CHETUMAL, MX.- Rómulo Martínez Alejandro y Arturo Cortez Malpica, al rendir su declaración preparatoria ante el Juzgado Primero de lo Penal, aceptaron haber asesinado al empresario restaurantero Luis Adolfo Arévalo Peña, su esposa Paula Cortez Gutiérrez y su hijo Roberto Enrique Arévalo Cortez, y afirmaron que lo hicieron en medio de una riña porque los maltrataban y nunca les pagó el trabajo de ellos.
Sin embargo, aseguraron que Griselda González Cabañas no tuvo intervención en el triple crimen, porque el día de los hechos viajó a Chetumal para ver a sus hijos.
Según los asesinos confesos, Luis Adolfo Arévalo Peña y Arturo Cortez Malpica forcejearon por un rifle calibre 22 y una bala que se escapó fue la que quitó la vida a la señora Paula Cortez Gutiérrez, y que supuestamente al expatrón lo mataron porque éste les iba a disparar con otra arma.
En cambio, afirman que al hijo, Roberto Arévalo Cortez, lo mataron porque llegó en el momento que sucedían los hechos y “no tenían otra salida”.
El primero en comparecer a declarar fue Arturo Cortez Malpica, quien detrás de las rejillas de seguridad de dicho Juzgado señaló que él y Rómulo Martínez Alejandro, cuando empezaron a trabajar con el ahora occiso Luis Arévalo Peña, habían acordado que les iba a pagar 150 pesos diarios y además los fletes que salían de la purificadora.
Pero afirmó que fue el caso que cuando salieron varios fletes nunca los tomó en cuenta, porque les decía que no pagaban renta y nunca les dio descanso, por lo que nunca tenían dinero.
“De ahí que seguimos hasta que un día que no tenía recursos nos dijo que iba a correr a alguno de nosotros y además nunca nos dio seguro social, todo el tiempo nos regañaba y nos amenazaba que le agarramos cosas y que nos fuéramos del rancho”, expresó.
“Pero como nunca tuvimos dinero, así fue pasando el tiempo y nos empezó a echar en cara todas las cosas que se le perdía y siempre me reprochaba”. “Cualquier cosa que le faltaba la cobraba a nosotros, por eso siempre estábamos endrogado con ellos y llegó el tiempo en que el señor me corrió sin darme nada por el tiempo que le trabajé”.
Agregó que después de eso se fue a vivir en el rancho Limonar, pero que su hermana le habló para que llevara los papales de la niña, por lo que fue al rancho de su expatrón y fue que el ahora difunto Luis Arévalo Peña, supuestamente le dijo que si lo volvía a ver en su casa corría a toda su gente sin darles nada.
Indicó que estuvo escondido en la casa durante dos días, y vio que su cuñado (Rómulo Martínez Alejandro), se fue a Bacalar con la camioneta, la cual no tenía frenos y de regreso se le cayeron unos bidones de agua y cuando el señor estaba tomado empezó a reclamar a su cuñado, de que lo iba a correr.
Recordó que su hermana se iba a aliviar cuando ella se cayó y se puso grave y no tenían con qué sacarla del rancho y el señor nunca les quiso prestar su carro.
Sin embargo, dijo que en esa ocasión el señor si les prestó una camioneta con la cual llevaron a su hermana a Majahual y allí les dijeron que tenían que trasladarla a Chetumal.
“Al día siguiente, mi cuñado acompañó a mi hermana a Chetumal y el señor le dijo que lo iba a correr y yo le dije que ellos no tenían casa y tampoco tenían dinero para los gastos de las niñas, fue cuando me dijo al otro día que me iba a correr a mí, sin darme nada”.
Mencionó que el día de los hechos, su expatrón les dijo que entregara las cosas, entre los cuales estaba un rifle calibre 22, con tres cartuchos.
Y luego afirmó: “Se lo iba a entregar y cuando jaló el rifle el señor, al instante salió Paola Cortez Gutiérrez y el arma se disparó lesionando a la señora”.
“Y yo al escuchar el disparo salí corriendo del cuarto, fue cuando vi al señor que iba saliendo de la casa con un arma en su mano en forma agresiva gritando que nos iba a matar como un perro”.
“En ese momento yo le brinqué al señor golpeándolo y quitándole el arma con el que desgraciadamente le dispare; estaba yo sentado y nervioso cuando yo y mi cuñado vimos llegar a su hijo, Roberto Enrique Arévalo Cortez”.
“No tuvimos otra salida que dispararle, agarramos la camioneta del señor salimos rumbo al crucero con todas las cosas, en donde la dejamos abandonada y luego tomar un camión con destino a la ciudad de Cancún”.
“Ahí estuvimos tres meses pero como no teníamos trabajo nos fuimos a Puebla, y nos detuvieron cuando íbamos a cobrar un dinero y lo único que puedo decir es que mi hermana no tiene nada que ver con esto, porque cuando ocurrieron los hechos ella había viajado a Chetumal a ver a sus hijas”.
En tanto, el otro presunto criminal Rómulo Martínez Alejandro, al rendir su declaración preparatoria, coincidió en señalar que mataron al empresario por el trato que les dada y porque nunca les pagó.
Asimismo, dijo que su esposa, Griselda González Cabañas, no tuvo intervención en el crimen.
Mientras que Griselda González Cabañas al rendir su declaración preparatoria negó los hechos.
Ambos detenidos pidieron la ampliación del término constitucional para la resolución de su situación jurídica. (Fuente: Por Esto! de Quintana Roo)