Yucatán Turístico
De nada han servido los miles de comerciales, anuncios, spots de radio, los mensajes y apuntes editoriales, las campañas de aliento a la población, los barridos e insistentes programas de trabajo comunitario, las playas, los litorales, rías y manglares, ciénagas y pantanos de la costa yucateca están llenos de basura.
Se terminó la temporada vacacional de Semana Santa y con ello los miles de paseantes regresan a sus lugares de origen y los puertos de la costa yucateca regresan a su tensa calma.
Pero tras el periplo de la quincena de descanso el rostro de los puertos yucatecos queda sumido en el más pobre y triste de los abandonos, se fueron los paseantes, la basura y las toneladas de desechos se agolpan en las pocas y deterioradas áreas verdes que se mantienen sobre las humildes dunas y sobre los amarillos manglares.
Pena ajena causa tanto desdén y tanta negligencia, la omisión, irresponsabilidad y poca humanidad de los miles de vacacionistas que nada les importa dañar el medio ambiente a las especies endémicas de flora y fauna.
Un recorrido por los puertos del estado de Yucatán obligan a tener un poco de vergüenza, pero ni la autoridad, ni mucho menos la población hace algo por mejorarla, que tristeza es advertir el impacto que reciben los litorales con toneladas de productos plásticos, latas, enseres domésticos que se acumulan en las veredas y caminos donde se aplican como tiraderos a cielo abierto.
Ningún sitio se salva, hasta el punto más lejano de la costa yucateca sufre el embate de la ignorancia.
Caminar sobre el litoral yucateco es quizá el fiel reflejo de lo que somos, no hay sitio limpio, tan sucios y descuidados los ricos como los pobres, no hay privilegio ni exclusividad para el aseo, tan podridas las playas de Progreso, como las de Chicxulub y Telchac Puerto, tan desaseadas las rías y manglares de Sisal, Celestún, Rio Lagartos y San Felipe.
Pero ¿y las autoridades?, donde está la señalada Semarnat, el Instituto Nacional de Ecología, las direcciones estatales y municipales de ecología? ¿y las agrupaciones y ONG’s que se exigen tanto dónde están?, donde están o que hacen los centros de investigación que están en la costa? ¿Por qué no denuncian estos problemas? ¿Habrá alguien a quien si le importe?
Por las playas de Progreso, Chelém, Chuburná, Sisal, Celestún, Santa Clara, Dzilám Bravo etec, se asoman montones impresionantes de basura, desechos de piedra y plástico, materiales fecales de animales, animales muertos, productos metálicos, de cristal que han sido abandonados o dejados sobre los caminos y vías de arena sin el menor recaudo.
Exigimos que vengan los turistas a nuestras playas, presumimos de las bellezas naturales de las costas yucatecas, se anuncian con carácter internacional las áreas ecológicas y con tristeza se advierten las cantidades impresionantes de desechos en los manglares, en las zonas de acceso y control de los parques marinos, los que se aseguran son “áreas protegidas”.
Es deprimente tratar de entender porque el ser humano es tan irresponsable, tan omiso e ignorante al dañar el entorno y sobre todo a las especies marinas, aves, reptiles que habitan estos pantanos y ciénagas que dependen de la sana vida en su entorno para poder subsistir.
Es motivador advertir que un extranjero tiene más amor y cuidado por el suelo ajeno, que aquel o aquellos que lo llaman suyo y presumen sin cuidarlo y protegerlo.
Se terminaron las vacaciones y las playas quedan sucias, descuidadas, empobrecidas y atiborradas de desperdicios, es penoso que las autoridades y los ciudadanos no sepan el valor de sus litorales, playas y manglares, sería importante que autoridad sea más firme y responsable en sus políticas públicas y que la ciudadanía valore un poco más lo que tiene, de otra manera, ya no valdrá la pena regresar a la playa, ni de vacaciones.
