OPINIÓN | La reforma eléctrica y el patriotismo | Por Jorge Rodríguez Méndez*

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Es interesante cómo se crean las ideas que se convierten en conversaciones y en términos absolutos. Llama la atención cómo hay términos de una carga emotiva muy grande de los que se apropia un grupo para explotarlos a su interés.

Esto en relación a la reforma a la Ley de la Industria Eléctrica. Sus promotores establecieron la envolvieron de patriotismo, como si fuera un amuleto para vencer a cualquier argumento.

La realidad, lo que la evidencia nos dice es que esta reforma no es patriótica, porque tiene repercusiones muy negativas para el país. Nadie que ame profundamente a México puede desearle lo que esta reforma implica en distintas dimensiones.

En resumidas cuentas, lo que implica es obstaculizar los proyectos de energías renovables y darle mayor poder de mercado a CFE y a la producción de sus termoeléctricas. ¿Con qué motivación? Darle salida directa al combustóleo de Pemex, tan sucio que nadie lo compra en el mercado internacional, pero que bien puede consumir nuestra empresa estatal eléctrica en un esquema que le otorga ventajas.

Y esto es lo que acaba privilegiando la reforma: una producción de energía más cara y contaminante. Seguro habría que resolver el excedente de combustóleo que amenaza con ahogarnos, pero no a costa de un modelo energético que promovía la competencia, la reducción de costos y la adopción de energías limpias en el curso del tiempo.

México es un país con problemas medioambientales enormes. Somos el cuarto lugar en emisiones antropogénicas atmosféricas. Esto es muy serio. Se estima que cerca de 29 mil muertes prematuras y 558 mil años de vida ajustados por discapacidad de la población serían atribuibles a la mala calidad del aire en nuestro país (Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático, 2016).

En días recientes tuvimos una muestra de lo dañino que es producir electricidad con base en el combustóleo. La escasez de gas por las nevadas en Texas hizo que la termoeléctrica de Salamanca lo utilizara para producir energía. En Guanajuato se informó que las emisiones de dióxido de azufre se incrementaron siete veces más que el promedio, lo que afectó particularmente a algunas colonias en esa ciudad, pero también a otros estados; incluso Quintana Roo no estuvo exento. El punto es que nuestros patriotas aprobaron una ley que tiene el efecto potencial de matar a gente o incapacitarla.

Hay muchos otros argumentos que fueron presentados en el parlamento abierto que organizó la Cámara de Diputados para discutir esta reforma. Se presentó evidencia sobre sus repercusiones económicas, fiscales, sobre la inversión y también sobre la propia imagen del país y del gobierno mexicano en el concierto de naciones, que cambia las reglas del juego sin mayor pudor. La ley se aprobó tal como les llegó.

Afortunadamente el Poder Judicial ha presentado un valladar ante este galimatías legislativo.

De ahí que un patriota es una persona que ama profundamente a la Patria propia. Somos muchos más de los que dicen serlo y que hoy le quitan vida a este país.

(*) Opinión invitada. Jorge Rodríguez Méndez es candidato del PRI a la presidencia municipal de Benito Juárez (Cancún). 

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