DIARIO DE CAMPO | El sistema caciquil de José María Morelos, apuntes del fin del sistema | Por Gilberto Avilez Tax

0
119

Estoy en el municipio de José María Morelos, famoso en el estado por sus sempiternos caciques. Visitar los pueblos y comunidades de este municipio maya, es como regresar 40 años atrás, tal vez un poco más: frente a un teatro de esta ciudad, bautizado por los caciques priístas con el nombre de Narcedalia Martí de González, construido con lujo y “presupuestívora” ostentación para agradar el culto a la personalidad del patrón cozumeleño de estos caciques, en comunidades como Zafarrancho, Pozo Pirata o Sabana San Francisco, la vida rural parece haberse anclado en el pasado: frente a uno que otro tendejón solitario de abarrotes donde se compra la “coca-cola”, la vida en esas comunidades son de carencias totales, parece que se encuentran aisladas a un periodo pre-colonial. Su lejanía con la cabecera municipal, agrandada por los pésimos caminos, me da la impresión de que sus habitantes fungen como islotes de hombres y mujeres que sólo son requeridos en días de elecciones para legitimar a sus caciques.

En Zafarrancho, en Pozo Pirata o en Sabana San Francisco, comunidades que se encuentran a 5 horas de la boyante zona norte del Quintana Roo turístico, las bondades de la “industria sin chimeneas” y de la marca “mundo maya” con que se vende una mayanidad descafeinada, tal parece que solo llegan cuando los jóvenes mayas de esas comunidades que trabajan en la industria de la construcción como peones de albañil, regresan al pueblo para acabar su semana comprando los “cartones” en los expendios de cervezas de José María Morelos.

Visito estas comunidades apuntando las impresiones que me salen al paso. La candidata de izquierda por el distrito 13, Tania Casa Madrid, del Partido del Trabajo, me ha invitado para constatar esta tremenda asimetría económica que subsiste a lo largo de este distrito que es, en su mayoría, rural, abarcando las zonas de Othón P. Blanco limítrofes con Bacalar, todo Bacalar y varios pueblos rurales de José María Morelos. Desde luego que hicieron un desmadre los del congreso con la tan mentada redistritación.

Tania, una de las pocas luchadoras sociales más genuinas y puras de la izquierda quintanarroense, me habla del “presupuesto y gobierno participativo”, una especie del mandar-obedeciendo zapatista con que el partido de Tania se ha metido en las comunidades para popularizar la toma de decisiones desde y con las comunidades. Tiene la idea de que, si llega al Congreso local, hará todo lo necesario por volver a escorar a esta región como el granero del estado: “Hay que reactivar el campo, fomentar y trabajar, codo a codo, mano a mano, con los campesinos”, me asegura Tania.

La injusticia en el José María Morelos de los caciques es fácil de comprobar. Mientras que muchas comunidades de este municipio, inmersas en un abandono abismal, cuentan solamente con cuasi veredas de terracería como deficiente acceso a sus comunidades, y que se inundan y se hacen intransitables en tiempos de lluvia, las mansiones de los caciques de José María Morelos derrochan lujo e insultante ostentación. Zafarrancho es una comunidad de productores mieleros, observé a algunos apicultores que trabajan a las abejas meliponas o Xunán Kaab, en “jobones”, especies de corchos huecos de madera de cedro. Conversando con algunos productores mieleros que construían sus cajas para las colmenas, me dicen que la gente de Zafarrancho “ya se dio cuenta”, que “El PRI ya está muy choteado”, y que no da apoyos más que a sus allegados.

Para llegar a Pozo Pirata, o a Sabana San Francisco, los lugareños tienen que sufrir peripecias y un largo camino donde se constata el campo yermo y olvidado, la selva asfixiante y el silencio reconcentrado de los campesinos. Tanto en la comunidad de Pozo Pirata como en Sabana San Francisco, se hace prístino el mal gobierno de los caciques de José María Morelos. En Pozo Pirata, sucede una costumbre propalada por los caciques de la cabecera del pueblo: en el mero día de las elecciones, a las 2 de la tarde llegan a la comunidad las camionetas que mandan los caciques de ese municipio. Son los “activistas” pagados por la corrupción y las componendas en lo oscuro de los “hombres de horca y cuchillo” que gobiernan ese municipio. Y cuando las casillas no son vigiladas, como sucedía la mayor parte de las veces cuando el priísmo quintanarroense era amo y señor absoluto, a plena luz del día hacen sus marrullerías: embarazan urnas, queman boletas que favorecen a la oposición, y en altoparlantes, decretan, a viva voz:

¡Ya ganó el PRI!

Cuando la gente ni ha terminado de votar.

¡Ya ganó el PRI!

Vociferan los paniaguados de los caciques de José María Morelos.

Los caciques de José María Morelos, además, cuentan con sus “periodistas” que escriben en el Diario de Quintana Roo y que entran en la nómina del Ayuntamiento en turno.

En estas tres comunidades de José María Morelos, contrario a la riqueza cultural y lingüística de una mayanidad que vive a base de la milpa itinerante y sus granos anexos, la siembra de productos comerciales (Sabana San Francisco se caracteriza por la siembra de achiote, en Zafarrancho y Pozo Pirata, la miel) y, algunos, los más jóvenes que se van a trabajar a la zona norte del estado por salarios de hambre e inseguridad manifiesta;[1] las condiciones sociales de abandono y utilización política de sus habitantes por parte de los caciques, es inequívoca: falta de medicinas y hasta de médicos en dispensarios donde se arrejuntan las telarañas, calles empolvadas y de terracería, alcoholismo, pérdida de las cosechas por sequías recurrentes y plagas nocivas, mal uso de los recursos públicos para hacer obras que se les ocurre a los caciques y sin consultar a los pueblos indígenas, es la tónica que uno fácilmente puede observar.

Hace un año, en José María Morelos surgió la figura de un supuesto “independiente” que se denomina asimismo como “el rebelde”. Este espécimen de populista montaraz, en su precampaña en busca de ser reconocido por el IEQROO como contendiente para la presidencia municipal de José María Morelos, derrochó a granel carretadas sobre carretadas de dinero. ¿De dónde lo sacó? Nadie tira ese dinero si no está cobijado por papá gobierno. En las comunidades y en la cabecera se presenta como el político que le hará frente a los caciques de ese municipio, pero el “Independiente” no es tal cosa: hace un año exactamente, a este aspirante a cacique “independiente”, se le fotografió con miembros del grupo político de González Canto y otros borgistas (entre ellos, Arleth Góngora y el famoso “Chanito” Toledo), en un aquelarre de unidad que acostumbra ese partido. El Independiente, que hizo su pequeña fortuna de “empresario” de grúas cobijado por la corrupción en Playa del Carmen, desde luego, resulta ser una estrategia absurda y burda del Borgismo-Felixismo para restarle votos al candidato de oposición de los caciques priístas, como Domingo Flota Castillo, que a pesar de su pasado de cacique, en el pueblo sigue siendo reconocido por su carisma y su cercanía con la gente.

¿Y quiénes son estos caciques de José María Morelos de quienes hablamos? Tienen apellidos que van desde los Parra, los Pérez, los Tox y los Flota (existen dos familias Flota, los hoy desgastados Flota Medina y el pujante empresario ganadero y carismático político, Domingo Flota Castillo, muy diferente de los otros caciques en su maneras de hacer política y administrar el municipio), generalmente no son mayas sino mestizos de pueblo con una cultura política autoritaria, tradicional, hermanada por las costumbres del poder que circulan en la península: patriarcales y a veces autoritarios con la población maya, cuando no están en decadencia –porque los caciques también entran en fases de creación, auge, decadencia y muerte- sirvieron como intermediarios para la consolidación del estado, y, algunos (en el caso de José María Morelos, solamente Flota Castillo), fueron gestores de las demandas de los pueblos.[2]

Pero los caciques de José María Morelos, a 40 años del nacimiento del estado de Quintana Roo, hoy sus prácticas de gobierno –antidemocráticas las más de las veces- resultan como bloques arqueológicos de un pasado que se tiene que modificar si Quintana Roo consigue la alternancia y consolida su plena democratización. El antiguo pacto de poder entre los caciques con la población maya, y con el priísmo autoritario, es un esquema que futuros gobiernos democráticos deben y están obligados de sustituir por consensos y gobernabilidades más justas, equitativas y democráticas.

De hecho, entre los propios caciques se puede llevar a cabo esta democratización. Pero resulta que muy pocos de estos hombres que, viniendo desde abajo (alguno de ellos fue hijo de carnicero de pueblo), y enriquecidos de forma indignante a base de corrupciones y saqueos al erario municipal, tienen el temple y la autocrítica que ha tenido Domingo Flota Castillo. A Flota Castillo se le puede acusar de su pasado priísta, pero no de haberse enriquecido, como los Parra o los Pérez, con el dinero de las arcas municipales. Un habitante de José María Morelos, me dio un breve perfil de Flota Castillo: “Flota Castillo es un ganadero originario de Dziuché. Ha sido dos veces presidente municipal, una vez como priísta, y otra como perredista. Siempre ha tenido dinero, él nunca se enriqueció en el gobierno. Se le recuerda porque en sus administraciones trabajaba a todas horas tumbando cerros para abrir caminos y haciendo obras que los Parra o Pérez no continuaron”. La diferencia de Flota Castillo con los Parra y Pérez, es abismal. “Los que sí se han levantado de la pobreza con el dinero del municipio, son los Parra y Pérez”.

A Pérez, hijo de los primeros tenderos del antiguo Kilómetro 50, la gente del lugar le ha señalado como dueño de dos gasolineras, de hoteles en Playa del Carmen y en Tulum, además de otras propiedades. A Juan Parra, el presidente municipal saliente, se dice que es el único productor que cosecha todo el año en suntuosos ranchos donde hay hasta una aeropista y las carreteras de acceso son la envidia de las veredas polvorientas de las comunidades como Zafarrancho o Sabana San Francisco. A Juan Parra, le gusta apoyar a los campesinos con “un kilo de maíz con gorgojos”, esa es la actitud del gobierno de los caciques con el campo-santo de José María Morelos.

Para Guillermo de la Peña, los caciques no desafían al gobierno, más bien son los medios informales que dispone este último para el control social, el orden y una supuesta justicia.[3] En José María Morelos, la decadencia de los caciques es un hecho palpable, pero su continuación no se ha interrumpido ni porque Flota Castillo haya salido del priísmo: él fue presidente por el PRD en 2010, y de 2013 a este año, Juan Parra, un impresentable y despilfarrador (esa es la tónica de los presidentes municipales acunados por el Borgismo), hizo y deshizo, cobijado por la impunidad borgista.

En un análisis del “sistema caciquil” de José María Morelos, movido por los acuerdos previos entre los caciques sobre quién gobernaría el municipio mucho antes de las elecciones, se tiene evaluado que “las elecciones realizadas en José María Morelos de 1996 hasta el año 2008 fueron poco democráticas, por cuanto solamente legitimaron y legalizaron a los candidatos que surgieron realmente de los acuerdos internos entre dos grupos de poder priístas”.[4]

Acuerdos en lo “oscuro”, en lo “privado”, sin hacerle mayor caso a las aspiraciones de cambio del grueso de la población maya de José María Morelos, el resultado de este sistema caciquil de gobierno, es que “El desconocimiento público de esta realidad ha generado serias consecuencias socioeconómicas y políticas para el municipio. Consecuencias que van desde la corrupción, el tráfico de influencias y la impunidad, hasta la desatención del campo y la consecuente sujeción-dominación de una población, principalmente maya, que ha sido subsumida en la pobreza y en el rezago social”.[5]

Y este sistema caciquil con que el priísmo se valía para gobernar, casi ha sido la tónica en sistemas autoritarios y cerrados, sin cabida para la “incertidumbre democrática”, y donde los resultados están dichos de antemano, amén de que el voto y las elecciones solo fungen como escaparate de legitimación de los caciques. Actualmente, con la pírrica democracia mexicana, esto no se da o debe de darse, pero la poca independencia de órganos electorales como el IEQROO y las prácticas de la compra e intimidación del voto del priísmo quintanarroense, repercute en zonas rurales.

Sin embargo, a nivel estatal, la urbanización creciente y la difuminación del aislamiento comunitario, han transformado recientemente las intenciones del voto y los resultados en municipios rurales de Quintana Roo: Felipe Carrillo Puerto, Lázaro Cárdenas y José María Morelos, han sido gobernados por partidos distintos al PRI, y en Bacalar el Partido del Trabajo, en este año de 2016, tiene serias posibilidades de ganar tanto el municipio como el Distrito 13.

Hoy los caciques, creados por un sistema político quintanarroense hace 40 años y que naufraga y da sus últimas patadas de ahogado, no tienen ninguna cabida en sistemas democráticos.

[1] En la Zona Norte de Quintana Roo (Playa del Carmen, Tulum, Cancún y las Islas), los mayas de Quintana Roo, Campeche y Yucatán, así como otros grupos indígenas del país, incluso de otros países centroamericanos, “comparten la inseguridad en el empleo, aunque el acceso al trabajo remunerado es un importante factor de atracción para esta población, que la impulsa a sobrellevar las difíciles condiciones de vida en los precarios asentamientos urbanos. Tanto en la ciudad de Cancún como en la ciudad de Playa de Carmen son graves los problemas derivados de la invasión de terrenos urbanos y otros problemas propios de los asentamientos irregulares”. Pedro Bracamonte y Sosa, 2002 “Quintana Roo”, en Mario Humberto Ruz (coordinador), Los mayas peninsulares, un perfil socioeconómico, México, UNAM, p. 128.

[2] Sobre el análisis del sistema caciquil en José María Morelos, sigo el trabajo de Wilbert de la Cruz Uc Uc, La población maya morelense en las estructuras del poder político local. Tesis para obtener el grado de Maestro en Ciencias Sociales aplicadas a los estudios regionales, Chetumal, UQROO, 2013.

[3] Guillermo de la Peña, (1993), “Poder local, poder regional: perspectivas socioantropológicas”, en Jorge Padua y Alain Vanneph, Poder local, poder regional, COLMES-CEMCA, México.

[4] Cfr. La población maya morelense en las estructuras del poder político local.

[5] La población maya morelense…p. 117.

Comentarios en Facebook