Además de las acusaciones de corrupción que arrastra desde que se ventilaron los negocios inmobiliarios de su familia, la Alcaldesa Mara Lezama tiene dos problemas primordiales en Cancún que no ha podido resolver después de mas de dos años en el cargo: la inseguridad y la basura.
Un alcalde es básicamente un administrador de una ciudad o territorio que debe resolver los problemas diarios básicos para el bienestar y buen desarrollo de sus habitantes.
Problemas básicos de una ciudad son la seguridad y los servicios esenciales, como la recolección de la basura, un problema que cuando hace crisis exhibe de qué realmente está hecha una administración y su presidente municipal.
Todo lo demás, viene después.
Después de dos años, el problema de la seguridad en Cancún está lejos de ser resuelto, a pesar de que desde un principio la Alcaldesa prefirió patear la lata apoyando la creación de un Mando Único que le ha quedado a deber a la ciudad, pero al que nadie le reclama ni vigila como debería ser su función porque es corresponsable de las decisiones que se han tomado en nombre de esta entelequia.
La inseguridad o los ‘delitos menores’ están a la orden del día en las calles y regiones de Cancún, por no decir que tras pasar lo más fuerte de la cuarentena por el COVID se han vuelto a disparar los llamados delitos de alto impacto como las ejecuciones.
La basura es otro problema no resuelto que también le atañe directamente a la Alcaldesa y del cual no puede deslindarse con el argumento de que es un servicio concesionado a la empresa ‘Intelligencia México’ desde una administración anterior.
La concesionaria del servicio de recolección de basura, según reconocieron sus propios directivos, reciben puntualmente el pago del Ayuntamiento, pero su servicio es harto deficiente y de manera cíclica entra en crisis desparramando desechos por calles y hasta playas de Cancún porque simplemente no se dan abasto.
Sin embargo, el Ayuntamiento se ha portado como un alcahuete cuando llega el momento de exigir a la empresa el servicio de calidad que merece Cancún y por el que cobran millones mensualmente porque existe un mecanismo de control y regulación llamado Siresol a través del cual se podría garantizar el cumplimiento del oneroso contrato, pero, como dicen los clásicos, sólo sirve para dos cosas…
Mara Lezama, sin embargo, por negligencia o complicidad, ha dejado crecer el problema a costa de la ciudad y sus ciudadanos y hoy Cancún sufre las consecuencias.
Hay quienes piensan que gobernar es sonreír y tomarse la foto con el Presidente, pero no es así.
Pese a todo, Mara, ya engolosinada y de la mano del obradorismo, ese cascarón hueco que sólo quiere retener el poder por el poder, busca repetir e ir por más.
Pobre Cancún, tan lejos de Dios y tan cerca de la 4T.