Víctor Hugo, mi editor que se quedó dormido | Por Rodrigo De la Serna

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Hoy es jueves, ha sido un peculiar jueves, de esos jueves en que te llueve por abajo, de arriba y a los lados; si no es el supuesto amigo que te hace una trastada, resulta que el cliente cancela el proyecto en puerta; al mediodía alguien te llama para decirte que eres un idiota; y comiste sin tortillas porque se te olvidó pasar por ellas.

A las cinco, disponiéndome al cuarto café tocó al Chak darme la hora fatal: Víctor Hugo murió esta mañana. ¿Pero cómo? ¡Si ayer apenas platiqué con él por el facebook! Carajo, no puede ser… es una maldita broma, un buscapié para ver qué tanto morbo surge. Pero para mi mala suerte no fue chiste malo ni alharaca. Carlos me contestó con sobriedad las tres veces que le pregunté si mi editor había fallecido en efecto; y las tres ocasiones confirmó la muerte del amigo común. Pues pinche jueves del carajo.

Me dicen que se fue mientras dormía. Si fue así qué bien; ese bato cora siempre de bigote, ese rostro de Cancún, un editor per sé de Quintana Roo, por una vez se quedó dormido dejando pendiente la edición del día. Y justo ahora suena el trueno en esta mojada altura del Bajío, seguro es el Víctor, dice que le mande el texto de todas maneras. Y lo haré compañero, lo haré; antes permíteme trazar en este aire oscurecido un par de bocetos.

¿Te acuerdas lo bien que reaccionamos al sabernos del Pacífico?, tú del Nayar y uno de la tierra de venados, un primer vaso comunicante en un Cancún con poca raza de allá, pero de excelente onda por la gente de todos lados. Buen desmadre, ¿no crees?, relajado y productivo el talento palpable cosecha 1990: la oaxaqueña Gloria, los chilangos Carlos, Haidé, Meza y otros, el jarocho Carlos Torres, los mayas y los yucas…

¿Cuánta música, tragos, autores, rollos y tabaco habremos compartido? De un tiempo a estos días yermos sólo por la red contactábamos, a más de dos mil km es un poco difícil encontrarse para el café o la copa. Pero esta vida es también como la dice el Chak: “vele lo bueno, ahora el Víctor ya brinda en directo con mi jefe…” Entonces salud a mis editores Guzmán Olague y Hurtado.

¿A través de cuántos textos nos conocimos?, ¿tres millones?, ¿apenas un puñado?, ¿los que nos faltan todavía? Por lo pronto Víctor Hugo, ahora mismo voy a enviarte el de esta semana, tú verás qué le haces. Te deseo la mejor de las suertes en la publicación que sé ya estás armando ahí donde te encuentres. Y ya sabes: nos vemos en el calderón…

Casa del árbol SMA

19 de septiembre 2018

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