CANCÚN, MX.- Con el 90% de sus locales cerrados y con ventas caídas entre un 40 y un 80%, los pocos comercios que operan en el otrora popular Mercado 23 apenas logran salir adelante cubriendo sueldos. Un local de comida incluso ya es autogestionado por sus propias trabajadoras, como medida de apoyo de la propietaria.
Aunque la prohibición para operar aplicaba para actividades no esenciales, como venta de ropa, artesanías, cerrajerías, entre otros giros, también muchos locales dedicados a la venta de alimentos cerraron sus puertas, por la ausencia de venta, derivado de la emergencia sanitaria por el COVID-19, que trajo desempleo, autocuarentena y vialidades cerradas.
Un carnicero, que se identificó como Ariel, estimó que su venta cayó en un 40%, pues la poca clientela que viene compra para toda la semana.
“Esa gente que venía a diario o cada tres días ya desapareció”, dijo con amargura.
Antes, traía un puerco a diario, pero ahora solo trae una mitad, que le dura para toda la jornada. Tan solo en el fin de semana tiene algo más de movimiento.
Los precios siguen iguales: 95 pesos el kilo de puerto y 140 o 150 el de res, dependiendo del corte, pero la clientela ya no está.
De los locales de comida corrida y antojitos, quedan solo nueve en operación. En una visita de inspectores de Salud, se les indicó que solo podían vender comida para llevar, pero a los dos días, por la falta de venta, unos colocaron unas mesas a escondidas. Al empezar a acaparar la poca venta, los demás también le copiaron y hoy todos tienen una o dos mesas dispuestas.
“A los dos días ya habían puesto ellos sus mesas y nosotros aguantamos, pero bajó demasiado la venta y hoy decidimos colocar dos mesas también”, comentó Lupita, quien atiende un local de antojitos.
En su caso, la dueña decidió retirarse en lo que dura la emergencia sanitaria, dejando la administración del local en sus trabajadoras, quienes todas tienen hijos, para que ellas se encarguen de las compras y de repartirse el dinero que obtengan.
“Nosotros seguimos por nuestra cuenta, compramos y vendemos. La patrona prefirió que tengamos un beneficio, lo que vimos muy bien, pues conservamos nuestro trabajo. En la esquina cerraron todos los locales y ahí había como 10 personas”, relató.
La venta, no obstante, cayó hasta en un 80%, por lo que tras el reparto, sacan menos la mitad de su sueldo, y en partes, pero para ellas es mejor que la alternativa.
Javier, un ambulante que se dedica a la venta de aguas frescas, dice que casi no hay gente pero deben seguir saliendo, por necesidad, ya que tiene que pagar la renta, luz y la comida. En su caso, la venta cayó a la mitad, pero todavía puede llevar algo de ingreso a su hogar. (Agencia SIM)