BRASILIA, BR.- Jair Bolsonaro no llevaba ni una hora como presidente electo, el domingo, cuando sorprendió a buena parte del país. En su primera aparición televisada tras la victoria, a las puertas de su casa en Río de Janeiro, el ultraderechista tomó las manos de los miembros de su equipo de campaña que le rodeaban, cerró los ojos y oró, publicó El País.
Nunca en las más de tres décadas de democracia de Brasil se había visto nada parecido. Pero sí en la vida de Bolsonaro, criado como católico, pero que hace poco se convirtió al credo electoralmente más rentable que existe en Brasil: el evangélico. La fe de su esposa, la tercera.
En la presidencia, llevará consigo los intereses de este grupo a caballo entre ultraconservador y populista. Desde la década de los ochenta los evangélicos no han hecho más que ampliar su presencia en la política brasileña; ahora, sin embargo, aliados a la extrema derecha, acaban de ganar un poder inédito en el primer país de América Latina.
Es un cambio sin precedentes en Brasil, donde hasta ahora los evangélicos, si bien poderosos, habían sacado músculo solo para vetar leyes. Ahora, gracias al control sobre el presidente y a sus 91 parlamentarios en el Congreso —antes eran 78 de los 513 los que sintonizaban con su credo—, podrán proponer también su legislación.
Bolsonaro ha hecho múltiples declaraciones para contentar a sus seguidores contrarios al aborto —legal en tres supuestos— y al matrimonio homosexual —legalizado por el Supremo con oposición popular—, pero no ha dicho públicamente si tiene intención de modificar esas leyes. (Fuente: El País.)