El prestigioso crítico literario Harold Bloom ha muerto a los 89 años en un hospital en New Haven, cerca de su casa. Bloom fue un acérrimo defensor del canon literario occidental, encarnado en autores como Kafka, Chaucer o Shakespeare (de este último declaró que “es Dios”), lo que le granjeó la censura de un sector de la crítica, dado que sus referentes son en su mayoría hombres blancos. Su fallecimiento ha sido confirmado a The New York Times por su esposa, Jeanne Bloom, quien contó que dio su última clase en la Universidad de Yale, donde trabajó durante seis décadas, el pasado jueves.
Nacido en Nueva York en 1930, Bloom escribió una veintena de obras de crítica literaria y religiosa, entre las que destaca su influyente selección de los 26 autores imprescindibles de occidente (23 hombres y tres mujeres: Jane Austen, Virginia Woolf y Emily Dickinson), reunidos en El canon occidental, que llegó a convertirse en un best-seller internacional a pesar de su carácter académico. Ante las críticas por su desafección por las minorías, él respondió que los críticos multiculturalistas, feministas, marxistas o neoconservadores forman “la Escuela del Resentimiento”.
Rodeado siempre de polémica, en títulos como El Libro de J llegó a sugerir que fue una mujer la que escribió parte del Antiguo Testamento. La crítica feminista, apuntó en una visita a Madrid en 1992, donde presentó aquel libro, “es una empresa poderosa y bien organizada -y elijo mis palabras-, con la que no puedo ser objetivo”.
Autodefinido como un “secularista con inclinaciones gnósticas”, Bloom era capaz de leer hasta 400 páginas por hora gracias a su memoria fotográfica. En una entrevista concedida a EL PAÍS en 2014 aseguró que “la mayoría de los que se llaman a sí mismos poetas solo son versificadores. Y la mayoría de los que se llaman a sí mismos críticos no lo son de ningún modo, se trata de periodistas, o de ideólogos o propagandistas”.
Según su opinión, un verdadero crítico destaca por “un profundo conocimiento de la filología, del griego y del latín, del provenzal y del hebreo, además de las lenguas romances, y la historia del idioma inglés. La gente ignora estas cosas, y no parecen preocuparles. Le digo a mis alumnos que se aíslen cuando un poema o un pasaje de prosa los encuentre o los enaltezca hasta el conocimiento, y lean en voz alta, canten hasta que lo posean, lo hagan suyo de memoria. Ese es el verdadero conocimiento en el campo de la literatura. La memoria es en verdad la madre de las musas. Nunca he escrito un poema porque no puedo olvidar que yo mismo soy una encarnación de la memoria”.
Defensor de El Quijote, Bloom escribió sobre la novela de Cervantes: “Cervantes y Shakespeare, que murieron casi simultáneamente, son los autores occidentales primordiales, al menos desde Dante, y ningún escritor posterior los ha igualado: ni Tolstói, ni Goethe, Dickens, Proust o Joyce”. (Fuente: El País)