JOSÉ MARÍA MORELOS, MX.-Como una oportunidad, ve un docente de la Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo (Uimqroo) la declaratoria de zona de monumentos en Tihosuco, actualmente en trámite por el INAH, pues puede servir de impuso para el turismo cultural, pero siempre que esté en manos de gente de la comunidad.
Para José Manuel Poot Cahum, docente de la Uimqroo, desde hace seis o siete años ya existía la intención de proteger el patrimonio de la comunidad de donde es originario, un lugar esencial para la historia de la península.
“Desde ese entonces, el director del Museo de la Guerra de Castas, junto con otros compañeros, que formaban parte de una asociación civil, luchaban para que no fueran remodelados esos sitios, porque el INAH quería desde tiempos atrás quería declarar centro histórico de monumentos, pues la única comunidad con tantos monumentos coloniales”, recordó.
Y es que, luego de la Guerra Social Maya y de que se repoblara Tihosuco, en 1932, la comunidad rescató todos esos monumentos que quedaron en medio de la selva.
“El INAH quiere cuidar estos sitios para que podamos ver la historia. Se pueda observar todas las casas coloniales de la Guerra de Castas”, detalló.
Sobre si esta declaratoria traerá más recursos o más vida a Tihosuco, el docente señala que sí, que sería una oportunidad para el turismo local y comunitario.
“Hay que pensar que este tipo de turismo sea trabajado, encabezado por promotores culturales o personas que entiendan la necesidad de las comunidades”, acotó.
Lo importante es consultar en todo momento a la comunidad sobre qué se puede hacer luego de esta declaratoria.
“No llegar y engañarlos con dineritos y proyectitos. Desgraciadamente, las comunidades pueden caer. Invito a los distintos niveles de gobierno que se aterricen bien estos proyectos. Que rescaten la lengua y la cultura de la comunidad”, declaró.
¿Y Sabán?
Opina que Sabán es otro proyecto que se puede rescatar. Pero critica que no siempre se logran, pues muchas veces el INAH y otras dependencias llegan a tomar decisiones sin consultar a los ejidatarios y a las comunidades.
“Fue una ciudad prehispánica. Hay una cancha de pelota y una pirámide que llega al nivel de Chichén. Pero hay que trabajar con la comunidad, ver de qué forma romper el suelo y no llegar nada más como empresario para pensar en mis ganancias”.
Estas personas son las dueñas de la tierra y hay que respetarlas, afirmó Poot Cahum.