato. Por una parte sistematiza el chisme disperso, resume el alud de noticias que día a día genera la acción individual y solidaria de las congregaciones sociales; por otro lado, ayuda a la identificación y al amor propio que debe existir en toda comunidad de bípedos sin plumas, de monos con ropa”.[10]

González y González apunta otras cosas que la crónica facilita para la plena comprensión de las regiones del país, así como puede ser visto como una fuente de datos para los historiadores profesionales. Pero en la lectura pormenorizada que he hecho de este texto, se comprueba la aserción del maestro González: la identificación y el amor propio que Maglah tiene sobre Kantunilkín; pasa de la minucia toponímica, e indica que su fundación acaeció en la tercera década del siglo XIX. Kantunilkín actual es el mismo, después de una “muda” o cambio de asentamiento, que Juan Vellido, el vecino de Valladolid, hiciera su descripción en la relación de Uayma y Kantunilkín de 1579. En el mapa que el incansable Peter Gerhard hiciera de estos pueblos en el siglo XVI, el segundo Kantunilkín aparece entre Cachí y Cehac y cercano con “Sinsimato” y Chancenote. Más allá al oeste, se encontraba Tizimín. [11] Vellido escribió que Cantaniqui [Kantunilkin], distaba dieciocho leguas hacia el puerto de Conil, “el cual dicho pueblo estaba fundado hacia donde sale el sol”. Cuando se le dio en repartimiento a Vellido, Kantunilkín contaba con 128 tributarios y que “dicho pueblo mudado por los religiosos de la orden del señor San Francisco cerca de la cabecera de doctrnia, sacándolos de su natural y asiento casi ocho leguas, lo cual fue causa de haber venido los dichos indios, como vinieron por la dicha mudada, en gran disminución…”[12]

Es decir, la fundación de Kantunilkín se dio en el siglo XVI, no en la tercera década del siglo XIX, pero Maglah responde a estos pocos datos que se cuenta del pueblo de forma magistral: “¿Acaso Cantaniqui se convirtió, siglos más tarde en Kantunilkín en el nuevo asentamiento donde ahora se ubica nuestra ciudad?”. Lo cierto es que estamos de acuerdo en esta idea de Maglah de los sucesivos Kantunilkínes que han visto la luz a lo largo de esta historia de más de medio milenio: “Con siglos de historia y con pueblos que nos antecedieron, nació el actual Kantunilkín dentro de una muralla verde de selva virgen…”[13] Pero la importancia del estudio de Maglah no es la minucia histórica sino la memoria reciente, aunque estamos de acuerdo con que Kantunilkín se volvió en un frente de ataques de los de Santa Cruz después de la segunda mitad del siglo XIX, a resultas del cual el pueblo varias veces se dispersó en rancherías, o bien, tuvo que defenderse y formó guardias de hombres armados que duraron, refiere Maglah, hasta 1954. Al finalizar la Guerra de Castas en los albores del siglo XX, Maglah apunta que las dispersas familias bajaron al pueblo para hacerla crecer hasta 1916, en que cayó la gripe española, que vino precedida de una llovizna, para diciembre de ese año. Las plagas de langostas vendrían años después.

El libro de Maglah sobre Kantunilkín se enfoca más a analizar con detenimiento la fiesta y las tradiciones de su pueblo. Creo que el fervor popular en este pueblo quintanarroense que fue fronterizo con los mayas rebeldes, debe ser estudiado con más ahínco y detenimiento por la historia regional. Hay algunas tesis de antropología muriendo su esterilidad vacuna en estantes de la ENAH y que omitiré citar aquí porque este artículo no tiene más que el único objetivo de rendir homenaje a la ingente labor de los intelectuales mayas de Quintana Roo, como Gaspar Maglah Canul, que el año próximo cumplirá 70 años de fecunda labor de poeta y cronista de su pueblo, así como de lexicógrafo reciente del Maya T’aan, iniciada esta labor en la escuela donde se acercó, hace bastantes ayeres, a la importancia suprema de la poesía.

 

 

 

 

[1] Donald H. Frischman y Widernain Villegas Carrillo compiladores. El retorno de la palabra. Voces de escritores mayas de Quintana Roo. Gobierno del Estado, Chetumal Quintana Roo, 2016. Este artículo sigue los datos biográficos y otros puntos que pude encontrar de este poeta de Kantulkín, en este necesario libro que conjunta la energía de la palabra maya que se escribe en Quintana Roo.

[2] Fragmento del poema “Todo puede ser poesía”. El video donde el poeta lee este poema, se encuentra en la siguiente liga: https://www.facebook.com/777136708994164/videos/889739787733855/

[3] Actualmente, estoy escribiendo un estudio a profundidad de la obra de Ramón Iván Suárez Caamal.

[4] Conversación personal con el maestro Donny Limberth Brito May, José María Morelos, Quintana Roo, 31 de octubre de 2017.

[5] Y aquí los sectores culturales, las universidades de Quintana Roo (pienso en la UIMQRoo), deben seguir con fidelidad los trabajos de los escritores y poetas del Maya T’aan en el estado.

[6] Existe un estudio a profundidad donde se correlacionan estas dos variables: migración y pérdida de la lengua para el caso de Quintana Roo. Me refiero al trabajo de María Elena Sánchez Arroba. 2009. “Migración y pérdida de la lengua maya en Quintana Roo”. En Migración y políticas públicas, edición de M. Saúl Vargas Paredes, 397-468. México: Cámara de Diputados, Uqroo.

[7] Esta es mi hipótesis del alto número de alumnos de estudiantes de la UIMQRoo al elegir las carreras de Turismo Alternativo y Lengua y Cultura: el turismo y el dominio del inglés.

[8] La importancia de la religión entre el pueblo maya, es un asunto corriente tocado por los “cosmogónicos” mayistas –con una que otra “cosmoficción” de por medio. Basta citar el texto que coordinan Mercedes de la Garza y Martha Ilia Nájera Coronado: Religión Maya. Editorial Trotta, 2012.

[9] Este libro forma parte de una serie de textos escritos por intelectuales y escritores comunitarios del Quintana Roo profundo, y fueron hechos de forma casi artesanal en las oficinas de Culturas Populares de Felipe Carrillo Puerto. Conversación personal con Mario Collí, José María Morelos, Quintana Roo, 10 de octubre de 2017.

[10] Luis González y González. El oficio de historiar. México. El Colegio de Michoacán. 2009, p. 93.

[11] Peter Gerhard. 1991. La frontera sureste de la Nueva España. México. UNAM, p. 104.

[12] Juan Vellido. Relación de Uayma y Kantunilkin. En Mercedes de la Garza (coordinadora). Relaciones Histórico-geográficas de la Gobernación de Yucatán (Mérida, Valladolid y Tabasco). Tomo II UNAM, 1983, p. 170.

[13] José Moisés Gaspar Maglah Canul. 2001. Memoria histórica. Origen, religión y tradiciones. Kantunilkín, Lázaro Cárdenas, Quintana Roo, p. 7.

Comentarios en Facebook