MADRID, ESPAÑA.- La incertidumbre comercial no le sienta bien a una economía tan interrelacionada con el exterior como la mexicana, dio a conocer el diario español El País. El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha metido este lunes la tijera sobre la previsión de crecimiento para México en 2019 –que pasa del 3% al 2,7%– ante “las tensiones comerciales y la prolongada incertidumbre que rodea la renegociación del TLC”. La reducción en su pronóstico de crecimiento es la mayor de entre todas las economías que estudia el organismo con sede en Washington, solo a la altura Francia y la India, cuyo crecimiento previsto para el año que viene también cae en tres décimas. Para 2018 el FMI no prevé cambios en la senda de crecimiento: México debería cerrar el año en curso con una expansión del 2,3%, en línea con lo pronosticado tres meses atrás.
México, ha reconocido este lunes el economista jefe del Fondo, Maurice Obstfeld, es uno de los países más expuestos a las vicisitudes del comercio mundial: si la guerra arancelaria va a más, la economía mexicana estará, junto con la brasileña, entre las más golpeadas del subcontinente americano. Ocho de cada 10 dólares que México ingresa por ventas internacionales proceden de Estados Unidos, el país que ha abierto la caja de Pandora de los aranceles. Eso supone que, aproximadamente, la tercera parte del PIB mexicano depende del devenir del acuerdo comercial que une a ambos países y Canadá desde hace un cuarto de siglo. Como regla general, ha subrayado Obstfeld, las economías más abiertas son las que más sufren en un entorno de tensiones comerciales. Y México está claramente dentro de ese grupo.
El escenario base del FMI es que la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLC), que ya lleva un año en marcha, acabe “positivamente” antes de que termine 2019. Sin embargo, después la reunión del viernes pasado la sensación general es que tanto a Estados Unidos como a México les interesa cerrar un acuerdo lo antes posible. Tras unos meses de avances, retrocesos y titubeos, en los que el acuerdo un día parecía al alcance de la mano y al siguiente, una quimera, noviembre se antoja un momento clave. Una vez pasen las elecciones legislativas de mitad de mandato en la primera potencia mundial –el día 6 de ese mes–, el plan de los tres Gobiernos involucrados es pisar el acelerador para concluir lo antes posible. Para el próximo presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador (Morena), sería importante asumir la presidencia con un acuerdo bajo el brazo: despejaría el mayor punto de incertidumbre sobre la economía mexicana y volvería a situar al país latinoamericano como lo que ha sido en los 30 últimos años, un aliado prioritario de Washington. Sin embargo, de no llegar a un acuerdo en lo que resta de 2018 o en 2019, el Fondo sí advierte “efectos negativos” sobre la segunda mayor economía de América Latina.
Las condiciones financieras tampoco acompañarán en los próximos meses. Ante el aumento de la presión sobre el peso, el Banco de México ha optado en los últimos meses por endurecer aún más su política monetaria con nuevas subidas en la tasa de interés de referencia, que ya roza el 8% y que empieza a pasar factura sobre las operaciones de financiación. Las principales casas de análisis creen que las subidas aún no han tocado a su fin en México, y que el banco central volverá a subir el precio del dinero el mes que viene.
Aunque el FMI menciona la falta de certeza sobre las políticas que aplicará el nuevo Gobierno mexicano como uno de los motivos adicionales para la duda, Obstfeld ha aprovechado su primera comparecencia tras las elecciones mexicanas del pasado 1 de julio para valorar positivamente los primeros mensajes del presidente electo en clave económica, con la garantía de autonomía del banco central y la prudencia fiscal como señas de identidad más claras. La música, tranquilizadora, suena bien en el cuartel general del Fondo. Ahora solo queda ver en qué queda plasmada la letra. (Fuente: El País)