INCANSABLES: Buscan restos de sus seres queridos para acabar con la dolorosa incertidumbre

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Virginia Garay Cazares, miembro de la Cuarta Brigada Nacional de Búsqueda de México, durante un rastreo en busca de fosas ocultas y certeza. En su sombrero lleva una foto de su hijo Bryan Eduardo. El joven de 19 años desapareció en febrero de 2018. Foto: Jesús Alvarado/dpa Foto: Jesus Alvarado/dpa

GUERRERO, MX.- Suaves pinceladas quitan los últimos restos de tierra gris de la parte posterior del cráneo que sobresale del suelo. A su lado yace un trozo de cuerda. Poco después, los expertos forenses descubren una tibia y un zapato con suela de goma. El hallazgo no es nada que merezca celebrarse, pero para la gente que está alrededor de la tumba es un éxito.

Se trata de miembros de la Cuarta Brigada Nacional de Búsqueda de México. Cada uno de ellos tiene al menos un pariente desaparecido, y juntos buscan tumbas clandestinas, y certeza.

Mientras el equipo forense en la colina cerca de la ciudad de Huitzuco, en el estado de Guerrero, sigue exponiendo más fragmentos de hueso, Virginia Garay Cázares se toma un breve descanso. El sol quema, ella bebe un sorbo de agua. Su cara está protegida por un sombrero marrón claro con un cuadro de su hijo pintado en un costado: “B. Eduardo” se lee debajo.

El entonces joven de 19 años está desaparecido desde febrero de 2018. Iba de camino a trabajar a un restaurante de hamburguesas al que nunca llegó, dice Virginia Garay. “Nadie sabe nada, nadie ha visto nada”, dice esta madre de 40 años de la ciudad de Tepic, en el estado de Nayarit. “No hago otra cosa. Busco y busco”.

Según información reciente de la Comisión de Búsqueda de Personas Desaparecidas, el Registro de Personas Desaparecidas de México lleva expedientes de unas 40 mil personas desaparecidas. La mayoría de los casos fueron denunciados en el estado norteño de Tamaulipas, en la frontera con los Estados Unidos.

Desde 2006, el número de personas desaparecidas en el país latinoamericano ha aumentado considerablemente. Si bien se trata en la mayoría de los casos de víctimas de violencia relacionada con las drogas y las luchas entre cárteles, a menudo también desaparecen personas inocentes, incluidos niños. Según la Comisión, la mayoría de los hombres dados por desaparecidos son jóvenes.

Las investigaciones son lentas, ya que no se cuenta con el pleno apoyo de la policía y del Estado, reclaman los familiares. La denuncia oficial de personas desaparecidas puede incluso suponer un riesgo para las familias, y es por eso que han unido fuerzas para buscar tumbas aún no descubiertas.

Durante dos semanas, la brigada compuesta por alrededor de 200 personas de todos los rincones del país se dedicará a rastrear tumbas en Guerrero. En iniciativas anteriores descubrieron en el estado de Veracruz aproximadamente 4 mil cuerpos que podrían proporcionar pistas sobre personas desaparecidas. Desde restos de tela hasta huesos de falanges, cada pequeño hallazgo es importante. En el estado de Sinaloa, sus rastreos llevaron a la exhumación de los restos óseos de tres personas.

El apoyo de la población es importante, explica María Herrera Magdalena por la noche en el alojamiento de la brigada. Esta mujer de 69 años tiene cuatro hijos desaparecidos. Sus fotos van con ella en el medallón que cuelga de su cuello.

El grupo recibe consejos sobre dónde puede valer la pena realizar la búsqueda. Acto seguido recorren el terreno con palas y picos, buscando pistas sobre posibles tumbas ocultas. ¿Cuál es el aspecto del suelo? ¿Dónde se siente más suelta la tierra? ¿Dónde crece la hierba más alta porque el cuerpo descompuesto actúa como fertilizante?

Si encuentran algo, llaman a la Oficina del Procurador General quien envía inmediatamente un equipo forense. Bajo la mirada de una comisión de familiares, los expertos sacan a la luz los restos óseos. También hay reuniones con representantes del gobierno, dice Herrera Magdalena, que tras la desaparición de sus cuatro hijos se convirtió en la fuerza motriz de la brigada de búsqueda. Durante los rastreos, el grupo cuenta con protección policial. El motivo: no todos están contentos con la brigada y su trabajo.

Sin embargo, más que el apoyo estatal, es la cohesión de los participantes lo que más ayuda: “Compartimos el mismo destino y nos entendemos”, dice la mujer de 69 años.

En Guerrero existe una gran desconfianza hacia las autoridades y el estado de derecho. Una de las razones se encuentra a tan solo 30 kilómetros de Huitzuco: el pequeño pueblo de Iguala, tristemente conocido por la desaparición forzada de 43 estudiantes de una escuela normal rural. El destino de los jóvenes horrorizó a la población mexicana.

En la noche del 27 de septiembre de 2014, la policía de Iguala persiguió y atacó a 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa antes de entregarlos a miembros del cártel de los Guerreros Unidos. Según investigaciones oficiales, los jóvenes fueron asesinados y posteriormente incinerados.

Sin embargo, estudios independientes dudan de ello. El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, creó en diciembre una Comisión de la Verdad para esclarecer el caso Ayotzinapa. Desde principios de este año, familiares de los jóvenes y expertos revisan los informes y documentos relacionados con el caso.

El cuerpo descubierto en Huitzuco fue enterrado hace varios años, según las estimaciones iniciales de los científicos forenses. Basándose en la ubicación, asumen que el hombre recibió un disparo y cayó al hoyo.

Si no hay una denuncia por desaparición, la identidad de los muertos a menudo no puede ser establecida porque no hay material de ADN disponible para la comparación. De acuerdo con la Comisión de Búsqueda de Personas Desaparecidas, en la actualidad hay alrededor de 36.000 muertos no identificados en México. Bien cabe preguntarse si la familia del cadáver encontrado en Huitzuco sabrá alguna vez de la muerte de su allegado. (Fuente: DPA)

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