Visión Intercultural
Francisco J. Rosado May
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A medida que se acercan las fechas para la consulta a las comunidades indígenas y la jornada de ejercicio participativo ciudadano, con respecto al proyecto de desarrollo Tren Maya, diversos medios han estado dando cuenta de los posicionamientos y opiniones de organizaciones y personas. Las fechas previstas para la consulta en Quintana Roo son el 30 de noviembre y el 15 de diciembre próximos.
Huelga hacer una narrativa o análisis de los posicionamientos y opiniones, sería mejor enfocarse a los temas de fondo que este proceso de consulta y participación ciudadana está creando; algunos temas serán visibles de una u otra forma y otros no tanto.
Entre los temas visibles está el de los intereses económicos y políticos de los diferentes grupos y organizaciones, pero seguramente este asunto ya debe estar en el radar de los analistas de uno u otro sector.
Otro tema visible, pero poco abordado, es que este ejercicio de consulta y participación ciudadana, alrededor de un proyecto de desarrollo, es inédito en nuestra Península de Yucatán. Si bien con este nuevo gobierno y régimen hemos sido testigos de cambios en las formas, expresiones y enfoques en las opiniones de la comentocracia, lo cierto es que esos cambios han estado contribuyendo de una u otra forma en la opinión pública. También se han abierto opciones a otras voces, lo cual contribuye a una mayor diversidad y pluralidad de opciones para entender temas de carácter local y nacional.
La diversidad de opciones y opiniones es un reflejo claro de la diversidad cultural en que vivimos. Ante este fenómeno social, una pregunta obligada es, ¿también estamos preparados para encontrar consensos sobre asuntos que tendrán un impacto para todas las culturas? El proceso de consulta y participación ciudadana para el caso del Tren Maya nos dará elementos sólidos para atender dicha pregunta …y mas allá.
La propuesta gubernamental del proyecto de desarrollo Tren Maya se debe analizar en el contexto de otra pregunta, que de hecho debe abordarse como premisa para guiar la participación ciudadana, indígena o no. Asumiendo que todo país, región e integrantes de las sociedades que ahí viven, requieren de desarrollo y de crecimiento económico ¿A quién le corresponde plantear macroproyectos?, ¿a la sociedad o al gobierno? Considero que ambos tienen ese derecho y obligación. Normalmente es el gobierno quien toma la iniciativa, o bien la regula cuando proviene del sector social o privado. En el caso del Tren Maya, no puede considerarse erróneo que el gobierno federal haya tomado dicha iniciativa.
Adicionalmente, bajo el esquema de la convocatoria al proceso de consulta indígena, publicada en el Diario Oficial de la Federación el 15 de noviembre de 2019, se abre la enorme oportunidad de que el proyecto de desarrollo Tren Maya incorpore elementos que provengan de las bases, de las comunidades, de los ciudadanos. No encuentro razón sólida que indique lo contrario. Asumiendo que esta interpretación es correcta, ¿habría otra forma o mecanismo mejor? Para responder esta pregunta no olvidemos que entre más tiempo pasa para elegir otra alternativa, mayor crece la brecha de desigualdad entre los que tienen, los que medio tienen o los que casi no tienen. Los que tienen poco o tienen prácticamente nada, lo que sí tienen es prisa para salir de su rezago.
Salir del rezago implica entrar en discusiones de otra naturaleza, pero un principio importante es que todos los que tenemos cierto nivel de responsabilidad social y/o intelectual debemos procurar que la voz de los ciudadanos se escuche realmente en el ejercicio de las consultas. ¡Este es un paso relevante para salir del rezago! Será difícil, sin duda, porque habrá intentos de sesgar voluntades y opiniones, pero hacerlo o descansar en la premisa de que se justifica hacerlo porque se piensa o se cree que quien ejerce las acciones de sesgo tiene la razón, nos lleva a otra discusión relevante.
Una de las bases científicas que explican los posicionamientos individuales o grupales, sea por que así lo piensan o creen, es porque eso refleja su formación y cultura.
Si en el ejercicio de participación ciudadana, indígena o no, alguna persona o grupo ejerce presión para un posicionamiento, buscando atrincherarse en su forma de pensar o de creer, está ejerciendo la intraculturalidad. Y esto debe prender focos amarillos en toda la sociedad. Existen ejemplos en el mundo, recientes y pasados, sobre los efectos devastadores de la intraculturalidad, especialmente cuando una cultura trata de imponerse sobre otra. Ahí está el ejemplo de los nazis, del ku klux klan, de la discriminación rampante en nuestro país entre grupos sociales, etc.
Pero, ¡cuidado!, la intraculturalidad negativa, la que trata de imponerse a cualquier costo sobre otra cultura, puede expresarse en cualquier cultura; no es de uso exclusivo de una sola. Los indígenas, como grupo o como personas, pueden ser intraculturales y causar zozobra en la sociedad. Ahí están los mensajes en medios sociales sobre las “diferencias” entre yucatecos y quintanarroenses, o quien usa apelativos para criticar con ánimo de lastimar a organizaciones sociales. ¡Estas personas indígenas causan división entre los indígenas!, quizá ese es su objetivo o quizá es porque su forma de ser es lo que considera “indígena puro” y cualquier otra opinión proviene de un “indígena contaminado que ya no es indígena”. Estos perfiles, de académicos, funcionarios o de cualquier sector, deben ser ubicados en el lugar que les corresponde, fuera de las decisiones importantes en sociedades multiculturales.
Personalmente apuesto a la madurez que nuestra sociedad multicultural ha construido a lo largo de varios años; debemos prepararnos para enfrentar escenarios como el siguiente: ¿Cómo resolveríamos una situación en la que la mayoría de ciudadanos indígenas digan si al Tren Maya, y la mayoría no indígena diga no? ¿O viceversa?
Necesitamos fortalecer una sociedad intercultural, pero sin neoindigenismo, ser capaces de llegar a acuerdos, respetándonos unos a los otros; no hay otra opción para un mejor futuro. Estamos muy cerca de saber si estamos o no preparados.