SDP ha subido a su portal esta histórica fotografía del 13 de noviembre de 1994 donde aparecen los encapuchados Marcos (hoy Galeano) y otro neozapatista, tal vez el subcomandante Moisés; y los Cárdenas, AMLO y Rosario Ibarra de Piedra. En el texto de esta foto, SDP habla de un “desencuentro entre el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y el presidente Andrés Manuel López Obrador”, mismo que ha dado pie a innumerables opiniones.
Hay que aclarar dos cosas: no se trata de un “desencuentro” propiamente, pues para haberlo se tienen que confrontar dos personas o dos grupos. Aquí, el que ha arremetido desde 2006 contra AMLO es Marcos y su impostura de seudo guerrillero, es Marcos y su afán de protagonismo cerril y mercenario, es Marcos y los radicales indianistas que siguen sus posiciones estrambóticas al pie de sus discursos hueros. Recientemente, el mismo presidente aplaudió los 25 años de lucha y resistencia de este grupo guerrillero amnistiado por Salinas de Gortari. Es decir, en ningún momento AMLO ha buscado confrontación alguna con lo que representa el pasado neo zapatista, cuya historia de gestación y actuación se dio en un México de la década de 1980 y 1990 que vivía los estertores finales del sistema autoritario priísta. Un movimiento guerrillero que no ostentó, al principio, la digna reivindicación de los pueblos indígenas y sus luchas históricas por el pleno reconocimiento de sus derechos.
En esta tesitura, hay que decir que nadie niega este capital de lucha indígena (apropiado) del EZETA, pero tampoco se ve un desencuentro, una confrontación del gobierno actual con el EZETA. Sería irreal que se viera un escenario de militarización de los pueblos zapatistas, o se busque una confrontación armada, por parte de este gobierno. Al contrario, quien ha hablado de “ENFRENTAR” a AMLO, ha sido el vocero blanco del EZLN. La fanfarronada de este tipejo que silenció su discurso cuando el Fecalismo y el Peñanietismo, no tiene pierde alguno, es parte de ese escenario de confrontación que están buscando con cínica insistencia (¿desea crear el impostor Marcos un nuevo Acteal, la remasterización de Aguas Blancas para mancillar al gobierno actual?): “vamos a enfrentar “y no permitir “que pase por aquí su proyecto de destrucción”, como es el Tren Maya”, dijo el granuja. Su patiño Moisés bramó que “no le tienen miedo al presidente”. Con voz no propia de un maya sino del más abyecto ladino, el subcomandante Moisés, patiño de Marcos-Galeano, arremetió contra el actual presidente: “Figúrense cómo [López Obrador] está de loco que dice que va a gobernar para ricos y pobres. Sólo un loco que está mal de su cabeza puede decir eso; no trabaja su mente, es descerebrado […] No sabe ni entiende lo que está diciendo […] Es muy mañoso, porque [dice] que está con el pueblo de México y sigue engañando a los pueblos originarios […] Vamos a pelear; vamos a enfrentar, no vamos a permitir que López Obrador pase aquí sus proyectos de destrucción. No le tenemos miedo a su Guardia Nacional, que cambió de nombre, para no decir Ejército […] Vienen por nosotros, los pueblos originarios”.
Insisto, con esas palabras retadoras, pendencieras, ¿desea la estructura paramilitar ladina del EZLN crear un clima de tensión, buscar un altercado, que la sangre indígena corra nuevamente, armar un crimen o auto crimen para lesionar con este posible plan delictivo al nuevo gobierno?, ¿quiénes son los que en verdad están velando armas y tocando los atabales de guerra desde algún lugar de la selva lacandona?
¿Acaso no sabe de la soberanía nacional resguardada por el Estado mismo?, ¿El EZLN tiene en verdad el respaldo moral de las comunidades supuestamente “zapatistas”, o como han escrito con fruición Marco Estrada Saavedra y Juan Pedro Viqueira, existe un disenso ensordecedor en ellas que no logran ver los románticos indianistas, los turistas revolucionarios de la etnicidad, los euracas de mala conciencia colonial que buscan, de algún modo, exorcizar su pasado de genocidas de los indios volviéndose amigo de los indios rebeldes? ¿En verdad es un proyecto de destrucción el tren maya? Respondo citando un apunte certero del historiador vallisoletano, Crisanto Franco:
“El tendido férreo que utilizará el llamado Tren Maya en el pequeño tramo de Palenque, ya existe desde hace casi un siglo. El proyecto queda muy lejos de los territorios neozapatistas. En los tres estados de la península de Yucatán, si bien existen comunidades originarias, no son por mucho la mayoría de la población. Una minoría neozapatista no puede agenciarse la representatividad de todas las comunidades indígenas de México, mucho menos pretender imponer su visión política a los restantes pueblos mestizos que conforman la inmensa mayoría del territorio nacional. Somos poco más de 120 millones de mexicanos. Si quieren dialogar que se expresen sin agandalle discursivo y con respeto por los que no compartimos su visión”.
Sin agandalle discursivo y con respeto a los 30 millones de mexicanos que no compartimos la visión tan maniquea de la historia que enristra el EZLN. Lo cierto es que Marcos y sus Declaraciones de la Selva Lacandona han envejecido de forma brutal, se ven arcaicos hasta en sus comunicados, ya no existe la poesía que alguna vez vitoreó Saramago y media fauna de escribidores de izquierda en México, la furgoneta de la historia los rebasó en 2001, y, sin duda, son un elemento derelicto para las nuevas generaciones que se preguntan, con azoro y desconocimiento, ¿quién es Marcos y qué significa, en la era actual del fin de los metarrelatos, el EZLN? Dije que la historia del neo zapatismo llegó a su fin en 2001, pues para abril de ese año, después de la histórica visita de representantes zapatistas en el máximo recinto de poder en el país, San Lázaro, se aprobó mayoritariamente la “Ley de Derechos y Cultura Indígenas” (reforma constitucional, propiamente). Dicha Ley, modificada en lo sustancial de la propuesta de la COCOPA, fue inmediatamente repudiada por innumerables pueblos indígenas, el CNI y el EZLN. Hace dos días, desde Oaxaca de Juárez, el director del INPI, Adelfo Regino Montes, señaló que el gobierno trabaja en una reforma constitucional en materia de derechos indígenas, para reconocer a los pueblos originarios como sujetos de derecho público, con libre determinación y plena autonomía. Es decir, esta reforma constitucional que se trabaja, pretende reformar la última de 2001, a la cual el EZLN se opuso. Ergo, ¿hay motivo de lucha cuando desde el mismo gobierno, mediante el INPI, se pone como prioridad a los distintos y diversos pueblos originarios de México?
Al EZLN se le rebasó por la izquierda, desde luego. Y que me perdonen los indianistas radicales de Mérida, los tantos indianistas-etnicistas gabacheros y alguno que otro radicalillo-ridiculillo de campus universitario, pero hay que decir que la historia los ha dejado atrás. Marcos y su histeria discursiva murieron en 2018, morirán en 2019.