Si la pandemia lo permite, el 2021 será un año eminentemente electoral. Un año electoral en medio de una ‘nueva normalidad’, eso sí, pero en política hay cosas que nunca son nuevas ni ‘normales’.

Desde ahora, los protagonistas han empezado a mover sus fichas y a marcar sus territorios, pero también a construir o reforzar pactos y acuerdos que se vienen trabajando desde hace meses o hasta años.

Y no hay que espantarse. Por definición, la política es la búsqueda de acuerdos, consensos y pactos para garantizar la gobernabilidad, aunque en México el nivel de la política sea de más bajo nivel y siempre en la opacidad y la atenebra y lo que se busque no sea la gobernabilidad sino otra cosa.

Y esto también vale para Quintana Roo.

Es por eso que los votantes, seguidores o críticos de partido en el poder, pero también los indecisos o los que buscarán el término medio o se decantarán por el candidato más carismático o prometedor, más allá del partido o la tendencia ideológica que los arrope, tendrán que estar muy atentos en la definición de candidatos pues es alto el riesgo de que les den gato por liebre.

Y es que una cosa serán las alianzas entre partidos y los candidatos que de ella emanen y otros los pactos bajo la mesa para traspasar el poder garantizando impunidad o privilegios para un personaje, un grupo o un partido.

Cambiar para que todo siga más o menos igual. El gatopardismo de siempre del que nadie se salva y en el que todos participan.

Así las cosas, en el caso de Quintana Roo, habrá que estar atentos a las definiciones del gobierno de Carlos Joaquín que desde ahora parece haber declinado en su intención de construir liderazgos y posibles candidatos con políticos de su partido para buscar los acuerdos y los pactos con los aspirantes más afines de Morena para una ‘transición suave’.

En este escenario donde sus números se presentan cuesta arriba, ante la falta de definiciones y perfiles fuertes, Carlos Joaquín habría preferido apoyar a candidatos de Morena con posibilidad de ser ungidos y que no le representen una amenaza política una vez que ya no despache en Palacio de Gobierno.

Así, es claro que Carlos Joaquín se sentirá más a gusto con candidatos como Mara Lezama o hasta Luis Alegre, pero no con Marybel Villegas o el Dr. Pech. Y con esto no se quiere decir que unos sean mejores que los otros para Quintana Roo. Es lo que hay.

Pero también hay otros pactos en progreso en los municipios a los que habrá que estar atentos para no ser sorprendidos.

Como el caso de Benito Juárez, donde Morena y el PVEM ya urdieron que Gustavo Miranda sea el candidato de esta posible alianza para sustituir a Mara Lezama, a pesar de la notable inexperiencia del diputado que hace poco más de un año no existía políticamente y al que se le empezó a construir un perfil que está siendo soplado por medios y periodistas para ver si se infla un poco más.

Gustavo Miranda es de la estirpe de los ‘niños verdes’ y frívolos que han gobernado (es un decir) Cancún en los últimos años. Ya dirán los cancunenses si quieren otro plato de la misma sopa.

También en Isla Mujeres ya existen pactos entre Juan Carrillo y la familia Ricalde Magaña para que la transición sea suave y llegue a la presidencia municipal la diputada panista Atenea Gómez Ricalde, hija de Alicia Ricalde. Todo esto avalado desde la ’22 de Enero’ en Chetumal.

En Solidaridad es un poco más complicada la cosa porque existe un pacto en la familia Beristain para que Laura ponga de candidato a su hermano Juan Carlos, o incluso a Luz María, pero donde también existen otros pactos entre grupos de morenistas con el oficialismo para que precisamente no ocurra esto, ya que si en algo parecen estar de acuerdo todos es en el rechazo a la permanencia de este apellido en el Palacio de Playa del Carmen que tanto ha dejado a desear.

En Chetumal, también los morenistas se están aliando para impedir que Otoniel Segovia, un alcalde que llegó al puesto de manera fortuita, al fallecer Hernán Pastrana, se le ocurra quedarse en la silla de la capital de Quintana Roo.

Hay más tela de donde cortar, pero por ahora queda esperar para ver cómo se van concretando los acuerdos bajo la mesa para las definiciones de candidatos para las elecciones del 2021 y 2022.

Que nadie se diga sorprendido.

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